La mayor parte del gentío que abarrota la calle Castaños y adyacentes lo ignora, pero el tardeo alicantino nació en el Mercado Central. El tardeo seduce cada vez a más extranjeros, y a partir del juernes son muchos los que llegan desde otros municipios de la provincia, así que pocos practican el rito seglar que consiste en citarse a la hora del aperitivo en la plaza 25 de mayo, más comúnmente conocida como plaza del Mercado, y allí picotear alguna cosa, en los bares anejos o dentro del recinto, para descender luego hacia el mar, de bar en bar.
Pero no puede ser todo beber, si no quiere uno tornar a casa dando patéticos tumbos a la hora en que los niños vuelven del baloncesto, qué cosa tan triste. Así que en las calles peatonales del Centro Tradicional, como Castaños, se multiplican los restaurantes como gremlins bajo el agua. Y como ocurre en otras ciudades de España, el Mercado Central ha visto en la hostelería un aliado perfecto para recuperar parte de la clientela perdida en la comodidad del super. Y ese caso de éxito, por utilizar la jerga empresarial de nuestros días, ha sido imitado por los más modestos mercados de Benalúa, Babel y Carolinas.
Algunos mercados municipales han visto en la hostelería un aliado perfecto para recuperar parte de la clientela
Hoy, en el centenario edificio del Mercado Central, que distribuye en sus dos plantas una inmejorable oferta de producto fresco, un público variopinto disputa el espacio al comprador local de toda la vida: cruceristas, exóticas parejas alojadas en las decenas de apartamentos que han surgido como setas en el barrio, y un pijerío local siempre ávido de nuevos lugares que añadir a su lista de comederos de moda.
Y los hay diversos: La Kazurra en el puesto 31, la Barra Central, las croquetas de cecina y los ahumados artesanales de ‘El Palé’ que se inauguró en plena pandemia, o la chistorra a la miel y el salpicón de pulpo de Aitana’s Corner Bar.
Hay espacio incluso para el exotismo, como el del japonés Ukiyo, un concepto que según nos cuentan significa ‘vivir el momento y disfrutar de la vida sin preocupaciones’... pero con fondos que te permitan catar las especialidades de un local inesperado por su elegancia, del que los fans del género nipón hablan maravillas. Y hay más oferta asiática en esta planta baja verdulera: ‘Katana’, con su marinera japonesa de atún y anchoas, para abrir boca.
La moda vermutera de los 70 también ha resucitado en Alicante -todo vuelve, nada permanece- y La Guapa Vermuteria lo aprovecha. Tratándose de un mercado, no falta el marisco, aquí llegado en su mayoría desde el puerto de Santa Pola hasta el puesto que El loco del mar tiene delante. Y continúa el primer bar de tapas que se abrió en el Central, Mil921 (año en el que se inauguró el edificio), y la cafetería Anamar, bar de los de toda la vida. En la cosmopolita Alicante, Los Poblanos pone el tequila y el picante y el pequeño pub Dubliners la cerveza negra.
La burguesía local, ávida siempre de subirse al último barco, ha encontrado lejos del circuito turístico su penúltima aventura
Pero la burguesía autóctona, ávida siempre de subirse al último barco, ha encontrado lejos del circuito turístico -en el que el Central ya es pieza clave- su penúltima aventura gastronómica: JD Gourmet, un rincón fashion en el pequeño y popular mercado de Benalúa, cuya barra presume de cigala, gamba roja, berberechos, vieiras, nécoras, navajas, almejas de carril... y fresquísimo pescado santapolero: rodaballo, dentón, salmonetes...
Cuenta apenas con dieciséis servicios de barra y seis mesas altas. Sin reserva, lo más probable es que tenga uno que buscar otro sitio para almorzar, pues lleva abierto desde el verano del 22 y su fama se extendió rápido por los cercanos juzgados; los juristas son buenos clientes y óptimos prescriptores. A rueda de su éxito, se ha instalado enfrente una barra para degustar carnes.
Más apartado aún del centro urbano -aquí al turista tiene usted que traerlo ex profeso, y mejor en bus o en taxi, porque encontrar aparcamiento es una pesadilla- el Rincón de la Tortilla del coqueto mercado de Carolinas le permite además disfrutar de su terraza en la concurrida calle San Mateo, y recorrer su mercadillo callejero las mañanas de jueves y sábado.
Y no se queda aquí la inmersión en el Alicante real. Apunten esta recomendación: un arroz o un gazpacho manchego en el Mercado de Babel, el segundo más grande de la ciudad, en el bar Mercacentro. Esto no se lo cuentan los freetour.