Nueva prórroga en el conflicto que el Ayuntamiento y el puerto mantienen en torno al Hermitage. Tal y como adelantó ayer La Vanguardi a, el consejo de administración del puerto no trató la solicitud de la concesión a los promotores del centro museístico que debería construirse en la nueva bocana. El punto en el que debía debatirse y votarse la autorización a la sociedad Museu Hermitage Barcelona SL –condicionada durante dos años a la aprobación definitiva por parte del Ayuntamiento– fue retirada ayer mismo del orden del día a petición expresa del gobierno municipal. En una breve nota emitida al término de la reunión, el puerto explicó que el objetivo es “disponer de más tiempo para revisar toda la documentación del proyecto”. Hace tan sólo nueve años que los promotores de este proyecto lo plantearon al puerto y otros tantos que el Ayuntamiento es conocedor del mismo.
La decisión adoptada ayer es una manera de ganar tiempo y, sobre todo, de evitar una judicialización del caso que podría tener consecuencias nefastas para el puerto, para los promotores y, sobre todo, para el Ayuntamiento, que tiene casi todos los números de la rifa para quedar gravemente dañado si el contencioso acaba en los tribunales. Un informe de la Abogacía del Estado y la opinión de juristas consultados por el gobierno local apuntan la debilidad jurídica del Ayuntamiento.
El Consistorio y el puerto, pese a sus fuertes discrepancias, expresan plena disposición al diálogo
Aunque parezca increíble estos tres actores jamás se han sentado juntos en una misma mesa. Ahora disponen en principio de 30 días para tratar de llegar a un acuerdo antes de la próxima reunión del consejo de administración del puerto. En esa negociación es muy probable que el objetivo del Ayuntamiento ya no sea el de dar carpetazo definitivo al proyecto y encomendarse a los jueces, sino tratar de redimensionar el proyecto hacia posiciones más asumibles en términos de “sostenibilidad”.
La oposición a una sucursal con vocación comercial de la majestuoso pinacoteca de San Petersburgo ha sido una constante desde que los comunes conquistaron la alcaldía de Barcelona pronto hará seis años. El proyecto fue tachado con una cruz roja de trazo grueso en el primer momento y, a pesar de que los promotores han dado pasos en la dirección de agradar al Ayuntamiento, el gobierno de Ada Colau, siempre ha mantenido su negativa –modulada por sus socios del gobierno del PSC– a una iniciativa que considera que abundaría en la masificación turística del frente marítimo de Barcelona. En cambio, el puerto siempre lo ha avalado. Con todo, y así debe interpretarse la prórroga acordada ayer, la voluntad de ambas instituciones de evitar un doloroso enfrentamiento, que podría dilucidarse en última instancia en los tribunales de justicia, ha ido postergando el desenlace. Otra lectura de la decisión es que quizás en ningún momento el gobierno Colau había expresado con tanta claridad su disposición a dialogar.
Ayer, la alcaldesa evitó echar leña al fuego y se limitó a afirmar que se “han ganado unas semanas más” para poder “intensificar” el diálogo y “buscar puntos de acuerdo”. Colau dejó claro, por si alguien muy despistado lo dudaba, que en torno a esta cuestión hay “diferencias de visión”. Su socio de gobierno, el socialista Jaume Collboni, ha expresado la voluntad de llegar a un acuerdo a tres bandas que haga viable un proyecto de centro cultural para la ciudad y admitió que la alternativa a eso es una judicialización que no interesa a nadie.
Por su parte, el puerto, en su nota de prensa, precisó que considera el Hermitage “un proyecto cultural de interés para la ciudad, teniendo en cuenta que la ley de Puertos prevé como usos prioritarios en los espacios puerto-ciudad los culturales”. Puso ejemplos (el Guggenheim de Bilbao y el Centro Botín de Santander) y añadió que valora “la voluntad de diálogo por parte municipal y se ofrece a intensificar las conversaciones para tratar de encontrar una solución definitiva”.