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Entran en vigor los aranceles de Trump del 25% a las importaciones de México y Canadá

Guerra comercial en Norteamérica

Después del aplazamiento de un mes, Estados Unidos inicia la guerra comercial con sus vecinos norteamericanos y la amplía con China con tasas de otro 10% adicional

China anuncia nuevos aranceles del 10% y 15% contra productos agrarios estadounidenses

La Unión Europea puede esperar aranceles “del 25%, en términos generales” a partir del próximo 2 de abril

Donald Trump, en la Casa Blanca junto a C.C. Wei, presidente de TSMC, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, este lunes.

Uncredited / Ap-LaPresse

No hubo una segunda prórroga. Los aranceles anunciados –y aplazados un mes– por Donald Trump del 25% a todas las importaciones de México y Canadá han entrado en vigor esta medianoche (a las 6h en la España peninsular), provocando una fuerte caída en los futuros de los índices bursátiles de Norteamérica. La única excepción será el petróleo y el gas canadiense, a los que se aplicará una tasa inferior, del 10%.

En paralelo, a la misma hora, también se ha hecho efectiva la segunda ola arancelaria contra China, cuyas importaciones estarán gravadas a partir de ahora con tasas adicionales del 20%, el doble de las del 10% ya en vigor desde febrero. Minutos después de su aplicación, el Ministerio de Finanzas chino ha anunciado aranceles recíprocos del 15% a las importaciones de pollo, trigo, maíz y algodón procedentes de Estados Unidos, así como del 10% a las de de “sorgo, soja, carne de cerdo y vacuno, productos acuáticos, frutas, verduras y productos lácteos”.

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Jordi Joan Baños

Los gravámenes a México y Canadá, los dos principales socios comerciales de EE.UU., suponen la vulneración unilateral del tratado que firmaron los tres países durante el primer mandato de Trump (el T-MEC, del año 2020, que sustituyó al NAFTA, en vigor desde 1994). Harán saltar por los aires tres décadas de integración y tendrán efectos devastadores en el corto plazo sobre las tres economías: más del 80% de las exportaciones anuales de México terminan en EE.UU., mientras que las importaciones desde el norte representan el 40% de su total. Por su parte, Canadá exporta alrededor del 76% de sus productos a su vecino del sur, e importa desde allí el 56% del total. Ambos países han avisado que implantarán medidas recíprocas.

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Trump pretende con los aranceles atajar el déficit comercial, pero también forzar cambios en las políticas migratorias y contra el tráfico de fentanilo de los países afectados. Se prevé que los gravámenes –una tasa adicional que paga el importador, aunque Trump los vende como un “impuesto” a los terceros países– provoquen un fuerte aumento de precios para los consumidores estadounidenses. Pero sus efectos serán especialmente dañinos para las empresas exportadoras de México y Canadá, que perderán su mercado de referencia.

Trump anunció ayer que los dos países no tenían nada que hacer para evitar su aplicación, y así ha sido. Estos aranceles estaban originalmente previstos para el 4 de febrero, pero los líderes de los dos vecinos norteamericanos, Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau, lograron evitarlos tras llamar personalmente al magnate y comprometerse a aumentar su inversión en la seguridad de las dos fronteras de EE.UU.

El secretario de Comercio, Howard Lutnick, argumentó ayer que, aunque México y Canadá habían hecho “un buen trabajo con la frontera”, ninguno de los tres países, incluida China, ha hecho un esfuerzo suficiente como para frenar el tráfico de fentanilo. Los precursores de este opioide, que en el 2023 mató a más de 70.000 personas en EE.UU., suelen llegar desde el gigante asiático, procesarse en México y entrar al país por la frontera sur.

A pesar de que Trudeau anunció el nombramiento de un “zar del fentanilo” para evitar gravámenes, y que Sheinbaum amplió la presencia de soldados (10.000 adicionales) y la colaboración con EE.UU. para combatir el tráfico ilegal (que asegura que se ha reducido en un 50% desde octubre), Trump y Lutnick valoran que no ha sido suficiente, pues las muertes por fentanilo no se han reducido.

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Esto les ha llevado a aplicar a ambos países un castigo similar, a pesar de que la diferencia de entradas irregulares de inmigrantes y de fentanilo en las dos fronteras es abismal. El año pasado, se incautaron cerca de 10 toneladas de fentanilo en la frontera con México, pero tan solo unos 20 kilos en la canadiense; y la Patrulla Fronteriza se encontró con 1,5 millones de cruces ilegales por los pasos del sur, mientras que 23.721 personas fueron detenidas en la frontera con Canadá.

Las economías de los tres vecinos norteamericanos están plenamente integradas en sectores como la automoción, en cuyo proceso de producción los vehículos cruzan varias veces las dos fronteras. También es importante el intercambio de productos agrícolas, que se espera que lleven a aumentos en la cesta de la compra del consumidor final estadounidense. En el 2023, según los datos del departamento de Comercio, cruzaron ambas fronteras productos por valor total de más de 1,5 billones de dólares.

China, Canadá y México, los tres mayores socios comerciales de EE.UU., son los tres primeros países específicamente afectados por los gravámenes, en una guerra arancelaria que ya se expande a todo el mundo y se ampliará en las próximas semanas. El republicano ya reimpuso las tasas del 25% que aplicó en su primer mandato a las importaciones de acero y aluminio (que entran en vigor el 12 de marzo), y firmó otra orden ejecutiva con la que ordenó implantar “aranceles recíprocos” para igualar los gravámenes que cobran otros países a las importaciones americanas.

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Estos aranceles, que en el caso de la Unión Europea avanzó que serán “del 25%, en términos generales”, está previsto que entren en vigor el próximo 2 de abril, aunque Trump ha sido poco concreto con sus anuncios. Los gravámenes están siendo para él, además de una medida para proteger la industria estadounidense, una herramienta de presión para forzar cambios en las políticas de los terceros países. Además, ayer el presidente anunció que gravará los productos alimentarios, también desde el 2 de abril, aunque no concretó si se van a superponer a los ya impuestos, lo que sería demoledor, entre otros países, para los sectores agrícolas de México y Canadá.

Trump confirmó ayer la entrada en vigor de todos estos aranceles durante un acto en la Casa Blanca junto al secretario de Comercio, Lutnick, y el consejero delegado del mayor fabricante de microchips, TSMC. En él, anunció que la compañía taiwanesa invertirá 100.000 millones de dólares en cinco fábricas de semiconductores en Arizona. El momento elegido para el anuncio sirvió a Trump para ejemplificar lo que busca con sus aranceles: forzar a las empresas a que produzcan en EE.UU. para evitar perder competitividad, sin importar si eso perjudica a las relaciones con sus aliados y socios comerciales.

Durante el acto, el republicano afirmó que se está planteando excepciones a su guerra comercial global con algunos aliados históricos, como Reino Unido, o ideológicos, como Argentina, a cuyo presidente, Javier Milei, alabó como un “gran líder”. Sin embargo, los países de la UE, con los que EE.UU. mantiene un déficit comercial de unos 150.000 millones anuales, no parece que vayan a estar entre los beneficiados, pues Trump considera que “han tratado muy mal” a su país con su regulación y tasas impositivas, que equipara a los aranceles como una barrera comercial.

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