Trump firma los aranceles globales del 25% a las importaciones de acero y aluminio

Estados Unidos

El presidente prevé oficializar esta semana gravámenes “recíprocos” a todos los países que graven productos estadounidenses

Trump firma los aranceles globales del 25% a las importaciones de acero y aluminio
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Trump aprueba aranceles del 25% a importaciones globales de acero y aluminio

Los aranceles de Donald Trump se extienden por todo el mundo y alcanzan por primera vez a la Unión Europea. El presidente ha firmado dos órdenes ejecutivas por las que impone gravámenes del 25% sobre todo el acero y el aluminio que importe Estados Unidos de cualquier país. Estas tarifas actualizarán las ya implantadas durante su primer mandato, del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio, que luego levantó para algunos de sus principales socios comerciales, como Canadá, México y Brasil. Su sucesor, Joe Biden, extendió esas exenciones para Reino Unido, Japón y la Unión Europea. Sin embargo, ahora Trump los vuelve a imponer, de forma global y sin excepciones.

“Ha llegado la hora de que nuestras grandes industrias vuelvan a Estados Unidos”, ha dicho Trump tras firmar las órdenes, y ha avisado que “son las primeras de muchas. ¿Sabéis a qué me refiero con eso? Vamos a aplicarlos sobre otros temas, pero la protección de nuestras industrias del acero y el aluminio es imprescindible”. El presidente ha llamado a las empresas del mundo a fabricar en EE.UU., donde “habrá cero aranceles”. Especialmente, ha interpelado a las canadienses, el origen del 79% de sus importaciones de aluminio: “No necesitamos que se fabrique en Canadá. Tendremos los trabajos. Por eso Canadá debería ser nuestro estado número 51”.

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Donald Trump, en el Despacho Oval antes de firmar las órdenes ejecutivas.

Alex Brandon / Ap-LaPresse

Trump ha firmado las órdenes acompañado por su nominado para ser secretario de Comercio, a falta de confirmación del Senado, Howard Lutnick. Ha señalado que, cuando impuso aranceles por primera vez, en el 2018, “se añadieron 120.000 puestos de trabajo y, desde entonces, se han ido recortando, eliminando y excluyendo, y hemos perdido 107.000 puestos de trabajo. Son trabajadores siderúrgicos en Estados Unidos, y ahora usted va a traerlos de vuelta”.

Además, Trump ha confirmado que, a más tardar el miércoles, impondrá también aranceles recíprocos sobre todos aquellos socios que graven las importaciones de EE.UU. “Es muy simple, si nos cobran, les vamos a cobrar”, resumió el domingo y ha repetido este lunes, añadiendo que estos aranceles recíprocos entrarán en vigor “casi de inmediato”.

Los nuevos aranceles impactarán a las exportaciones españolas por valor de unos  400 millones de euros al año

Los gravámenes del 25% al acero y el aluminio impactarán sobre las exportaciones españolas. Según el departamento de Comercio, en los últimos 11 meses, se vendieron unas 290.000 toneladas de acero español a EE.UU., valoradas en alrededor de 260 millones de euros, mientras que las exportaciones de aluminio fueron de unas 20.000 toneladas, cuyo valor fue cercano a los 130 millones de euros.

La imposición de estos aranceles es la primera medida proteccionista del segundo mandato de Trump que afectará de manera global, “a todo el mundo”, remarcó el presidente, para “hacer a América rica de nuevo”. Trump ya impuso a principios de febrero aranceles del 25% a México y Canadá, pero luego aplazó un mes su entrada en vigor tras hablar por teléfono y llegar a acuerdos con sus líderes, la presidenta Claudia Sheinbaum y el primer ministro Justin Trudeau.

Los nuevos gravámenes no excluirán a estos dos países, sus dos principales socios comerciales, que están también entre los mayores exportadores de acero y aluminio hacia EE.UU. Canadá es el país que más acero exporta, seguido de Brasil, México y Corea del Sur. También es, de lejos, el principal proveedor de aluminio, que representó en el 2024 el 79% de las importaciones de este metal. Le siguen de lejos los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China, y México es también un importante exportador de aleaciones de aluminio.

La Asociación Canadiense de Productores de Acero pide a su gobierno que tome medidas de represalia “de inmediato”

“El acero y el aluminio canadienses apoyan a industrias clave en EE.UU., desde la defensa hasta la construcción naval y la automoción”, recordó a Trump el ministro de Innovación, Ciencia e Industria de Canadá, François-Philippe Champagne, en una publicación en la red social X. “Hacen que Norteamérica sea más competitiva y segura. Seguiremos defendiendo a Canadá, a nuestros trabajadores y a nuestras industrias”. La Asociación Canadiense de Productores de Acero ha pedido a su gobierno que tome medidas de represalia "de inmediato”, calificando el anuncio de Washington como “completamente infundado e injustificado”.

El mismo día que declaró la guerra comercial a sus vecinos norteamericanos, Trump también amplió los aranceles a China, con un 10% adicional sobre los ya existentes, y Pekín respondió con medidas de represalia, con gravámenes contra cerca de 14.000 millones de dólares sobre importaciones de EE.UU., que ya han entrado en vigor.

Concretamente, Pekín impuso aranceles del 15% sobre las importaciones de carbón y gas natural licuado, y del 10% sobre el petróleo crudo, la maquinaria agrícola y los automóviles estadounidenses. Además, la semana pasada China inició una investigación antimonopolio sobre Google e impuso controles de exportación sobre 25 metales críticos, algunos de los cuales son componentes clave para productos eléctricos y equipos militares.

China es el mayor productor de acero y aluminio, pero exporta relativamente poco a EE.UU. por su proteccionismo

Ahora el gigante asiático también se verá afectado por los aranceles al acero y el aluminio, a pesar de que exporta relativamente poca cantidad de ambos materiales a EE.UU. Las sucesivas administraciones han ido ampliando los gravámenes sobre la aleación y el metal y, el pasado septiembre, el expresidente Biden aumentó los aranceles existentes sobre muchos productos chinos hechos de acero y aluminio hasta en un 25%.

Pero China es el principal productor de acero y aluminio, y sus fábricas producen cada año más de ambos materiales que el resto del mundo en conjunto, aunque la mayor parte se queda dentro de sus fronteras. Sin embargo, han aumentado en la última década las exportaciones, especialmente hacia Canadá y México, que a su vez exportan hacia EE.UU. El portavoz chino de Exteriores, Guo Jiakun, respondió ayer al anuncio de Trump subrayando que “el proteccionismo no conduce a ninguna parte” y “las guerras comerciales y arancelarias no tienen ganadores”.

Los países de la Unión Europea también podrían verse afectados por los aranceles “recíprocos” que planea imponer Trump hoy mismo o mañana, aunque todavía puede recular. El presidente no especificó a qué países iba a gravar en concreto, pero afirmó que iba a igualar el monto de las tarifas impuestas a las exportaciones estadounidenses alrededor del mundo. Trump lleva tiempo quejándose, por ejemplo, de los aranceles del 10% que impone la UE sobre las importaciones de automóviles de EE.UU., cuando el tipo impuesto por Washington a los europeos es del 2,5%.

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A los aranceles sobre el acero y el aluminio, y a los recíprocos, podría añadir en los próximos días otro anuncio de tarifas adicionales al bloque comunitario. La semana pasada, afirmó que “definitivamente” impondrá dichos gravámenes “muy pronto”, argumentando que “nos han tratado muy mal”. También amenazó a la alianza económica de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, entre otros) con aranceles del “100%” por su intento de sustituir al dólar como moneda de cambio en el comercio internacional.

Como ya hizo en su primer mandato, el presidente está usando los aranceles como una herramienta de presión para provocar cambios en las políticas de otros países en beneficio de EE.UU. Cuando el presidente colombiano Gustavo Petro se negó a aceptar un vuelo de deportación de inmigrantes por el trato que habían recibido en el avión militar, Trump amenazó de inmediato con aranceles demoledores del 25% sobre todas las importaciones de Colombia, y Petro terminó reculando.

Tras firmar órdenes ejecutivas con aranceles similares a México y Canadá, muy dependientes del comercio con EE.UU., los aplazó un es cuando sus líderes accedieron a reforzar todavía más las dos fronteras: Sheinbaum se comprometió a aumentar los agentes de la Guardia Nacional, de los 30.000 actuales a 40.000, y Trudeau decidió crear la figura de un “zar del fentanilo”, en una nomenclatura similar a la del “zar de la frontera” estadounidense, Tom Homan, y reiteró su plan de seguridad fronteriza de 1.500 millones de dólares, aunque este ya había sido anunciado en diciembre.

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Aunque no fueron grandes concesiones, permitieron al presidente vender una victoria, así como erigirse como un líder fuerte y un duro negociador, en un estilo –la negociación de máximos– que ya caracterizó su etapa empresarial y sus primeros cuatro años en la Casa Blanca. Con la imposición unilateral de dichos gravámenes, Trump violó el tratado que él mismo había firmado con ambos países en el 2020, el T-MEC, y echó el freno a tres décadas de integración por medio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor en 1994. México y Canadá reaccionaron anunciando aranceles recíprocos, pero también se han aplazado un mes hasta que las partes alcancen un acuerdo.

Es previsible que, como ya ha pedido Francia a la Comisión Europea, la mayoría de países afectados respondan con aranceles recíprocos para proteger sus propias industrias. Esta situación incidirá en el aislacionismo que propugna Trump como método para revitalizar el complejo industrial estadounidense, especialmente en el Medio Oeste, en decadencia tras décadas de deslocalización de la producción hacia terceros países, como China. Los productores de acero y aluminio estadounidenses han recibido con buenos ojos la medida, pues les está costando competir contra los metales baratos que exporta el gigante asiático.

Sin embargo, sus efectos sobre la industria serán más visibles en el largo plazo. En el corto y el medio, se puede esperar un aumento del costo de la vida para los estadounidenses, pues, a pesar de que Trump vende los aranceles como un “impuesto” a los terceros países, en realidad es la empresa importadora quien paga la tarifa y, en última instancia, el consumidor final.  

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