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“No eres el único que sufre, construye con lo que tienes”

Tengo 40 años. Nací en Barcelona y vivo recorriendo el mundo. Era informático. Política para mí equivale a tolerancia, hay muchas perspectivas diferentes para entender la misma cosa. Soy escéptico, creo en mí mismo, en las personas y en las sonrisas. Acercarme a la muerte me hizo amar la vida; esa fue mi suerte.

Dani Ku,aventurero

Todos tenemos dos vidas?

Eso dice Confucio, y que la segunda empieza cuando entendemos que solo tenemos una. La mía empezó cuando tuve un cáncer a los 17 años.

Un tumor en una pierna.

Sí, del tamaño de una pelota de tenis, y lo primero que escuché a un médico es que me la tenían que cortar. Pese a ello, y a que pasé un año en un hospital, tengo un buen recuerdo.

¿Por qué?

Intimé con muchos niños. Era el mayor de la sala de oncología pediátrica y disfrutaba entreteniéndolos. Por desgracia, muchos murieron. Sucede a cada instante en el planeta.

¿Qué cambió?

Mi forma de ver la vida: no eres el único que sufre, construye con lo que tienes.Yo no podía salir de ahí y quejarme de la vida rutinaria cuando había convivido con niños que fallecieron en la habitación de al lado.

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Es duro recordar su última mirada, y no queremos ni pensar que eso está sucediendo en cada instante. La muerte no es algo que corresponde a la vejez, sino algo que puede llegar en cualquier momento. Quiero aprovechar el tiempo, quiero y debo disfrutar.

Sanó su cáncer y murió su madre.

Estábamos muy unidos. Mi madre sufrió mucho mi enfermedad y el cáncer sí acabó con ella. Yo tenía 21 años. Mi padre falleció cuando yo tenía dos años, también de cáncer.

Perdone, es una vida muy dura.

Me sigo considerando un privilegiado. Sigo luchando contra esa enfermedad, pero no tengo síntomas y puedo disfrutar, cosa que por desgracia mi padre y mi madre ya no pueden hacer.

Su pierna no funcionaba.

Tengo un trozo de fémur artificial y apenas músculo. Una eminencia me salvó la pierna y pude disfrutar de cosas inimaginables.

Acabó corriendo ultramaratones.

Nunca creí que podría correr ni un kilómetro, ir superándome era una recompensa. Acabé haciendo carreras de montaña y luego me subí a la bici sin saber si la pierna fallaría.

¿Pero qué cambió en su cabeza?

Después de lo vivido, la dinámica depredadora de la vida de las ciudades, ese no tener tiempo para ver a los amigos, esas rutinas tan voraces que provocan vacío, y esa infelicidad que veía a mi alrededor, me empujaron a hacer algo diferente: recorrer mundo.

¿No se lo había planteado nunca?

Pensaba que para viajar hacía falta mucho dinero, pero me lancé a cruzar España en bici y ya llevo nueve años por el planeta.

¿Qué le ha sorprendido?

La humanidad de mucha gente, que me ha regalado tantos momentos emotivos y ricos.

Los urbanitas tenemos la sensación de que el mundo es hostil y peligroso.

Yo también lo pensaba. El miedo es el mayor incapacitante que hay en nuestra vida. Acercarme a la muerte me hizo valorar que esos miedos eran efímeros.

Va por su tercer cáncer.

Hace dos años y medio sufrí cáncer de colon y ahora uno con mal pronóstico, una carcinomatosis peritoneal que tratamos con quimioterapia, pero por fortuna no me encuentro mal. Todo lo que venga es un regalo. He aprendido a aceptar estas situaciones.

Muchos verán su vida como un cúmulo de sucesivas desgracias.

He aprendido a adaptarme, a aceptar los baches. Llevo nueve años cumpliendo un sueño. Si la vida está hecha de emociones, no encontré otra forma en la que coleccionar más.

¿Qué anda buscando?

Que cada día sea intenso, buenos sentimientos que perduran en mi memoria. La motivación y la pasión os pueden llevar hasta donde no pensabais. Disfruto de la incertidumbre, de no saber qué habrá en la próxima curva.

¿Qué es lo importante en la vida?

Lo esencial está en las cosas más básicas, por ejemplo, en la gente que amamos y a la que a veces en esta sociedad no podemos dedicar el tiempo que requiere.

Cierto.

Debemos poder tomarnos un café con un amigo sin que sea una acontecimiento, darle un abrazo. No tenemos tiempo, pero tenemos un mundo lleno de distracciones.

Procrastinamos.

Debemos dedicar un tiempo a hacernos preguntas, a reflexionar cómo nos sentimos, a preguntarnos qué queremos hacer con nuestro tiempo, por qué estamos enfadados o no podemos dormir. Tengo amigos muy jóvenes que toman pastillas para dormir, un síntoma de la neurosis de esta sociedad.

Tiene razón.

Nuestra mente asocia la muerte con algo lejano, con la vejez. Pero desgraciadamente, cuando convives cerca de ella, sabes que puede llegar en cualquier momento. Y eso te hace tener los pies en el suelo, saber apreciar cada momento y no posponer. Ponle una fecha a tus planes, a tu motivación, porque esto de vivir es un paseo muy, muy corto.

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