En las tripas de la Gran Pirámide de Keops
Antiguo Egipto
Unos cuatro mil hombres trabajaron durante casi treinta años en la construcción de la pirámide de Keops. Cuando se concluyó, pesaba seis millones de toneladas
La Gran Pirámide, la pirámide de Khufu en la meseta de Giza, no destaca entre todas las demás únicamente por sus dimensiones, sino también por las peculiaridades de su estructura interna. Esta no se parece a ninguna de las construidas antes o después, en especial porque es la única que tiene la cámara funeraria en el centro de la masa del edificio, y no a la altura de la base. Tras ser uno de los monumentos más visitados de Egipto durante toda la Antigüedad, en un momento dado la entrada de la pirámide quedó tapada y fue imposible el acceso.
En el siglo IX, el califa Al-Mamun decidió que quería saber más del monumento y ordenó a sus hombres que excavaran un pasillo hasta el centro de la pirámide, cosa que consiguieron. En realidad, la entrada original se encuentra desplazada unos metros al este del centro de la cara norte del edificio, a unos quince metros de altura, cerca del agujero de Al-Mamun, que, al ser más alto y cómodo que el original, es el utilizado hoy como acceso para los turistas.
El corredor descendente de entrada tiene unas dimensiones de un 1 metro de ancho y 1,20 de alto, y se termina 105 metros después, tras haber alcanzado 30 de profundidad en la meseta. Unos metros más allá se encuentra la primera habitación del edificio, la cámara subterránea, de unos 8,3 por 14 m, con una altura de 5, que parece haber quedado sin terminar, puede que a propósito.
El acceso al resto de la pirámide se encuentra, en realidad, en el techo del corredor descendente, a 20 m de la entrada. Allí comienza el corredor ascendente, cuyo extremo inicial está obturado con bloques de granito, para que nadie pudiera alcanzar nunca la cámara funeraria. El corredor (1,05 m de ancho por 1,20 de alto) termina 37 m más arriba, justo al comienzo del vestíbulo horizontal de 6 m de largo que es el inicio de la gran galería.
Mientras esta se eleva en ángulo hasta la cámara funeraria, el tramo horizontal continúa por debajo de ella con unos 38 m de longitud. Se trata del corredor de acceso a la cámara de la reina, que tiene la misma anchura y altura que el corredor ascendente. La cámara de la reina mide 5,23 por 5,76 m y cuenta con un gran nicho en falsa bóveda en su pared este. Sus paredes se alzan en vertical hasta 4,69 m para después continuar en forma de techo a doble vertiente.
De hecho, la habitación le debe su nombre a este techo, porque allí no fue enterrada ninguna esposa de Khufu; como los primeros hombres en la época moderna que la visitaron fueron árabes y las tumbas de sus mujeres tienen tejados a doble vertiente, estos consideraron que estaba destinada a una reina.
En el punto medio de las paredes norte y sur de la cámara, a casi un metro del suelo, comienzan dos pequeños canales estelares cuadrados de 20 cm de lado. La gran galería es una maravilla arquitectónica de 46,71 m de largo, cubierta mediante una bóveda por aproximación de hiladas que se eleva hasta los 8,5 m de altura.
Con un banco corrido a cada lado, donde a intervalos regulares hay excavado un agujero cuadrangular de función desconocida, se termina en un corto vestíbulo horizontal, más allá del cual se encuentra la cámara funeraria. No obstante, antes hay que atravesar una pequeña habitación que antaño estuvo obturada con tres grandes rastrillos de granito, destinados a impedir el acceso a la sala en que reposaba el faraón.
La cámara funeraria de Khufu, el último elemento de la pirámide, es una habitación situada a 100 metros de altura, de granito rojo, con unas dimensiones de 10,49 por 5,25 m y una altura de 5,85 m, con el lado largo orientado de este a oeste. Está cubierta por un techo horizontal formado por nueve enormes losas de granito rojo (se calcula que cada una pesa unas 45 toneladas).
Por encima de ellas hay cuatro grupos consecutivos de losas, que a su vez quedan cubiertos por una bóveda a dos aguas, formando todo ello lo que se conoce como cámaras de descarga. Cerca de la pared occidental de la cámara funeraria se encuentra el sarcófago de piedra, también de granito, cuyas dimensiones (2,27 m de largo por 0,98 m de ancho y 1,051 m de alto) demuestran que fue introducido en la cámara mientras esta se estaba construyendo.
Los trabajadores que cerraron el acceso no quedaron atrapados en la pirámide
Al igual que en la cámara de la reina, en las paredes norte y sur de esta habitación también hay canales estelares, esta vez situados a 2,60 m de la pared este y a poco más de 90 cm del suelo, con una sección cuadrada de unos 20 centímetros.
Una salida para los obreros
A pesar de que el acceso a las estancias superiores quedó obturado por bloques de granito tras el entierro de Khufu, los trabajadores que ayudaron a cerrarlo desde la gran galería no quedaron atrapados en la pirámide. Eso habría supuesto alcanzar el más allá acompañando al faraón, algo inimaginable.
Para evitarlo, se excavó a modo de pasaje secreto una salida de emergencia, el llamado pozo de los ladrones: un corredor casi vertical desde el extremo inferior del vestíbulo de la gran galería que desembocaba en un nicho excavado justo antes de la entrada a la cámara subterránea. Desde allí, los obreros no tenían más que subir por el corredor descendente para salir de la pirámide. Su entrada quedó sellada inmediatamente después, para ser luego cubierta y disimulada tras un bloque del revestimiento.
Este artículo se publicó en el número 563 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.