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Guantánamo, la cárcel más cara del mundo

EE.UU. dedica 380 millones de dólares al año a custodiar a 40 prisioneros capturados a raíz del 11-S

Un interno, en una de las zonas comunes de la prisión militar estadounidense de Guantánamo (Cuba)

LV

No es posible cuantificar el coste que ha tenido para Estados Unidos en términos de imagen internacional la guerra contra el terror que declaró a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 pero sobre su coste económico no hay dudas: Guantánamo, la base militar adonde fueron a parar casi 800 personas acusadas de pertenecer a Al Qaeda o apoyar el terrorismo, es la cárcel más cara del mundo.

La prisión y el tribunal militar han costado al contribuyente 6.000 millones de dólares en los 18 años que lleva operativa, de acuerdo con una investigación de la radio pública NPR publicada ayer. Poco a poco, la cárcel se ha vaciado gracias a acuerdos con países terceros pero incluso ahora, con apenas 40 prisioneros entre sus muros, sus costes siguen siendo exorbitantes, unos 380 millones de dólares al año, es decir, 9,5 millones por persona.

En realidad gran parte de los gastos no se deben a las elevadas medidas de seguridad ni a la atención a los presos sino al coste de transportar funcionarios y abogados a la isla, alojamiento, vehículos, material electrónico destruido al mínimo riesgo de fuga de datos o las elevadas tarifas de los abogados, relata la investigación, basada en datos del Pentágono y diferentes testimonios. Las cifras no incluyen los 60 millones anuales que cuesta la base en sí ni los salarios de los militares allí destacados o sus 1.800 guardias de seguridad.

El exasesor legal de las comisiones militares que juzgan a los presos presenta una queja por despilfarro

Aquello es “un enorme despilfarro financiero”, “una pésima gestión”, afirma el coronel de las fuerzas aéreas Gary Brown, ya jubilado, que ha presentado una queja ante la Oficina del Consejero Especial de EE.UU., una agencia de investigación federal. El exmilitar trabajó como asesor legal de las comisiones militares de Guantánamo durante casi un año y asegura que fue despedido por sus opiniones y propuestas sobre el coste y la gestión del infame penal y la utilidad de la fórmula ideada para juzgar a los presos, a los que llamaron combatientes enemigos para no tener que aplicarles las garantías de la Convención de Ginebra. Creadas por George W. Bush y reactivadas por Barack Obama, los abogados defensores califican a estas comisiones militares de farsa.

“Pienses lo que pienses” de Guantánamo “es un despilfarro catastrófico”, ha declarado a NPR el abogado Michel Paradis, representante del supuesto autor del atentado contra un buque militar estadounidense en Yemen. “Ha habido miles de millones de dólares gastados en Guantánamo de forma totalmente innecesaria”, sostiene por su parte el exfiscal general de la base entre el 2005 y el 2007, Morris Davis, que asegura que abandonó el puesto al sentirse presionado por sus superiores a utilizar pruebas obtenidas bajo tortura. La validez de algunos testimonios, incluidos los recabados en Guantánamo, es un problema clave que planeará sobre el juicio por los atentados del 11-S, al que por primera vez se le ha puesto fecha: el 11 de enero del 2021.

Brown duda que estos juicios lleguen a desembocar en condenas de pena de muerte. Junto con otro asesor, empezaron a negociar acuerdos alternativos con varios abogados defensores para tratar de abreviar el proceso. Asegura que fueron despedidos por este motivo. El Pentágono alega en cambio que actuaron por su falta de respeto a la cadena de mando y “estilo divisivo”.

El Gobierno estadounidense podría mantener detenidos a los acusados incluso si son declarados no culpables. Y si son condenados a muerte, los recursos legales durarán años. Los abogados defensores hablan desde hace tiempo abiertamente de la posibilidad de que sus clientes (contra algunos ni siquiera se ha presentado cargos en casi 18 años) mueran durante el proceso.

El Gobierno actual no tiene planes de cerrarlo y el penal ya se está preparando para la perspectiva de alojar una población carcelaria envejecida. Ha instalado rampas para que algunas salas sean accesibles con sillas de ruedas y ha encargado a los ingenieros del Pentágono que diseñen instalaciones donde se pueda ofrecer atención médica y sanitaria adecuada mientras. “Vamos a tener el hogar de la tercera edad más caro y con los internos más famosos de todo el Caribe”, decía ayer Paradis.