“Les Luthiers fuimos un invento catalán en Argentina”
Tengo 81 años: si aciertas al elegir trabajo, ya no trabajas nunca y yo acerté al ser luthier; ahora cumplimos 50 años. Nací en Buenos Aires de murcianos y turco-sefardíes, y mi mujer, de italianos y polacos: tenemos dos hijos. Vivo en Argentina: cuando cobras hay que correr a gastarlo para no perder la mitad. (Foto: Llibert Teixidó)
“¡Oh sol cozinheiro da gente!”
Si los países se definen por su humor, los argentinos tienen suerte de serlo por Les Luthiers (el resto, hoy, dice Núñez, no suena tan bien) porque han unido durante medio siglo la exigencia técnica a la sutileza que sol-dó al plomero de Carlos Gardel o metamorfoseó, con Prokófiev (y Skriabin para melómanos capaces de dodecafonía), un feliz molusco en triste príncipe. Hoy es delicioso escuchar a Núñez Cortés evocar pasajes de La bossa nostra y su sol cozinheiro da gente , también sol sosteniii-do y... ¡sol bemol! Y de rendir homenaje así al joven Masana de aquel Buenos Aires próspero e ingenieril y de pujante clase media que contaba con coros polifónicos capaces de formar, además, músicos de altura... o bajitos. Y a luthiers que concibieron el lirodoro o el violín de lata para la historia de la música con una sonrisa al la-do .
Cómo nacieron Les Luthiers?
Nacieron hace ahora... ¡Dios mío! Cincuenta años. Buenos Aires era una próspera y gran cosmópolis, que, desde la II Guerra Mundial, acogía exiliados de todo el planeta con sus culturas y folklores...
¿Se coló en el mestizaje alguna sardana?
Mi madre era judía de origen turco sefardí y mi padre, murciano; pero en el coro polifónico de ingeniería sí nos encontramos con un hijo de catalanes: Gerardo Masana, que se convirtió en el alma de aquel grupo de músicos inadaptados y adictos a la broma.
¿Por qué se bautizaron Les Luthiers?
Un día apareció Gerardo con el libreto de una ópera del baúl de su abuelo, Il figlio del pirata, y pidió intérpretes voluntarios.
¿Y crearon instrumentos disparatados?
Porque queríamos disfrutar de nuestra adicción al humor y nuestra formación musical creando instrumentos con latas, mangueras, tubos, globos... La caja de resonancia de nuestro violín de lata es una lata de jamón... Era lógico que fuéramos “luthiers”.
¿Y su lira de asiento ?
O lirodoro: una lira hecha con un asiento de inodoro y clavijero de mandolina adosado.
¿No les acusaron de elitistas?
Teníamos diferentes niveles de exigencia para cada público, pero con vocación de conectar con todos. Nuestro Tango del plomero, por ejemplo, dedicado a Gardel...
¿El plomero es el fontanero?
Sí, en argentino. Parodiamos la película Cuesta abajo : “El plomero fue temprano al trabajo / Y vio el caño que perdíaa”...
“...Y lo soldó”.
No “lo soldó”. Lo sol (y aquí tiene que entonar un sol: la nota sol) dó (acaba con un do). “Lo sol-dó”... ¿Viste?
“Cuando salí de Santiago / todo el camino he llora-do / lloré por que había deja-do...”.
...“Todo el camino moja-do”. Así incorporamos otra nota –ahora el do– a la broma.
“Oh sol, oh sol / queimante e ardente /Oh sol cozinheiro da gente / Oh sol...”
...¡Oh sol bemol! (y tiene que entonarlo).
¿Es sol-o bossa suya y ya no bossa nostra ?
Sol-o disfrutábamos como marranos, porque para rematar así con un sol bemol había que hacer pasar toda la melodía por ahí...
Ese esfuerzo les convierte en clásicos.
En Teresa y el oso hay ciertos planos de humor que muy pocos, por cierto, pillan.
¿ Teresa y el oso y Pedro y el lobo ?
Nosotros, en vez de instrumentos clásicos de la orquesta como Prokófiev, pusimos los nuestros para describir la traumática metamorfosis que sufre al verse transformado en bello príncipe... un molusco.
Pobre mejillón: tan feliz en su roca.
Pero pocos reconocen la cita de cuatro acordes de La metamorfosis de Skriabin.
¿Las citas musicales no son habituales?
Pero esta es dodecafónica.No todo el mundo se entretiene escuchándola.
A ver si se animan ustedes ahora con el reguetón: ¿demasiado fácil de parodiar?
Un día jugueteaba con un dall’estro armónico de Vivaldi y me di cuenta de que...¡En realidad estaba tocando un carnavalito argentino! Ya lo hacía Bach en sus quadrivet mezclando fragmentos de obras que coincidían.
¿Nació Johann Sebastian Mastropiero?
Antes en El regreso de Carlitos (Gardel) engañamos a todos con una doble rima final, porque nuestro Gardel no vuelve a Buenos Aires sino a... París, que es más divertido.
Mirando la inflación argentina, pues sí.
¡Qué desastre! Y sus causas vienen de lejos. Entonces ya nos tocó la época de la izquierda latinoamericana, dura de pelar.
Con flojos resultados.
Venezuela, sí, Cuba... Argentina, en fin.
Mientras, Quilapayún tenía poca cintura para la ironía y siempre estaban de huelga.
Creamos una cantata revolucionaria en la que éramos seis de “pueblo unido” al inicio, pero nos íbamos peleando y cada uno montaba un partido propio...
¡Eso es pura actualidad en este país!
Al final, división tras división, cantábamos los seis separados: en seis coros de uno.
¿Vemos a Argentina peor de lo que es?
Para suspirar aliviados. Los argentinos corren cada vez que cobran el sueldo para gastarlo antes de que todo suba el doble.
¿Y Les Luthiers no se pelearon nunca?
Cuando murió Masana, tuvimos que ir todos al psicoanalista...
¿Bromea?
Es cierto. Les Luthiers estuvimos 17 años en “psicoterapia institucional” para evitar pelearnos y disolvernos, y ya ve que funcionó.
Yo creí que volvía a estar bromean-do .
Ahora le resumiré los aciertos de mi vida entera con un aforismo...
Le escucho.
Si quiere saberlo, ché, cómprese el libro.
Vaaaa!!!
“Si aciertas al elegir tu trabajo, ya no volverás a tener que trabajar en tu vida” y yo acerté al ser Les Luthiers: tengo 81 años y sigo caminan-do”.