La temporada de puerro empieza en octubre y se alarga hasta la primavera, de modo que todavía queda tiempo para disfrutar de esta cebolla llena de ventajas, entre las que destaca su contenido en fibra, vitaminas C, A y B6, potasio, calcio, magnesio, cobre y hierro, además de que propicia una buena digestión y evita la retención de líquidos.
Otro de sus beneficios es que se trata de una de las verduras más versátiles, y puede formar parte de numerosas recetas: cremas, sopas, quiches, sofritos, tartas de hojaldre, canelones, carnes... Y, si se sabe cómo hacerlo, el puerro puede aprovecharse al 100%, también la parte verde. Te explicamos cómo:
Cómo cortar el puerro correctamente
El modo más sencillo y útil de trocear esta planta de la familia de las Amaryllidaceae (la misma a la que pertenecen la cebolla y el ajo) es, para empezar, retirar las raíces del extremo y dividirla en dos partes: la blanca y la verde. Es importante limpiarla antes, ya que se trata de una verdura que crece en el suelo y la tierra puede penetrar en todas sus capas.
Para nuestras elaboraciones, normalmente usamos la primera, deshaciéndonos de las hojas y el tronco verde. No obstante, se pueden aprovechar para dar sabor a los fondos o incluso freír y cocinar unos crujientes de puerro. En crudo, también pueden aportar frescor a nuestros guisos u otros platos.
Una vez hemos dividido el puerro en dos, debemos cortar la parte verde con un cuchillo bien afilado a rodajas. La parte blanca, en cambio, la cortaremos a la mitad, para así trocearla por dos tandas, de modo que nos queden trozos en forma de luna. Los podemos deshilachar para que se integren mejor con nuestras recetas. Si el puerro no es muy grueso, podemos trocearlo directamente en rodajas.
Como el puerro, hay muchas otras verduras de las que se pueden aprovechar partes que normalmente desechamos, como el tronco del brócoli o de la coliflor, la piel del calabacín o de la patata, las hojas de la alcachofa...
Así puedes escoger el mejor puerro del súper
Cuando compremos esta verdura, debemos fijarnos en que el tallo esté recto, consistente, firme y blanco brillante. Que las hojas estén secas o el puerro amarillento o descolorido no es buena señal. No es necesario coger las piezas más grandes, sino que elijamos el tamaño según el uso que le vamos a dar.