Okinawa no quiere más bases

Historias del mundo

El gobernador de la isla protesta ante la ONU por considerarlas “un peligro”

The last photograph of American Army Lieutenant general Simon Bolivar Buckner (1886 - 1945) commander of the Tenth Army and the overall invasion of Okinawa, June 1945. Buckner was killed on June 18 by Japanese artillery during a visit to observe the front line. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)

La última fotografía del teniente general del ejército estadounidense Simón Bolívar Buckner, comandante del Décimo Ejército y de la invasión general de Okinawa. Fue asesinado el 18 de junio por la artillería japonesa durante una visita para observar la línea del frente

Hulton Archive/Getty

El militarismo rampante en el Mar de la China Oriental tiene en el baluarte de Okinawa su eslabón débil. El gobernador de la prefectura, Denny Tamaki, denunció el lunes en Ginebra, ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, la “amenaza para la paz” que, según el, representa la proliferación de bases militares.

Para Estados Unidos y sus aliados, prepararse para cualquier escenario en Taiwán podría no ser más que un ejercicio retórico. Pero para Okinawa evoca algunas de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, que barrieron a la tercera parte de sus habitantes. Algunos de ellos, a manos de los propios japoneses, que no terminaban de fiarse de los nativos del antiguo reino de Ryukyu, que en aquel entonces hablaban su propia lengua.

Lee también

Okinawa acoge 30.000 militares y 50.000 civiles de EE.UU. en 32 bases que ocupan el 18% del territorio de la isla

El año pasado se cumplieron cincuenta años de la devolución de Okinawa a Japón por parte de Estados Unidos. Una reintegración que sigue presentando aristas.

Los números cantan y Tamaki los volvió a citar ante la ONU. El archipiélago más meridional de Japón, con poco más del 1% de la población, acoge al 70% de las bases militares estadounidenses en el país. “Una amenaza para la paz mundial”, dijo, que además contaminan y les convierten en “objetivo”.

El político también se quejó de que las obras de una nueva base, en el litoral coralino, continúen, a pesar del referéndum no vinculante que convocó hace cuatro años, en que más del 70% de los isleños se pronunció en contra. Hace solo quince días el Tribunal Supremo desestimó sus recursos.

Tamaki conquistó la prefectura en una plataforma antibases, como su predecesor, el fallecido Takeshi Onaga, que también intervino en el mismo foro hace ocho años, aunque con un vocabulario más directo, en el que no faltaron acusaciones a Tokio de “discriminación” y de ignorar el “derecho de autodeterminación”. El lunes, un enviado del gobierno nipón descalificó los argumentos de Tamaki in situ.

Sin embargo, sus temores no son infundados. Un laboratorio de ideas estadounidense ha vaticinado que, en caso de escalada militar por Taiwán, el primer objetivo de China serían las pistas de aterrizaje de las bases de Okinawa.

Cabe añadir que la isla de Yonaguni está a solo cien kilómetros de Taiwán. Y que los islotes de Senkaku/Diaoyu, bajo control japonés pero reclamados por China, están enla periferia del archipiélago.

Lee también

Asimismo, la mayor de las bases de Okinawa, Futenma, ocupa cientos de hectáreas en el centro de una de sus mayores ciudades. En tiempo de paz, Futenma fue descrito por el difunto secretario de Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, como “la base aérea más peligrosa del mundo”. Además de fuente continua de protestas vecinales.

En tiempos de guerra, volvería a ser una ratonera. El desalojo de Futenma es algo que, de hecho, está pactado desde 1997. No solo por las “molestias” a los vecinos, sino porque fue tomada a punta de metralleta.

El desalojo ha sido interpretado desde Washington y Tokio como una reubicación en la misma isla, en Nago, algo mal visto por los habitantes de Okinawa, que desearían un reparto más equitativos de las cargas.

Okinawa acoge a 30.000 militares y 50.000 civiles estadounidenses, en 32 bases, que ocupan el 18% de la isla.

El recelo del gobernador se multiplicó hace un año,con la nueva doctrina militar nipona, desvelada por el primer ministro Fumio Kishida. Esta abandona el prurito pacifista y se abre a intervenir en el exterior, bajo mando estadounidense. También se compromete a dedicar el 2% del PIB a defensa, como si fuera miembro de la OTAN, doblando su presupuesto en cinco años contra China -”rival estratégico”- Ruisa y Rusia y Corea del Norte (“adversarios”)

Japón ocupó la isla de Formosa en 1895, hasta 1945. Un cuarto de siglo antes se había adueñado de Ryukyu, archipiélago próspero hasta entonces por su posición intermedia entre China y Japón.

“No debemos permitir jamás que la gente de Okinawa vuelva a sufrir la misma experiencia terrible por la que pasamos nosotros”, concluyó Tamaki. “La seguridad de Japón es cosa de todos los japoneses”.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...