Cuando el menú de boda va con los gustos de la reina...
Opinión
Su cocinero, Mark Flanagan, confesaba que “come para sobrevivir”
Una boda real siempre despierta expectación entre los republicanos, y más si se trata de una boda con los Windsor de por medio, la familia real más real de todas la realezas no virtuales del mundo. A la hora que escribo este artículo, el Príncipe Harry y la actriz Meghan Markle estarán casándose en la Capilla de Saint George, iglesia madre del Orden de la Jarretera y templo del castillo de Windsor en el que reposan grandes reyes y reinas del Imperio.
Y a la hora que lo termine, el príncipe Harry y la princesa Meghan darán inicio a un ágape preparado por 30 cocineros dirigidos por Mark Flanagan, el chef que está al servicio de la reina Isabel II. A pesar de tener un apellido hartamente detectivesco, me cuesta imaginar una comida iluminada por la originalidad.
“Me cuesta imaginar una comida iluminada por la originalidad”
Si Heston Blumenthal, Jamie Oliver o Gordon Ramsay son la prueba de que, desde un punto de vista gastronómico, algo está cambiando en el Reino Unido, el hecho de que sea el cocinero de la Reina el encargado del menú me crea la sospecha que los platos elegidos serán de una mediocridad sumamente austera.
Si hay un producto de televisión digno de pasar a formar parte de la colección de grandes series ese es The Crown, un viaje sobrio y sin aspavientos a través de la vida de Isabel II. Terminada la segunda temporada, el espectador puede sacar la conclusión de que la reina Isabel II tiene un paladar casi de esparto y en el que el humor británico permanece desterrado.
“El hecho de que sea el cocinero de la Reina el encargado del menú me crea la sospecha que los platos elegidos serán de una mediocridad sumamente austera”
Los símiles entre el gremio real y el detectivesco es mucho más parecido de lo pueda parecer a simple vista. Mientras los detectives norteños se conforman con unas lonchas de salmón para disimular el hambre, los sureños disfrutan de una buena caponata a la siciliana o de un bacalao al pil pil para llenar el depósito de la astucia. Y en cuanto al amor, que se lo pregunten a Raffaella Carrá.
En una entrevista realizada a Mark Flanagan, este confesaba que la reina “come para sobrevivir”. Una confesión que no da pie a la metáfora. Entre los platos preferidos de la reina está el lenguado de Dover, que es lo que es y cuya carne suele estar hermanada con verduras sacadas de los huertos de Balmoral, Windsor, Sandringham y Buckingham.Eso sí, en todas la recetas tanto el ajo, como la cebolla y el paprika están condenados a morir de inanición en la Torre de Londres.
“Mark Flanagan confesaba que la reina come para sobrevivir”
Los gustos gastronómicos de la reina son tan rutinarios como los menús semanales, en los que el faisán y la perdiz quedan reservados para la comida celebrada tras la misa dominical. Con este cocinero a su servicio, tendremos que esperar a que uno de los mil ochocientos invitados cuente en que consistían los 28.000 canapés que serán paseados y devorados por unos privilegiados que comerán de pie. Y los llamo privilegiados, porque de los 1800, 1200 deberán traerse el tupper de casa. A la bebida, invita la casa, supongo. ¿Será culpa del Brexit?
Y como no hay bodorrio sin postre, habrá tarta. Según informa La Vanguardia, el pastel de boda es de flor de sauco y limón, cubierto de una crema de mantequilla y flores frescas. No solo es primavera en el Corte Inglés, y nunca mejor dicho. Si tuviera que adecuarse a la austeridad de la reina Isabel II, el postre consistiría en pan de jengibre, y es que, aunque la monarca es una de la principales fortunas del mundo, no está el horno para bollos.