La umeboshi es una ciruela japonesa encurtida bastante presente en platos de la cocina nipona, pero también china, coreana o vietnamita. Literalmente significa “ume seca” y se refiere al ume, el fruto procedente del prunus nue, un árbol de origen chino que más tarde fue trasladado a Japón y Corea. Además de que su uso es habitual en cocina, acompañando arroces, fideos, verduras o tofu, también es conocida por sus supuestas propiedades medicinales, que la han puesto de moda en Occidente en los últimos tiempos.
Al estar fermentada y salada, la umeboshi tiene un sabor potente, ácido, astringente y salado a la vez, que puede resultar incluso desagradable para muchos paladares. Sin embargo, hay quien toma una en ayunas a diario para beneficiarse de su gran cantidad de supuestos beneficios para la salud, como viene ocurriendo en la última década con otros superalimentos, a menudo llegados de otros continentes.
Umeboshi
Su sabor es potente, ácido, astringente y salado a la vez
Entre sus beneficios se encuentran la protección frente a virus y bacterias, la mejora de las digestiones y sus propiedades contra el cansancio y la fatiga. Hay quien usa la umeboshi para combatir las náuseas, tratar afecciones del sistema respiratorio y aprovechar su gran poder antiséptico para mejorar la periodontitis o la halitosis. No en vano, parece ser que los samuráis tomaban umeboshi para combatir la fatiga cuando guerreaban, gracias a su gran cantidad de ácido cítrico. Por este motivo, en ciertos sectores de la medicina alternativa se ha puesto de moda prescribir su consumo para tener una buena salud.
Para elaborar estas ciruelas, simplemente se mezclan con sal y se dejan reposar un mes para que vayan eliminando el líquido. Más tarde, se dejan al sol unos días y se meten en un bote de cristal sin luz directa, almancenándolas durante un año antes de su consumo. El líquido sobrante de esta fermentación se conoce como vinagre de umeboshi y es habitual en diferentes recetas, aunque se debe usar con mucho cuidado dada la intensidad de su sabor. Lo más habitual, sin embargo, es que se compren ya fermentadas.
Supuestas propiedades alcalinizantes
Los defensores de esta ciruela japonesa destacan sus propiedades alcalinizantes. Este término debería hacer saltar las alarmas, ya que, si atendemos a la evidencia científica, no existen alimentos alcalinos tal y como promulgan algunas dietas de moda. Lo explica JM Mulet, licenciado en Química y doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universitat de València: “La llamada dieta alcalina no tiene fundamento científico. Cuando hablamos de alcalinización hacemos referencia al PH, a unos iones disueltos en la sangre y la orina. No se puede regular el PH mediante la alimentación, y además si se desequilibrase te morirías. El cuerpo está diseñado para mantenerse en un PH estricto”. Así lo corrobora Nutrimedia, un organismo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona que se dedica a la evaluación científica de los principales mensajes sobre nutrición, con el objetivo de combatir los mitos que circulan entre la población. Según este organismo, la dieta alcalina no solo carece de base científica, sino que tampoco reduce el riesgo de cáncer, como venden muchos de sus prescriptores.
Según Nutrimedia, “la llamada dieta alcalina propugna que el 80% de los alimentos ingeridos sean alcalinos o alcalinizantes (como son las frutas y verduras) y solo un 20% sean productos ácidos (alimentos proteicos y lácteos). Sus promotores también recomiendan ingerir suplementos de calcio, magnesio, sodio, bicarbonato, potasio y colágeno, entre otros, así como el uso de máquinas para alcalinizar el agua de bebida hasta alcanzar un pH de 8,5”. Según los partidarios de esta dieta, entre los productos alcalinizantes se encuentra la umeboshi, una afirmación que carece de evidencia científica y, por tanto, no debería ser difundida en ningún foro.
Para este científico, desde un punto de vista existencial es comprensible (aunque también peligroso) que el temor a enfermedades como el cáncer genere en algunas personas una especie de necesidad de tener control sobre el azar. Por desgracia, “el cáncer es una lotería y probablemente nada va a evitar que lo tengas, sino tal vez simplemente reducir la posibilidad. Es cierto que una dieta saludable puede reducir el riesgo de padecer algunos, como el colorrectal, pero, en definitiva, es difícil vivir con la certeza de que nuestra vida depende de algo que no podemos controlar”, explica Mulet. Para él, cuando una persona comienza una dieta alcalina que incluye un alimento como, pongamos por caso, la umeboshi, es lógico que se sienta mejor. “De golpe se basa la dieta en el consumo de frutas y verduras frescas y se eliminan los ultraprocesados”, asegura Mulet, aunque eso no significa que la causa sea esta cereza, sino un conjunto de decisiones vinculadas a la alimentación.
Recomendada por la macrobiótica
También la dieta macrobiótica prescribe el consumo de umeboshi. Al igual que la alcalina, esta pauta de alimentación basada, a grandes rasgos, en la existencia de alimentos ying y yang y la necesidad de establecer un equilibrio entre ambos, carece de respaldo científico. Lo explica el vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), Emilio Molina, que asegura que “el problema de la macrobiótica es que su base doctrinal dice que se están equilibrando energías inexistentes, de manera que esta desinformación inicial puede llevar a quienes la siguen a tomar malas decisiones en materia de salud”. Además, la macrobiótica ni siquiera se puede considerar una dieta saludable en términos estrictos, según señala Luis Santamaría del Río, investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). “Aparte de que no hay evidencia científica de que este sistema reporte especiales beneficios, muchos críticos destacan que la escasez de grasas no es necesariamente buena, además de que la gran insistencia en comer cereales integrales puede aumentar el riesgo de desequilibrios nutricionales”.
Usos culinarios
Entre los usos culinarios de la umeboshi, se suele mezclar con cereales como arroz o fideos, pero también con verduras o tofu. También es habitual en vinagretas, salsas e infusiones. Más allá de consideraciones filosóficas, lo cierto es que es un ingrediente habitual en la cocina japonesa y en la de otros países vecinos, que aporta sabor y personalidad a muchos platos si se sabe usar. Sus numerosas propiedades nutritivas la convierten, además, en un ingrediente interesante, aunque no imprescindible, en una dieta equilibrada. Según concluye la nutricionista Susana León, “por suerte, no hay ningún alimento imprescindible ni tampoco milagroso, aunque en ocasiones se nos quiera hacer creer lo contrario. Un alimento concreto no va a marcar la diferencia en nuestra dieta ni nuestro estado de salud si se saben obtener sus nutrientes por otro lado”.