Tras un primer año de calma y una popularidad estable entre la mayoría social que le votó buscando el revulsivo para superar una situación económica para muchos insoportable, Milei ve cómo la protesta vuelve a las calles. Armado con su motosierra convenció a muchos argentinos de que no había otra salida que un plan de choque, el más grande ajuste de la historia según él mismo. Y el plan le ha funcionado en términos económicos y financieros; ha conseguido eliminar el déficit fiscal con unos recortes de gasto público inéditos equivalentes al 5% del PIB, ha reducido la prima de riesgo del país que le permitirá una renegociación de la deuda con el FMI en condiciones más favorables y, sobre todo, ha conseguido reducir la inflación de más de dos dígitos a un 2% mensual. Las medidas fiscales han ido acompañadas de la desregulación de sectores como el alquiler, el mercado de trabajo, el transporte y la flexibilización del comercio, aunque no se retiró del todo el cepo cambiario. Para sus seguidores eso muestra que Milei cumple lo que prometió.

Un coche de policía incendiado durante las protestas del miércoles en Buenos Aires
Con este bagaje, el discurso de Milei en la apertura de su segundo periodo legislativo el pasado 1 de marzo fue triunfal, proclamando que encabezaba “el mejor gobierno de la historia” de Argentina y un ejemplo para el resto del mundo, incluidos los EE.UU. y Elon Musk. Lo hizo ante un hemiciclo medio vacío, sin la presencia del grupo de oposición mayoritario aún en reconfiguración. Su discurso combativo y deliberadamente provocador ha acrecentado la polarización política y social, y algunos acontecimientos recientes han deteriorado su imagen. Su apoyo a la criptomoneda $LIBRA que llevó a algunos de sus seguidores a perder buena parte de sus ahorros y la desproporción de la respuesta policial ante las protestas del colectivo de jubilados, uno de los sectores más perjudicados por los recortes sociales, han hecho elevar el índice de desaprobación por encima del 50%.
La respuesta policial a las protestas de los jubilados elevan su desaprobación más del 50%
No son buenas noticias para Milei en un año de elecciones parlamentarias en las que espera revertir la escuálida representación de su partido La Libertad Avanza en los hemiciclos que le obliga a negociar con lo que él llamaba la casta, que ahora son sus socios imprescindibles. Los sondeos electorales le dan un crecimiento a costa de la derecha moderada, pero no suficiente para tener una mayoría holgada. La pobreza, que subió por encima del 50% al comienzo de su mandato se ha reducido hasta un 35%, apoyada sobre todo en la reducción de la inflación, pero el crecimiento sigue siendo flaco y el empleo está estancado. Sin embargo, y a pesar del rechazo de parte de la ciudadanía a los ataques gubernamentales hacia cualquier disidencia, un 40% de la población sigue pensando que la economía va bien y continuará mejorando. Esa es la gran baza de Milei, pero puede ser su talón de Aquiles si el terremoto de la guerra comercial desatada por Trump desestabiliza la economía internacional y retrae las inversiones necesarias para crecer. Previsiblemente la oposición, los sindicatos y los colectivos como el LGTBI o los jubilados incrementarán las protestas por los recortes y el deterioro de servicios como el transporte, la educación o la salud y la erosión de derechos y Milei no eludirá la batalla.