Badosa y Muguruza: en el crepúsculo, ellas traen luz

El Reportaje

Con un Nadal lesionado y un Alcaraz novel, nuestro país asiste a la explosión del tenis femenino

Vertical

Paula Badosa, en Indian Wells, el 17 de octubre 

Jayne Kamin-Oncea / Reuters

Ganar Wimbledon te cambia la vida

Conchita Martínez

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En aquel 2000, el tenis español vivía un periodo de esplendor.

No había rastro de Nadal (nadie podía imaginarse que algún día, más de veinte años más tarde, tres tenistas iban a acaparar sesenta títulos del Grand Slam, veinte para cada uno), pero abundaban los talentos españoles en ambos circuitos, el masculino y el femenino.

Àlex Corretja, Albert Costa, Carlos Moyá y un emergente Juan Carlos Ferrero frecuentaban el Top Ten. Cerca de ellos se encontraba Félix Mantilla. Entre bastidores, aún recordábamos a Sergi Bruguera.

El G-4 (Josep Perlas, Javier Duarte, Jordi Vilaró y Juan Avendaño) ya no sabía cómo resolver el entuerto, cómo montar el equipo de Copa Davis para la final del Palau Sant Jordi.

Solo cabían cuatro hombres y uno de ellos debía ser un doblista consolidado. Tocaba hacerle sitio a Joan Balcells: Moyá iba quedarse fuera, una víctima colateral.

(“Dejar a Moyá fuera de aquella Davis fue algo profundamente emocional. Recordarlo aún me afecta”, nos contaba Josep Perlas en diciembre del 2020, veinte años más tarde).

Esplendor pasado

En el 2000, el tenis español vivía tiempos magníficos tanto en el cuadro masculino como en el femenino

Entre las mujeres, Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez eran dos iconos de la WTA. Cabalgaban en el pelotón de cabeza, con viento de cola. Entre ambas sumaban cinco títulos del Grand Slam. Estuvieron a punto de ser número 1 y 2 del circuito simultáneamente.

Arantxa había ocupado el liderato en febrero del 1995, durante dos semanas. Conchita había sido la segunda ocho meses más tarde, semanas después de alcanzar la final de Roland Garros.

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Conchita Martínez y Arantxa Sánchez Vicario, en Barcelona'92 

Getty

Su estado de inspiración les había abierto las puertas del WTA Tour Championship (hoy, conocido como las WTA Finals), el torneo de las maestras del año. Ambas jugaron en el Madison Square Garden de Nueva York (entonces, competían 16 jugadoras, que no ocho, como ahora).

El cuadro se había resuelto por eliminación directa. Arantxa Sánchez Vicario, 5.ª favorita, cayó en primera ronda ante Kim Clijsters (7-5 y 6-4). Conchita Martínez tuvo tiempo de eliminar a Elena Likhotseva antes de transigir frente a Anna Kurnikova (6-4 y 6-0), un fogonazo de jugadora que nunca lograría levantar el vuelo.

Aquello no se ha repetido. El tenis femenino no ha vuelto a colocar a dos mujeres en el torneo que cierra el año.

Así, hasta ahora.

(...)

Hoy, el tenis español se encuentra en una situación confusa, acaso prisionero de la Nadaldependencia.

Es imposible sustraerse a ello. El peso de Nadal es infinito. Nadie lo hubiera predicho de antemano y los agoreros consideran que no se repetirá en el futuro: ¿un español apropiándose de veinte grandes, de trece títulos de Roland Garros?

Lo que pasa es que el balear permanece en los cuarteles de invierno, lastrado por la enfermedad de Müller-Weiss, lesión degenerativa que provoca una displasia del escafoides tarsiano, una deformidad de uno de los huesos del medio pie izquierdo. Se espera su regreso para el 2022, vamos a ver qué noticias emergen en las próximas semanas.

Pablo Carreño y Roberto Bautista van y vienen, ofrecen momentos dispares, años dispares. Alejandro Davidovich se va abriendo paso y Carlos Alcaraz, aún un teenager (18), empieza a soportar buena parte del peso. Ahora mismo ya es el 42.ª del mundo. En este 2021, su primer año en la élite, Carlos Alcaraz ha sido capaz de derrotar a Stefanos Tsitsipás en la tercera ronda del US Open y se ha adjudicado un título, en Umag.

Alcaraz será el sustituto natural de Nadal en la Copa Davis que empieza en unas semanas.

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GRAF1603. MARBELLA (MÁLAGA), 10/04/2021.- El tenista español Carlos Alcaraz devuelve la bola a su compatriota Jaume Munar durante su partido de semifinales del Torneo de Marbella, este sábado en el club de Puente Romano. EFE/Antonio Paz

–Soy consciente de lo que dicen, e intento no darle demasiada bola a todos esos comentarios –contaba a este diario en una entrevista en abril.

(Le habíamos comentado que algunos lo comparaban con Rafael Nadal).

En este impasse, el que media entre Nadal y Alcaraz, el rendimiento del tenis femenino ofrece ilusiones y sorpresas.

Paula Badosa (23) ha entrado en escena.

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Paula Badosa of Spain during the trophy ceremony after the final of the 2021 BNP Paribas Open WTA 1000 tennis tournament against Victoria Azarenka of Belarus AFP7 17/10/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN

Lo ha hecho con una fuerza inesperada, producto de la perseverancia, su capacidad para reconstruirse y el instinto de supervivencia.

Años atrás, habíamos estado a punto de perderla.

Había ocurrido a mediados de la década pasada, así juega la presión: era el 2015 cuando Badosa se había apuntado el título de Roland Garros júnior. Aquello había sido demasiado para ella, para su entorno y para los aficionados. Se vendió la moto.

Empezó a hablarse de la Sharápova española.

Se confundieron todos los agentes, incluida ella misma. Sus consecuencias fueron nefastas, tanto que Badosa se niega a viajar mentalmente hasta aquellos días.

–Procuro no recordarlos. Solo me traen dolor –contaba esta semana a La Vanguardia.

Esta ha sido la novena participación de Muguruza en el abierto norteamericano

Garbiñe Muguruza 

Reuters / Geoff Burke

Hoy, Badosa es otra: su reseteo, al amparo de sus tres sucesivos entrenadores (Xavi Budó, Javi Martí y Jorge García), la han catapultado al Top 15 mundial (es la 13.ª), allí donde también se encuentra Garbiñe Muguruza (28 años, 5.ª del mundo).

Juntas, ambas se preparan para emular a Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez: 21 años más tarde, habrá dos españolas en las WTA Finals (en la Guadalajara mexicana, del 10 al 17 de noviembre).

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