El Saturno de las telecos devora a sus hijos

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Telefónica, Orange y Vodafone claman por (liderar) fusiones europeas mientras el BBVA se prepara para salir indemne del expediente de la CNMC sobre la opa al Sabadell

Francisco de Goya - Saturno devorando a su hijo, 1819-1823

Francisco de Goya - Saturno devorando a su hijo, 1819-1823

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Si el mercado de las telecos tuviese un dios, sería Saturno. Hay un par de razones para ello. La primera, que Saturno, Cronos en griego, es el dios del tiempo, y las empresas pugnan con sus enjambres de antenas, fibras y satélites por reducirlo al mínimo o, como dicen ellas, por lograr la menor latencia posible. La segunda y más importante, que Saturno tenía por costumbre devorar a sus hijos, como dejó bien plasmado Goya en una de sus pinturas negras. Sí, comerse sus propias criaturas, al igual que hace el mercado de las telecos, que no deja de engullir empresas mientras produce hijos para su posterior deglución. Es el particular sino de esta curiosa mitología empresarial, sometida a las fuerzas contrarias del tamaño y la competencia.

Digestión Europea de Telecos. Aunque las lluvias y las contratas de desmontaje hayan borrado ya todo rastro, hace apenas unos días se celebró en Barcelona el Mobile World Congress (MWC). Como si de líderes europeos de la OTAN atormentados por Trump se trataran, los primeros ejecutivos de la británica Vodafone, la francesa Orange, la alemana Deutsche Telekom y la española Telefónica proclamaron con su voz de politono que basta ya, que hay que dejar de perder competitividad frente a Estados Unidos, que es el momento de dar un paso estratégico adelante, que la Comisión Europea debe revisar sus regulaciones, que hay que ganar escala, que son necesarias las fusiones (por ellas lideradas), informa Pilar Blázquez.

Apetito saturniano. Lo cierto es que en torno a estas empresas se libra el gran festín de las telecos, en el que participa por un lado el instinto con el que Saturno gana tamaño para disponer de mayor capacidad inversora y por otro el afán de sus hijos para reproducirse y provocar al dios con sus brillos de competencia. El tiempo es inexorable, pero tiene sus reglas, y una de ellas resulta cristalina en este sector: como en un eterno retorno, siempre nacerá un cuarto y un quinto y un sexto operador low cost, presto a ser devorado.

En España, los últimos años atestiguan las saturnales del kilobait. Recordemos los casos más sonados:

2005: La francesa France Telecom, hoy Orange, adquiere Amena. Qué tiempos aquellos, en los que era más fácil obtener una hipoteca por el 120% del piso que escribir un sms.

2014: La británica Vodafone compra Ono por 7.200 millones, una operación que acabó por atragantársele. Hubo que hacerle la maniobra de Heimlich. Su dieta española nunca fue la más sana. En los años noventa, ya había comprado algunas filiales de Airtel.

2014: La réplica de Orange consistió en la compra por 3.400 millones de Jazztel, empresa de Leopoldo Fernández Pujals, el fundador de Telepizza, gestionada por José Miguel García, que conoce bien los deseos de Saturno y ha amansado una fortuna de consolidación en consolidación.

2015: Euskaltel, sin ser de las grandes, compra la gallega R de Cable poco después de haber salido a bolsa valorada en 1.200 millones. El operador vasco ya está en el horno.

2015: El fondo británico Zegona se hace con la asturiana Telecable por 640 millones. Fue la forma de anunciar su presencia en el restaurante de las telecos españolas.

2016: MásMóvil adquiere por más de 600 millones Yoigo, que había logrado convertirse en el cuarto operador de España.

2020: Lo fondos de capital riesgo KKR, Cinven y Providence se hacen con MásMóvil mediante una opa valorada en unos 3.000 millones de euros.

2021: MásMóvil compra Euskaltel a Zegona, que había adquirido la empresa en el 2019. José Miguel García, que dirigía Euskaltel en el momento de su venta, había lanzado la marca Virgin Telco.

2024: Orange y MásMóvil formalizan su fusión para alumbrar Masorange, tras lo que el operador de bajo coste, dirigido por Meinrad Spenger, ha impuesto sus equipos sobre los del operador francés, con ERE incluido.

2024: El fondo británico Zegona compra por 5.000 millones de euros Vodafone España. Aquí también hubo ERE de por medio. Hace unos días, por cierto, Vodafone España se hizo con Sercom, su distribuidor de tarjetas prepago en España.

Los movimientos se producen bajo la premisa de un mercado que gira en torno a tres grandes operadores, que son Telefónica, Orange y Vodafone, y una corte de menor tamaño encargada de amenizar el banquete ofreciendo tarifas más baratas. En innumerables ocasiones, los directivos de las empresas han denunciado un exceso de competencia que, animado por las low cost, tiraba los precios y dificultaba las inversiones. La consolidación era el único remedio, pero la labor de Saturno es infinita porque los hijos no dejan de reproducirse. Aún queda recorrido en España, al menos mientras el cuarto operador en liza, Digi, presente batalla comercial.

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El consejero delegado de Orange-MásMóvil, Meinrad Spenger 

Dani Duch / Propias

Mientras, Masorange se consolida ahora como primer operador de móviles, por delante de Telefónica. Esta semana le ha ganado el gran contrato de telecos del Estado, valorado en más de 500 millones de euros. El acabose para algunos: una empresa en la que participan el Estado francés y fondos de capital riesgo se ha hecho con el lote de la ciberseguridad.

¿Y en la UE? A nivel europeo, que es de lo que hablaron los gigantes continentales en el MWB, Saturno apenas ha probado bocado. Hubo una operación, la de venta por Telefónica de la británica O2 a Hutchison, que estaba llamada a marcar el rumbo de la consolidación continental. La Comisión Europea la vetó en el 2016 --mes y medio antes del referéndum del Brexit-- para evitar que el mercado británico se redujese a dos o tres operadores. Fue su forma de dejar bien claro el rechazo a este tipo de concentraciones. Este es el criterio que ahora podría cambiar.

¿Cuatro operadores en la banca? Este criterio, el de preservar un ramillete de al menos cuatro competidores en el conjunto del mercado nacional, es el que el Sabadell reclama a la CNMC en la opa del BBVA. A su consejero delegado, César González-Bueno, le gustaría un cambio en la metodología con la que Competencia analiza las operaciones, como comenta en esta entrevista con Eduardo Magallón. Más estructural y menos conductual, dice, antes de reclamar a Competencia que obligue al BBVA a vender activos porque, argumenta, la distancia entre el tercer y cuarto banco del mercado es excesiva en el negocio de pymes. “No hay una correlación directa entre concentración y competencia”, replicaba hace unos días el presidente del BBVA, Carlos Torres, en un encuentro del Iese en Barcelona.

Lo cierto es que la suerte ya parece echada. La CNMC se decantará previsiblemente por imponer condiciones conductuales que serán aceptadas sin excesivas complicaciones por el BBVA. El banco opante deberá afinar algo los remedios planteados a Competencia y saldrá indemne del expediente, de modo que la opa queda vista para sentencia, para la sentencia de los accionistas, salvo que el Gobierno diga lo contrario. La política debe decidir, dice aquí Manel Pérez.

Mientras, la Comisión Europea sigue mudando de piel. Indicio de que, en efecto, podría abrirse a las reivindicaciones de las telecos. Si hace dos semanas lanzaba una nueva estrategia industrial en la que simplifica la burocracia y reduce exigencias medioambientales, en lo que va de mes ha dado tres años a la automoción para reducir las emisiones medias de sus vehículos nuevos y ha propuesto movilizar 800.000 millones para emplearlos en defensa, informa Anna Buj.

Todo ello mientras Trump lanza unos aranceles que siembran el desconcierto en las empresas, las bolsas y los economistas. Por primera vez en muchos años, el riesgo de recesión asoma en el país, informa Piergiorgio Sandri. Bruselas ha respondido con represalias valoradas en 26.000 millones de euros.

TeleEstado, dígame. Hay un importante matiz que puede alegarse ante las grandes empresas europeas de telecos y su saturnina voracidad: el respectivo peso del Estado en sus accionariados. La Sepi tiene el 10% de Telefónica, el Estado francés un 20% en Orange y el alemán un 27% de Deutsche Telekom. Con estos socios, las fusiones podrían adoptar aspecto político.

Ahora que las telecos están muy interesadas en ganar escala para intentar de paso plantar batalla a los gigantes digitales, conviene recordar esta entrevista de La Contra de La Vanguardia con Steve Wozniak. Sí, el fundador de Apple junto a Steve Jobs, que estuvo en el MWC. Dice que el periódico en papel es “maravilloso”, que le encantan “las cosas de antes”, que “tienen clase”, que está “cansado de lo digital”, que un perro y un gato hacen mejor compañía que la tecnología. Así de caprichoso es el tiempo, que convierte a uno de los popes de la aceleración tecnológica en un asceta hastiado del alud de wasap y correos electrónicos con el que convivimos a diario los mortales.

En fin, Wozniak demuestra que el tiempo también es moldeable, como también corrobora Pablo Francescutti en su libro Historia del futuro. Allí explica cómo ha evolucionado nuestra forma de percibir este impenitente concepto. Los griegos creían en la circularidad del tiempo, concepto recuperado por Nietzsche. Sin embargo, parece que el eterno retorno que envuelve nuestras existencias y las operaciones de concentración de las telecos quedó superado hace siglos. El cristianismo instauró una forma distinta de ver el tiempo: lineal, con su cielo e infierno arriba y abajo, y su clímax final a modo de juicio final. Eso tuvo sus derivadas. Una de ellas fue la idea ilustrada del progreso, en la que la línea parece avanzar siempre hacia arriba. Otra fue la innovación de comerciar con el futuro, esto es, de endeudarse, del compre hoy y pague mañana a cómodos plazos. Al catolicismo le costó mucho asumir esta idea. Si Dios es el dueño del tiempo, ¿cómo va usted a privatizarlo y vender una porción de él?, se preguntaba la ortodoxia. ¿Cómo aceptar moralmente la idea de endeudarse, de tomar prestado algo, el futuro, que pertenece a la divinidad? Cuestiones existenciales que uno con mucho gusto plantearía a su cajero de confianza si no tuviese que pedir cita con semanas de antelación. Tempus fugit. Lavadora centrifugit.

Otras noticias de la semana

La presidenta de Inditex, Marta Ortega, y el consejero delegado de Inditex, Óscar García Maceiras.

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M. Dylan - Europa Press / Europa Press

  • Inditex gana un récord y cae con fuerza en bolsa. El gigante de la moda se superó a sí mismo por tercer año consecutivo. La matriz de Zara ganó 5.866 millones de euros en su último ejercicio, un 9% más que un año antes. Sin embargo, la bolsa recibió los resultados con caídas de la acción del 7%, informa Maite Gutiérrez.

  • Mercadona defiende el turismo. El gigante valenciano de la distribución facturó en 2024 un total de 38.800 millones de euros, un 9% más que el año anterior. “Estamos en dos países en los que la economía funciona muy bien y tenemos un 'chollo' con más de 100 millones de turistas. El turismo es el primer vector económico del país y hay que cuidarlo”, dijo el presidente de la compañía, Juan Roig, informan Neus Navarro y Salvador Enguix.

  • Seat y Cupra van contracorriente. Las marcas españolas de Volkswagen lograron un beneficio operativo de 633 millones de euros en el 2024, un 1,3% más que el ejercicio anterior. Obtuvo rentabilidades récord y escapó a los descensos del conjunto del grupo, informa aquí Luis Florio.

  • El lujo ya no es lo que era. Este particular mercado ha atravesado en el 2024 uno de sus peores años. Después de registrar crecimientos pospandemia de alrededor del 8%, el año pasado cerró con un estancamiento de las compras de artículos como ropa, calzado, marroquinería, joyería, relojería y cosmética de alta gama, informa Noemi Navas.
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