Los saltos de alegría en la banda de Hansi Flick tras consumarse la victoria en Dortmund delataban un estado de satisfacción. Una sensación que una hora después del partido, en las entrañas del Signal Iduna Park, se mantenía. La sonrisa en el rostro del técnico alemán del Barça lucía perenne. Se le veía feliz y al poder expresarse en su lengua materna había podido transmitir todo el orgullo que llevaba dentro. Recibía felicitaciones y golpecitos en la espalda por los pasillos del Westfallen Stadion, incluso por parte del personal del Borussia Dortmund. Aunque es la bestia negra del equipo amarillo, con seis victorias en seis encuentros, aquí se le valora como un tipo legal y jovial.
Un técnico que se cree a su plantilla, que está gestionando a su muchachada con firmeza y con cariño y que se ha ganado al vestuario con decisiones que le otorgan mucha credibilidad. No solo con la radical apuesta del fuera de juego con la que sorprendió a sus pupilos ya en pretemporada sino con su manejo de los minutos.
Tras abogar por un once de memoria ha intervenido de manera vital con revulsivos clave
Por las lesiones y por aquello de consolidar de entrada el proyecto el entrenador abogó de manera marcada por un grupo de futbolistas como titulares, situándolos una y otra vez en el once. Los Raphinha, Lewandowski, Cubarsí, Iñigo Martínez o Pedri iban acumulando desgaste. Hasta que después del subidón ante el Madrid y el Bayern vino un bajón de fuerzas y de concentración, con resultados irregulares.
Flick ha reaccionado a la coyuntura con determinación. Que Lewandowski no da el callo ante el Las Palmas pues suplencia en Mallorca, donde ni calentó. Que considera que se necesita más energía y que hay que ahorrar esfuerzos para la Champions, pues el polaco, Olmo o Pedri, sustituidos en Sevilla con el partido por decidir. Que en Dortmund se requiere otra vuelta de tuerca, pues otra vez el nueve y Olmo que son relevados por Fermín y Ferran Torres, que ha revivido de forma inesperada.
Ha recuperado a Raphinha, lo está consiguiendo con Ferran Torres, se la jugó con Iñaki Peña y ha consolidado a Casadó
Porque esa es otra, la capacidad de recuperar futbolistas para la causa que tiene Flick. Bajo su batuta Raphinha se ha convertido en uno de los delanteros más en forma de Europa, fundamental día sí, día también y con 17 goles ya en su cuenta particular. Casi nadie creía en las posibilidades del brasileño como pocos esperaban que de pronto Ferran Torres se convirtiera en el revulsivo del equipo en la punta de ataque. Por primera vez el valenciano ha marcado en tres partidos consecutivos con el Barcelona. Su doblete en Dortmund es una gran inyección de confianza para él y un aviso para que Lewandowski no se dosifique sobre el campo más de la cuenta.
Las intervenciones de Flick no son pequeñas ni funcionariales y dan resultado. De los últimos diez goles del equipo cinco han sido de suplentes (uno de Pau Víctor, otro de De Jong y tres de Ferran).
En este sentido Flick viene desde principio de curso realizando apuestas que han servido para que el plantel le siga a pies juntillas. Cuando cualquier analista hubiera fichado a un pivote para el Barcelona él dijo que se apañaba con lo que podía encontrar en la casa y le dio el mando a Marc Bernal. Cuando el púber cayó lesionado en Vallecas cogió el puesto Casadó, que se ha estrenado como internacional.
De la misma forma cuando se confirmó el fichaje de Szczesny por la baja de larga duración de Ter Stegen quien más quien menos pensaba que el guardameta polaco se haría con la portería pero Flick mantuvo la confianza en Iñaki Peña. Hasta el punto que Szczesny aún ni ha debutado. Maneja Flick el componente psicológico como algo fundamental. También se vio por ejemplo en el caso de Gerard Martín. Tras ser señalado en Vigo, donde rozó la expulsión, le dio la titularidad también al partido siguiente, nada menos que en la Champions ante el Brest. Ese día el lateral completó sus mejores minutos.
El entrenador quiere que todos sus chicos se sientan partícipes del proyecto y los mezcla con la veteranía de jugadores como Iñigo Martínez, también un futbolista muy distinto al de la pasada campaña. “Es fenomenal como viven los jugadores todos juntos los partidos, como se ayudan unos a otros. En este sentido la escuela de la Masia ha hecho un gran trabajo”, dice el técnico. Ahora está en manos del profesor Flick. Se cree a sus futbolistas y sus futbolistas creen en él.