En febrero, Simone Biles (24) se plantaba.
Harta de las corruptelas de la Federación Estadounidense (USA Gymnastics), sintiéndose desamparada tras el caso Nassar, Biles le decía a 60 Minutes, programa de la CBS:
-Si algún día tengo una hija, no la dejaré entrar en el sistema de Estados Unidos.
-¿Por qué? -le preguntó Sharyn Alfonsi.
-Porque no me siento lo suficientemente protegida por sus dirigentes, porque no han tomado medidas y porque no han pagado aún por todo lo que han hecho y tampoco nos han asegurado que aquello no volverá a pasar.
(...)
Hace tres años, Biles denunciaba que ella misma, la mejor gimnasta de todos los tiempos, también había sido víctima de los abusos sexuales del doctor Larry Nassar.
Una más, entre 265 gimnastas.
Larry Nassar nunca saldrá de la cárcel.
Sin embargo, USA Gymnastics no volverá a ser lo que era.
No se ha condenado a Steve Penny, su presidente en los tiempos de Nassar, ni a Martha y Bela Karolyi, propietarios del rancho en el que el médico había cometido un abanico de sus abusos. Según las gimnastas, todos ellos habían encubierto los abusos de Nassar. La justicia dice que seguirá investigando.
Y por eso, Li Li Leung, actual jefa de la federación, ha dicho en los últimos tiempos:
-Somos conscientes de que hemos roto la confianza de nuestras deportistas. Y vamos a trabajar para reconstruir nuestra relación.
No queda claro qué va a hacer Leung.
Sí queda claro que va a hacer Biles.
Lo demostraba este domingo, en las calificaciones de la gimnasia artística: dejó a un lado sus desavenencias con USA Gymnastics para ilustrar su compromiso con el mundo del deporte en general y con la familia olímpica en particular.
¡Magnífico!
La necesitamos, ahora que la pandemia todo lo contamina y no tenemos a Usain Bolt y Michael Phelps, paraguas del olimpismo desde tiempos inmemoriales, hoy ya jubilados como deportistas (que no como personalidades, pues ambos merodean por Tokio, enfrascados como están en diversos proyectos publicitarios).
¿Y qué hizo la pequeña Biles (1,42 m de estatura)?
Apuntar alto.
Tan alto como lo había hecho en Río 2016, cuando se había apropiado de cuatro oros y un bronce y había relanzado la gimnasia artística en el imaginario popular, tal y como en su día lo habían hecho Larisa Latynina (Melbourne 56) y Nadia Comaneci, la niña 10 (Montreal 76).
Tan alto como aquellas, o más allá.
Biles se mostró imperial en suelo y salto, aunque no tanto en la barra de equilibrio (pasó a la final como 6.ª) y asimétricas (8.ª), y disputará seis finales, pues, todas las que hay en el programa olímpico, empezando por el concurso por equipos de mañana mismo (12.45 h del mediodía) y siguiendo por el concurso completo del jueves.
Nadie ha hecho eso antes, acaparar el oro en las seis categorías de la gimnasia artística.
Mitómanos, hay historia.
¿Dónde están aquellos que buscan el novamás en el olimpismo? ¿Aquellos que aplauden los siete oros de Spitz, los ocho de Phelps, los tres dobletes de Bolt, el póquer de Owens y Lewis...?