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¿Es seguro comer una manzana que ha sido encerada de forma artificial?

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Mientras que las ceras naturales se digieren con facilidad, las añadidas pueden dañar el intestino delgado y el colon

Los riesgos de cortar la parte podrida de la fruta y comer el resto

Las manzanas en su forma natural tienen una capa de cera recubriendo la piel

Lo primero que hay que decir es que en su forma natural, las manzanas, como las peras y ciruelas entre otras frutas, tienen una capa de cera recubriendo su piel. Para comprobarlo basta con observar cómo brilla al frotar una pieza recién cogida del árbol. Sin embargo, no es esa la principal propiedad de esa sustancia, si no que actúa como barrera natural contra la pérdida de humedad, lo que mantiene el aspecto fresco de la fruta durante mucho tiempo y evita que penetren a través del rabillo microorganismos que podrían estropearla.

¿Dónde está entonces el problema con la cera? Pues en que la mayoría de las que llegan a las tiendas no están recubiertas de esa cera, sino de la que le añaden en los centros de producción. Puede parecer absurdo que se sustituya una por otra, pero tiene su explicación. Las manzanas, como otras frutas, no van directamente del árbol al punto de venta, sino que se somete a un proceso de lavado para quitar restos de pesticidas y suciedad, que arrastra la cera natural.

Las manzanas

En su forma natural tienen una capa de cera recubriendo la piel que actúa como barrera natural contra la pérdida de humedad

Al hacerlo, las dejan desprotegidas y susceptibles de estropearse en unos pocos días; al perder humedad se arrugan y también adoptan un aspecto mate poco atractivo. Por eso y para beneficiarse de las muchas propiedades que aporta ese recubrimiento, se impregna de nuevo la piel de manzanas, peras, aguacates y demás frutas cerúleas.

Así llegan con un buen aspecto al punto de venta, aunque lleven muchos meses, incluso hasta un año almacenadas. El aspecto de frescura y tersura de la piel no son lo más importante. El verdadero objetivo es protegerlas de la oxidación y de la posible penetración de microorganismos, hongos o insectos perjudiciales.

Debemos sumergir la pieza unos segundos en agua caliente para disolver la cera y luego lavarla bajo el grifo

La cera propia de las frutas está compuesta por unos cincuenta elementos, la mayor parte de los cuales corresponden a la categoría química de los ésteres. Uno de los principales es el ácido ursólico, un potente repelente del agua que, según diversas investigaciones, tiene también la propiedad de inhibir varios tipos de células cancerígenas.Contiene además alcoholes e hidrocarburos y triacontano, un componente que puede ser aislado del petróleo y que es uno de los utilizados también en las ceras que se elaboran para proteger alimentos.

Puede parecer poco recomendable, pero según los expertos no difiere apenas del mismo elemento que se encuentra de forma natural en las manzanas. La cera añadida puede ser de muchos tipos, algunas de ellas procedentes de plantas u animales, y todos sus componentes deben ser aptos para el consumo humano. Aunque como suele ocurrir con los aditivos añadidos, existen dudas sobre el efecto de estas ceras sobre la salud.

Ojo

Mientras que las ceras naturales se digieren con facilidad, las otras pueden dañar el intestino delgado y el colon

Sus efectos no son exactamente los mismos que los de la cera propia de las frutas y siempre resultará más sabrosa una recién cogida que la que comemos al cabo de muchos meses. También dependerá de la calidad y el tipo de las manzanas y de la forma en que se hayan conservado. Se sabe que una climatización adecuada, con un correcto equilibrio entre temperatura y humedad, tiene una gran influencia sobre el sabor, el aspecto y la durabilidad de la fruta. Aunque en ocasiones, un bonito color esconde una carne insípida y reblandecida por haber estado almacenada durante un largo tiempo y no en las mejores condiciones.

Lo que sí se sabe con certeza es que mientras las ceras naturales se digieren con facilidad y no dañan el organismo, las otras no se pueden digerir y pueden dañar el intestino delgado y el colon. Por eso conviene siempre lavarlas a conciencia o pelarlas antes de comerlas, aunque en ese caso se pierden muchos de los nutrientes que convierten esta fruta en una de las más saludables.

Si las pelamos eliminaremos la cera pero también una parte impotente de sus nutrientes

Existen diversas formas de hacerlo con total seguridad. Una de ellas es sumergir la pieza unos segundos en agua caliente para disolver la cera y luego lavarla bajo el grifo. Otro consiste en hacer una mezcla de bicarbonato y limón con la que se impregna la manzana y luego cepillarla bien antes de enguijarra. Se puede sustituir el limón con vinagre o, aún mejor, con vinagre de manzana. Siempre lavándola luego con agua corriente.