El papa Francisco ha dado el mayor paso hasta la fecha para la inclusión del colectivo LGTBI en la Iglesia. En un cambio de rumbo muy significativo, y que seguramente enfurecerá a los sectores más conservadores de la curia romana, el Pontífice ha autorizado este lunes que los sacerdotes puedan bendecir a las parejas homosexuales siempre y cuando esta bendición no se equipare de ninguna forma al matrimonio, que sigue estando reservado, para la doctrina católica, a la unión entre un hombre y una mujer.
El Vaticano lo establece a través de un documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el organismo encargado de regular la moral católica, que avala las bendiciones como un gesto de “proximidad pastoral” tanto para las parejas “en situaciones irregulares” –es decir, todas aquellas que no están casadas por la Iglesia– como para las parejas del mismo sexo. Se trata de una declaración, un documento de alto valor doctrinal, que es la primera que se publica en más de 20 años –la última fue Dominus Jesus en el 2000– y supone un volantazo respecto a la postura de la Doctrina de la Fe en el 2021, cuando el antiguo Santo Oficio había decretado que los curas no podían llevar a cabo de ninguna manera estas bendiciones puesto que “Dios no puede bendecir el pecado”.
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El texto es un cambio de postura respecto al 2021, cuando la Doctrina de la Fe avisó que "Dios no puede bendecir el pecado"
Entonces la Doctrina de la Fe todavía estaba presidida por el cardenal mallorquín Luis Ladaria Ferrer, mientras que desde hace unos meses el prefecto es Víctor Manuel Fernández –más conocido como Tucho–, un amigo personal de Francisco. Es el mismo prefecto que hace poco aclaró que las personas transexuales pueden ser bautizadas y padrinos o madrinas de bautismo, como el resto de fieles.
El texto, titulado Fiducia Supplicans: sobre el sentido pastoral de las bendiciones, arranca con una introducción del cardenal Fernández que explica que esta declaración profundiza el significado pastoral de las bendiciones para “ampliar y enriquecer su comprensión clásica” a través de una reflexión teológica basada en el pensamiento del papa argentino. La declaración analiza el origen y sentido teológico del acto de la bendición, y lo repasa desde el Antiguo Testamento al resto de las Escrituras, concluyendo que, “concedida por Dios al ser humano y otorgada por estos al prójimo, la bendición se transforma en inclusión, solidaridad y pacificación”.
Es una manera de entenderlo consecuente con un pontificado que siempre ha estado muy atento a las periferias del catolicismo, tanto geográficas como sociales. De hecho, a finales de septiembre, el Papa ya causó un gran revuelo cuando, en un documento firmado junto a Fernández para responder a una serie de dudas que le planteaban cinco cardenales ultraconservadores sobre el asunto antes del Sínodo de Obispos, pareció apuntar que podría aceptar estas bendiciones como una señal de “caridad pastoral”. “No podemos constituirnos en jueces que solo niegan, rechazan, excluyen”, explicó entonces.
El Vaticano quiere remarcar que este cambio, pese a representar “un verdadero desarrollo respecto a lo dicho hasta ahora sobre las bendiciones”, no supone en ningún caso la modificación de “la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. La Santa Sede sigue remarcando que el matrimonio solo es “la unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos”, y en esto “la doctrina de la Iglesia se mantiene firme”.
Por eso, el prefecto insiste en considerar “inadmisibles los ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio”, algo que ocurre en las partes más liberales de Iglesia alemana, que ofrecen “actos de bendición” a parejas gays pese a la disconformidad de la Santa Sede. El Vaticano no pretende “legitimar nada”, subraya el purpurado, sino “sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio”.
Para evitar “cualquier forma de confusión o escándalo” las bendiciones nunca se podrán llevar a cabo al mismo tiempo que los ritos civiles de unión y “ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio”. En cambio, se podrán impartir en otros contextos, como durante una visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación. La bendición a estas parejas deberá consistir en una “oración breve” y “espontánea” en la que un sacerdote podrá pedir “paz, salud, espíritu de paciencia, diálogo o ayuda mutua” a sus miembros.
El cambio de postura de la Santa Sede es específicamente relevante después de que muchos católicos miembros del colectivo LGTBI se vieran decepcionados con el resultado del documento de síntesis del Sínodo de Obispos que celebró su primera sesión este octubre, un informe que pasó por encima de este asunto y se limitó a decir que los participantes estaban de acuerdo en que se debe escuchar y defender la dignidad de a las personas que se sienten “marginadas” por su situación matrimonial, su identidad y su sexualidad, pero no planteaban nuevas aperturas y solamente se reclamaba que se dedique “el tiempo necesario” para reflexionar sobre ello.
A lo largo de sus más de diez años de pontificado, Jorge Mario Bergoglio ha tenido un punto de vista más conciliador sobre los homosexuales que otros miembros de la Iglesia. En el primer viaje internacional de su papado, volviendo de Brasil, dijo su ya famoso: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?”. Desde entonces, ha mantenido una actitud mucho más abierta hacia la comunidad LGTBI que sus antecesores.