Las opciones de que Podemos y Sumar concurran a las próximas elecciones vascas en coalición son prácticamente nulas y la posibilidad de debacle electoral, también en Euskadi, amenaza a este espacio político. Aunque un grupo de militantes y simpatizantes ha iniciado una exitosa recogida de firmas para pedir “un nuevo intento” de alianza, los dirigentes de una y otra formación dan por cerradas las negociaciones y se centran en deslizar responsabilidades para evitar que esa falta de acuerdo les castigue en las urnas. Ocho años después de la eclosión de Podemos en el País Vasco, donde llegó a ganar unas generales y fue tercera en comicios al Parlamento vasco, el objetivo de las dos principales formaciones surgidas de aquel espacio político pasa por no desaparecer de la vida parlamentaria, tal y como ha ocurrido en Galicia.
Podemos, que concurrirá con Alianza Verde, y Sumar, que lo hará con Ezker Anitza-IU y Equo, se debaten entre lograr una representación exigua en el Parlamento vasco y quedar fuera. Las encuestas les sitúan, en ambos casos, entre 0 y 2 parlamentarios, con la excepción de un sondeo que otorga 3 escaños a Sumar.
De haber apostado por la alianza, mientras, habrían garantizado una representación de entre 3 y 6 parlamentarios, los mismos que tiene ahora Elkarrekin Podemos. Se trataría de un resultado modesto en comparación con los porcentajes de voto que llegó a lograr entre 2015 y 2016, pero infinitamente mejor que la coyuntura a la que ahora se enfrentan.
Para entender ese riesgo de desaparición, primero hay que atender a las peculiaridades del sistema electoral que opera en los comicios al Parlamento vasco. Se trata de un sistema no proporcional al número de habitantes por circunscripción, en el que se reparten 75 escaños, 25 por cada territorio: Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. Además, para lograr representación hay que superar la barrera del 3% de los votos, si bien situarse por encima de ese porcentaje no tiene por qué garantizar un escaño.
El politólogo y profesor de la Universidad de Deusto, Braulio Gómez, buen conocedor de la realidad política vasca califica de “temeraria” la apuesta de concurrir por separado: “Un partido grande se puede permitir el lujo de una escisión porque tiene muchos votos que repartir. Elkarrekin Podemos, en cambio, tiene 6 escaños en el Parlamento vasco y las encuestas de los últimos cuatro años les sitúan claramente a la baja, con una estimación media para el conjunto del espacio de 3 escaños. Y eso concurriendo con una sola marca. Teniendo en cuenta esa perspectiva y atendiendo a un sistema electoral en el que hay que alcanzar un mínimo del 3%, dividir ese espacio, ya pequeño, es arriesgado, diría que temerario”.
Las encuestas que han recogido la posibilidad, ya prácticamente definitiva, de que Podemos y Sumar concurran por separado les otorgan, a lo sumo, un escaño por circunscripción, si bien en todos los casos lo lograrían en el límite del 3%, superando ligeramente esa barrera. El último Sociómetro del Gobierno vasco, por ejemplo, otorga un escaño por Bizkaia a Podemos, mientras que Sumar lograría un representante por Álava y otro por Gipuzkoa. En todos los casos, estas formaciones lograrían arrancar esos escaños con porcentajes de voto de entre el 3% y el 4%.
El sondeo de Gizaker para EiTB, la radiotelevisión pública vasca, en cambio, otorga 1 escaño por Gipuzkoa a Sumar, mientras que Podemos lograría un representante por Álava y otro por Bizkaia. De nuevo, esta representación se lograría con porcentajes ligeramente superiores al 3%.
El problema para estas formaciones es que esta exigua representación no se asienta sobre porcentajes de voto sólidos y que, al pelear por exactamente el mismo electorado, resultaría extremadamente volátil.
“Si se presentan por separado, el paso del tiempo va a complicar más sus opciones. La imagen de estas formaciones se va a deteriorar por la percepción de la inutilidad y la mala decisión que han tomado. La identidad de estas formaciones no va a generar un orgullo entre sus simpatizantes que les pueda llevar a votar y puede alimentar la abstención o el crecimiento e otras formaciones. La precampaña y la campaña se les pueden hacer muy cuesta arriba”, indica Gómez.
El doctor en Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Deusto, no obstante, considera que, más allá de las consecuencias de la división, se ha de analizar en qué medida estas fuerzas se han quedado sin apenas espacio ante sus competidores electorales: EH Bildu y el PSE.
“Hay que mirar al espacio político que ocupa cada partido y atender a cómo han cambiado las identidades de las formaciones con las que compiten Podemos y Sumar. En un lado, nos encontramos con un PSE que ha gobernado con estos partidos y que, en contraste con el momento en el que surgió Podemos, ha generado una identidad muy de izquierdas, que el PP se ha empeñado en amplificar. Los socialistas desarrollan políticas de izquierdas y se presentan con una marca más de izquierdas y, desde una perspectiva territorial, más plurinacional. Se trata de algo que no ocurría cuando se escuchaba aquello de “no nos representan”. En el otro lado, EH Bildu se ha institucionalizado y se ha convertido en un partido útil cuyos votos sirven para hacer políticas de izquierdas. Además, en cuanto al debate territorial, ha renunciado a posiciones maximalistas y, atendiendo a la cuestión de la violencia, su mochila se ha descargado de pasado, por los pasos que ha dado, por ser un proyecto político nuevo, nacido en 2011, y por el propio paso del tiempo. Ha habido movimientos por parte de sus competidores que han ocupado parte del espacio que podía representar Podemos. Lo van a tener complicado. Y más por separado”, concluye Gómez.