Los principales ejércitos de la OTAN pierden más soldados de los que reclutan y esta falta de vocaciones militares es un lastre para el anunciado rearme europeo.
Las fuerzas armadas de Francia, Alemania y el Reino Unido tienen hoy la mitad de soldados que al final de la guerra fría. El ejército de tierra británico, por ejemplo, no era tan pequeño desde las guerras napoleónicas. Apenas cuenta con 73.000 soldados.
El secretario de Defensa, John Healy, ha reconocido en los Comunes que “el año pasado nuestras fuerzas armadas perdieron cada mes 300 soldados más de los que fueron capaces de reclutar”. Debido a este descenso continuado, “la moral de la tropa está por los suelos”.
“No estamos preparados para luchar –admitió Healy– y si no lo estamos no tenemos capacidad disuasoria”. El general Roland Walker, jefe del Estado Mayor, calcula que, por lo menos, serán necesarios tres años para estar en condiciones de combatir.
Vicenzo Bove, experto en políticas de Defensa de la universidad de Warwik, cree que no será fácil para el ejército británico ni para casi ninguno europeo alcanzar los objetivos de reclutamiento. “La distancia ideológica entre los ejércitos y las sociedades a las que sirven cada vez es más grande”, explica. “La mayoría de los jóvenes –añade– están en contra de la guerra y del rearme, y también son menos patrióticos”.
Eva Högl, comisionada de las fuerzas armadas alemanas en el Bundestag, admite que “la Bundeswehr se encoge y envejece”. La edad media ha subido hasta los 34 años. El objetivo de pasar de los 181.000 soldados actuales a 203.000 en el 2031 parece inalcanzable. Uno de cada cuatro reclutas deja el ejército después de seis meses.

“El movimiento pacifista más fuerte de Alemania. Estar preparado lo es todo”, dice este cartel de la última campaña de reclutamiento del ejército alemán
El año pasado Gallup preguntó en varios países europeos si los ciudadanos estarían dispuestos a luchar en caso de que hubiera una guerra y la respuesta mayoritaria fue que no. En Italia el 78% dijo que no. En Alemania, el 57%. En España el 53% respondió que no cogería un arma para defender su país. Solo el 29% dijo que sí lo haría. La media de respuestas en los países de la UE fue de 32% a favor de combatir y 47% en contra.
La mayoría de jóvenes europeos está en contra de la guerra y la brecha social con el ejército se amplía
Las proclamas de los líderes europeos a favor del rearme chocan con el pacifismo generalizado de una población europea que ha nacido y prosperado gracias a la paz.
“Es muy difícil competir con el sector civil –reconoce un jefe de regimiento del ejército español–. La carrera militar exige un sacrificio que es imposible sin una gran vocación. No sólo porque has de estar dispuesto a servir en misiones lejos de casa y a cambiar de domicilio, que esto sería lo de menos, sino sobre todo porque debes estar dispuesto a entregar tu vida”.
España, como la mayoría de países de la OTAN, eliminó el servicio militar obligatorio al finalizar la guerra fría. Hoy solo Finlandia y Estonia tienen una mili obligatoria para todos los jóvenes, que oscila entre los seis y los doce meses. En Dinamarca, Letonia y Lituania es obligatoria pero solo van los que salen elegidos en un sorteo. En Noruega y Suecia, donde también es obligatoria, los jóvenes son seleccionados en función de sus aptitudes.
Reclutar es muy difícil también debido a la crisis demográfica. Desciende el número de jóvenes entre los 19 y los 29 años, grupo demográfico objetivo para servir en el ejército.
Los requisitos para alistarse, en consecuencia, se relajan en muchos países, pero aún así no es suficiente. En Estados Unidos, por ejemplo, solo el 9% de los jóvenes entre 17 y 24 años se plantean la carrera militar, pero el 71% no pasa las pruebas. Suspenden, sobre todo, por ser obesos.
El Reino Unido y Alemania –un país construido sobre la máxima de no repetir el pasado belicista– se plantean recuperar el servicio militar. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha hablado varias veces de un servicio civil obligatorio.
Sophia Besch, del instituto Carnegie, explica que la razón principal de recuperar el servicio militar “no es solo nutrir al ejército, sino reducir la brecha que lo separa de la sociedad”.
Los países con mili consideran que “la obligación de servir –como explica Besch– está implícita en el derecho a la ciudadanía.” La mili sirve como “herramienta educativa y cívica”. La población civil, asimismo, está mejor preparada para entender las amenazas de seguridad y poder reaccionar de manera adecuada en caso de conflicto.
La UE ha anunciado un presupuesto de 800.000 millones de euros para rearmar a sus ejércitos. Polonia ha pedido a EE.UU. que instale armamento nuclear en su territorio para disuadir a Rusia y el primer ministro Donald Tusk ha lanzado un programa para reclutar a 100.000 voluntarios y conseguir un ejército de medio millón de soldados.
“Asumámoslo –dijo Tusk la semana pasada en el Parlamento–. No es agradable. Lo sabemos de sobra, pero aquellos a los que podemos temer tienen grandes ejércitos”. El radical Jaroslaw Kaczynski, hoy líder de la oposición, habló de un cambio radical de mentalidad: “Los hombres también han de ser soldados, es decir, ser capaces de exponerse a la muerte”. La mayoría de jóvenes europeos no pueden estar más en desacuerdo.