Ya van ocho ediciones del Festival Emergents de L’Auditori. Más de 1.500 artistas (contando coros y orquestas) han pasado en más de 150 conciertos por esta “plataforma de país”, como la define el director de la sala, Robert Brufau. Aquí se han visto a jóvenes talentos que ahora triunfan, como los cellistas Kian Soltani, Sheku Kaneh Mason y Julia Hagen, el trombonista Peter Moore o la violista Cristina Cordero, que ahora forma parte del Quartet Casals.
Esta 8.ª edición, del 14 al 16 de febrero (sábado hay una maratón gratuita de música de cámara) la abre la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) bajo la batuta de Stephanie Childress, que a sus 25 ya ha debutado en grandes orquestas británicas y es principal directora invitada de esta temporada en L’Auditori.
“Fue vital tener modelos femeninos fuertes, aunque no tuvieran nada que ver con la música”
Ella representa a la perfección el talento joven y emergente que reivindica este festival, pero también lo representan el par de solistas consolidados que se pondrán a sus órdenes: el violinista Yamen Saadi, flamante concertino de la Filarmónica de Viena, que tocará el Concierto en Re de Korngold el viernes 14, y el pianista Albert Cano Smit, ganador del Young Concert Artists (2019), que el sábado hará el Concierto núm. 1 de Prokófiev. Pero lo interesante es con qué completa Childress el programa: la 1.ª Sinfonía de Chaikovski, que raramente se hace.
“No se toca mucho, pero para mí es una obra primeriza con muchas ideas, y muchas de ellas ya están formadas. No es un borrador, es la identidad de Chaikovski. Esta fue una de las primeras sinfonías que escuché de niña, quizás a través de Spotify o algo así, y me impactó. Desde entonces he estado obsesionada con ella. He dirigido la 4.ª y la 5.ª, pero siempre quise hacer la 1.ª. Es un regalo para mi yo más joven, la pequeña Stephanie que escuchó esta pieza por primera vez por casualidad”.
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Stephanie Chidress dirige la OBC. Orquestra Simfonica de Barcelona
Childress (en castellano justamente niña ) pertenece a una generación en la que, por fin, el hecho de ser niña no le ha dificultado el camino hacia un puesto de liderazgo como la dirección orquestal. “He tenido suerte –admite–. Creo que nací en el momento adecuado. He visto a colegas no mucho mayores que yo que han tenido que luchar de verdad. Pero para mí lo más importante fue tener modelos femeninos fuertes en mi vida, aunque no tuvieran nada que ver con la música. Mi madre, que estaba en el campo de la tecnología, fue una de ellas. Eso me dio la confianza para entrar en un campo donde no veía muchas mujeres en roles de liderazgo. Y es lo que diría a cualquier niña: que no siempre necesitas encontrar un mentor en tu campo, puedes inspirarte en mujeres increíbles que están en otros sectores”.
Se crió sin mucha música a su alrededor. Sus padres no están involucrados en las artes. Todo surgió de su propia dedicación y del sueño de tener la música en su vida. De hecho, Childress empezó como violinista, pero por alguna razón no se veía como tal. Y fue al descubrir la ópera, con 12 o 13 años, que “todo hizo clic y me di cuenta de que quería ser directora de orquesta”, dice.
“Exijo que construyamos algo que crezca hasta el concierto”, dice la directora
“Había tantos elementos fascinantes que los directores tenían que manejar: cantantes, orquesta, director de escena, puesta en escena... Eso iba más allá de solo leer mi propia parte como violinista en una orquesta. Y creo que soy mejor en tener la visión completa de algo”. La primera ópera de la que se enamoró fue Oneguin. Pasó meses en San Petersburgo de adolescente aprendiendo ruso, obsesionada como estaba con Pushkin y Chaikovski. “Me encantaría dirigirla algún día”, afirma.
¿Cuál sería su primera exigencia ante una orquesta? “Que me ofrezcan algo. Me gusta cuando tienen una identidad fuerte, porque dan mucho y ofrecen algo inusual. La OBC es una de esas orquestas”. Para Childress, el viaje de los ensayos es mucho más importante que cambiar una cosa u otra. “Exijo que construyamos algo que crezca hasta el concierto”.
¿Y cómo ocupa una mujer tan joven esa posición de liderazgo? “Siempre trato de ser yo misma, de creer en mis ideas, en la música y también en los músicos que tengo delante. Con esta orquesta confío. Ya hemos tenido experiencias juntos, así que siento que podemos comunicarnos libremente y confío en ellos. Son apasionados y están abiertos a ideas”.
Criada y formada en Londres, ahora reside en París, “aunque más bien vivo en una maleta”. “Londres tiene una identidad muy fuerte. Pero, desafortunadamente, ahora estamos sufriendo muchos recortes presupuestarios en la música y las artes, y lo estamos sintiendo. Muchos músicos jóvenes están dejando el Reino Unido porque no pueden encontrar trabajo y las cosas no están mejorando. Es una de las razones por las me mudé a París. Como artista, es duro ver eso y no saber hacia dónde vamos”.