Una hamburguesa de Óscar que revoluciona el mundo

Opinión

La fotografía de Joaquin Phoenix tras la ceremonia de los grandes premios de Hollywood ha activado la demanda de hamburguesas veganas

Stop al racismo: la gastronomía china paga por el coronavirus

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Joaquin Phoenix comiendo una hamburguesa vegana con la actriz Rooney Mara

Greg Williams

En cualquier gala cinematográfica, los discursos de los premiados suelen ser emotivos y en el corto espacio de tiempo del que disponen, acostumbran a compartir protagonismo familiares vivos y muertos, y unos cuantos agradecimientos que suenan a trillados bla, bla, bla. Frente a tanto tópico discursivo, se agradece que, de vez en cuando, un laureado se salte el guion y nos brinde ciertas briznas de originalidad, como fue el caso de Joaquin Phoenix.

En un tono de oración, en la perorata de “Joker” Phoenix cupieron los mea culpas, una leve pulla política y, como colofón, un panegírico al veganismo que, tras el fin de la ceremonia, quiso reafirmar comiendo una hamburguesa vegana junto a su pareja, la también actriz Rooney Mara. Nadie mejor que Phoenix y nada más útil que un marco de Oscar para que una moda cerciore que ya es un dogma de fe.

“Que cada día hay más veganos insertados en el variopinto grupo de vegetarianos, es una realidad incontestable”

Que cada día hay más veganos insertados en el variopinto grupo de vegetarianos, es una realidad incontestable. Sólo hay que dar una paseo por las ciudades Zara de occidente para descubrir nuevos comercios y restaurantes destinados a un público ateo en lo que se refiere a la fe carnívora.

Estas hamburguesas preparadas a base de tofu, seitán, lentejas y otros productos por el estilo, tienen su origen en la cocina euroasiática. Un origen milenario que como todo en la gastronomía, nacieron del hambre y de la precariedad cuando la carne era un bien escaso.

“Estas hamburguesas preparadas a base de tofu, seitán, lentejas y otros productos por el estilo, tienen su origen en la cocina euroasiática”

En este maltrecho planeta tenemos cabida todo tipo de masticadores. Incluso, si se diera el caso de que el último de los carnívoros fuera quemado en la hoguera por negarse a la conversión, también habría un lugar para la utopías carnívoras. El lío vendrá cuando en una sociedad de anémicos, los nutricionistas veganos alerten de los peligros que conlleva la falta de vitamina B12 y vitamina D en nuestros organismos.

El mercado de las hamburguesas veganas tiene cada vez más adeptos, y siempre al acecho de clientela potencial, las principales cadenas de comida rápida han decidido dar el paso introduciendo en sus menús las nuevas McVegan y Rebel Whopper bajo un reclamo que llama la atención: hamburguesas veganas que saben a carne.

“Incluso, si se diera el caso de que el último de los carnívoros fuera quemado en la hoguera por negarse a la conversión, también habría un lugar para la utopías carnívoras”

Dicen que el secreto de esta ilusión gustativa está en el umami , el último de los cinco sabores -dulce, amargo, ácido, salado y umami- descubierto a principios del siglo XX por el profesor japonés Kikunae Ikeda. Y aseveran que, protegidas bajo el paraguas de unas hojas de lechuga, unas lonchas de tomates, unos aros de cebolla y una salsa especial, están tan ricas que, tras su ingestión, a cualquier ser humano le cuesta distinguir entre una hamburguesa cárnica y una vegana, “lo cual”, me digo, “dice muy poco de las cualidades culinarias de la primera”.

Son dos las preguntas que me vienen a la mente. La primera, sencilla: ¿por qué un vegano tiene la necesidad de encontrar productos que sepan a carne? La segunda, también de manual: ¿por qué a estos productos se les tiene que llamar hamburguesa para poder ser comercializados, cuando la base de una hamburguesa ha sido, es y será siempre la carne?

“¿Por qué un vegano tiene la necesidad de encontrar productos que sepan a carne?”

A finales de los ochenta, principios de los noventa, se pusieron de moda los Trolex, unos relojes baratos con apariencia de Rolex que daban el pego en una sociedad enferma de apariencia. Por suerte, el caso de las hamburguesas, mucho más naif y saludable, está meramente relacionado con lo ilusorio, un fenómeno tan comprensible como extraño.

Las autoridades alemanas lo tuvieron muy claro y prohibieron por ley que los extractos de cualquier producto vegetal pudieran ser vendidos bajo la categoría de leche. Quizás, y remarco lo de quizás, seria necesario, ante el fenómeno imparable del veganismo, empezar a buscar una nomenclatura sin aditivos que dejaran de fomentar unas ilusiones que por sanas que parezcan, siguen siendo una mentira.

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