La ansiedad derrota a la gimnasta perfecta

Tokio 2020 

Gimnasia artística Sin Bolt ni Phelps, el mito de la disciplina buscaba los seis oros pero acaba retirándose del concurso por equipos, víctima de un ataque de ansiedad; Estados Unidos se queda con la plata

La ansiedad derrota a la gimnasta perfecta
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–Siento el peso del mundo sobre mis espaldas. Ya llevo algunos días notando que algo no va bien. Y cuando he despertado por la mañana, he pensado: ‘Vamos a intentarlo’. Y he salido y lo he intentado, pero nunca en mi vida me había sentido así. Llevo demasiados días recibiendo mensajes y tuits, sintiendo el peso del mundo. Y los deportistas somos personas, y a veces tenemos que dar un paso al lado.

Todo eso dice Simone Biles (24) en la medianoche de Tokio.

Menudo panorama: Usain Bolt y Michael Phelps la han dejado sola en la cumbre.

Las piernas de Biles la proyectan hacia arriba como catapultas, fascinante criatura que trasciende el presente para elevarse hacia el futuro, pero el mundo pesa mucho y lleva una pandemia consigo, y Simone Biles siente ese peso sobre las espaldas.

IOC president Thomas Bach speaks with USA's Simone Biles after the artistic gymnastics women's team final during the Tokyo 2020 Olympic Games at the Ariake Gymnastics Centre in Tokyo on July 27, 2021. (Photo by Loic VENANCE / AFP)

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A los ojos de la gimnasia artística, del olimpismo en general, Biles es una bendición.

En la pequeñez de Biles (1,42 m), cuádruple oro olímpico y seis veces campeona del mundo, se asienta el mundo entero: la necesitamos porque necesitamos leyendas, héroes que nos inspiren, y Biles genera un aura magnética cuando penetra en el pabellón, silueta negra de largos brazos y piernas como rocas que se mueve entre especialistas más altas, en su mayoría blancas o asiáticas.

–Cada día está más segura de sí misma –nos cuenta David Barron, periodista de Houston Chronicle , el área geográfica de la que Biles procede.

–¿A qué se refiere?

–Antes, hace seis o siete años, Biles era más giggly , más tímida y aniñada. Hoy es una mujer consciente de sí misma, de todo aquello que se espera de ella y puede darnos.

La mejor Simone Biles puede darnos, por ejemplo, un doble mortal Yurchenko.

Un Yurchenko es aquel salto que en su día (1982) había diseñado Natalia Yurchenko. El doble Yurchenko es una voltereta sobre el trampolín, seguida de un salto de manos hacia atrás, para aterrizar en un doble mortal.

Biles lo aborda a la velocidad del rayo: entra a 24 km/h y voltea sobre sí misma a 150 revoluciones, un tercio de la velocidad de rotación de la hélice del helicóptero.

Eso, hasta hoy en día, solo lo hacían los hombres.

Hasta hoy en día.

–¿Y es una mujer popular en Estados Unidos? –le pregunto al compañero Barron, que a mi lado teclea en el ordenador.

Barron es un hombre mayor, un lobo de mar que lleva años siguiendo a Biles.

Necesitamos a Simone Biles porque necesitamos leyendas, superhéroes que nos inspiren

Enarca una ceja y me dice:

–Somos 300 millones de estadounidenses...

–¿...?

–Quiero decirle que millones de americanos no la conocen. Aunque la presencia de Biles es constante. Y en especial, en estos días.

Y me muestra la lista de patrocinadores que arropan al mito: Visa, Uber Eats, Athleta, United Airlines, Oreo... Me cita cinco más.

Abajo, Simone Biles busca seis oros. Nadie lo ha hecho antes.

Ni Latynina, ni Comaneci.

La estrella disputa la primera final de su extenso programa en Tokio: lo hace en el concurso por equipos, un asunto peliagudo porque la ROC (Russian Olympic Committee) va muy fuerte.

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Simone Biles puede darnos un doble Yurchenko, pero esta vez ejecuta un salto discreto, un vuelo sencillo, sin estridencias, que la deja en 13,766, muy poquita cosa en comparación a su registro de la calificación del completo, cuando se había ido hasta 15,183.

–El problema ha aparecido tras mi primer ejercicio. He ejecutado un mal salto y entonces me he dicho: ‘Ya no quiero seguir’.

Aparecen los médicos, el equipo completo envuelve a Biles, que se sienta en la silla. Luego ella desaparece de escena, y cuando vuelve, cinco minutos más tarde, ya se ha vestido el chándal blanco.

De inmediato circulan dos rumores. Hay quien habla de problemas en el tendón de Aquiles. La NBC se abona a otra tesis. Habla de una crisis de ansiedad.

USA Gymnastics, la Federación Estadounidense, se limita a hablar de “problemas médicos que serán tratados durante los próximos días”.

Simone Biles siente el peso del mundo.

Ya no comparece en la segunda rotación, las asimétricas, su caballo de Troya en Tokio, pues se había visto a punto de caerse de la final. Ahora, y por el resto de la sesión, se convierte en animadora del equipo, que no logra remontar el vuelo y se queda con la plata. Ganan las rusas.

Biles siente el peso del mundo, y no queda claro qué será de ella en los próximos días. Lo que sí queda claro es que no tendrá el pleno, los seis oros.

“Llevo demasiados días recibiendo mensajes y tuits, sintiendo demasiada presión”, dice Biles

El concurso completo es el jueves (12.50 h en España) y los individuales, el domingo y el lunes.

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