El papa Francisco ya tiene elegido el lugar donde quiere ser enterrado. No será en la Basílica de San Pedro, como sus predecesores, sino en la Basílica papal de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de Roma, donde ya se encuentran las tumbas de otros dos Papas, Clemente VIII (fallecido en 1605) y Pablo V (1621), aunque el más famoso entre los que descansan en ella es el genio del barroco italiano Gian Lorenzo Bernini.
Según ha explicado en una entrevista al canal mexicano N+, Francisco quiere “simplificar” los funerales papales. “Estuve con el ceremoniero preparando el rito de los funerales del Papa. Los simplificamos bastante”, ha contado. “Había que hacerlo… Bueno, el ritual lo estreno yo”, bromeó. Y anunció: “Ya está preparado el lugar. Quiero ser enterrado en Santa María Mayor”.
Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas mayores de Roma y está vinculada a la Corona española
Francisco ha optado por esta basílica porque es su “gran devoción”. “Antes –de ser Papa–, ya cuando venía, siempre iba ahí el domingo en la mañana que estaba en Roma, me iba un rato allí. Sí hay una ligazón muy grande”. El Pontífice ha acudido constantemente a Santa María la Mayor durante su pontificado. Lo último que hace antes de coger un avión hacia un viaje papales siempre ir a este lugar a rezar, y lo mismo cuando regresa. También fue allí a rezar horas después de ser elegido en el cónclave del 2013.
Santa María la Mayor está muy vinculada a la Corona española desde los tiempos de Carlos I y después de Felipe IV. Una estatua suya diseñada por Bernini figura en el atrio y los reyes españoles suelen ser “protocanónigos honorarios” del templo. Pero además, es también especial para los jesuitas porque fue allí donde celebró su primera misa como sacerdote san Ignacio de Loyola en diciembre de 1538.
Con esta voluntad, el argentino será el primer papa en más de un siglo que no será sepultado en la Basílica de San Pedro. Hasta principios del siglo XX muchos papas querían ser enterrados en otra iglesia de Roma con la que tenían un vínculo, pero el último fue León XIII, que murió en 1903 y en 1924 sus restos mortales fueron llevados a San Juan de Letrán, la catedral de Roma. El último pontífice en perecer fue, el 31 de diciembre del año pasado, Benedicto XVI, quien fue sepultado en la misma tumba que ocupó antes Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro.
Francisco, que en unos días cumplirá 87 años, lleva un año difícil. Hace poco tuvo que cancelar su viaje a Dubái por la COP28 a causa de una gripe. Fue hospitalizado en marzo por una bronquitis aguda y en junio para operarse de una hernia intestinal. Sin embargo, no parece tener ganas de renunciar al pontificado, asegura que se encuentra bien y que no se le ha ocurrido durante este tiempo seguir el ejemplo de su predecesor. “A mí me hace bien eso como ejemplo y pido al Señor decir basta, en algún momento, pero cuando él quiera”, ha razonado.
“Necesito que recen por mi salud. Y la vejez no viene sola. La vejez no se maquilla, es ella sola, se presenta como es –continuó–. Y por otro lado, saber aceptar los dones de la vejez. Se debe aceptar que uno puede hacer mucho bien desde otra perspectiva”.