7 alimentos que pueden intoxicarte lentamente y sin que te enteres
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Los expertos recomiendan no consumir las patatas viejas, aquellas de color verde o las que tienen muchos brotes
A veces me comería todo lo que encuentro. ¿Tengo alguna carencia?
Conceptos como intoxicar, desintoxicar y sus variantes depurar o detoxificar se han convertido en habituales en nuestro vocabulario, a menudo sin que tengamos una idea exacta de qué significan. En general se emplean alegremente, cuando lo cierto es que un organismo sano no necesita desintoxicarse o depurarse a no ser que, efectivamente, esté intoxicado, cosa poco frecuente. “Si de verdad estuviésemos intoxicados lo sabríamos, y es algo que puede ocurrir cuando tomamos un alimento en mal estado, por ejemplo, lo que significa que tenemos toxinas en el cuerpo, que por fortuna suelen eliminarse al cabo de unos días gracias a órganos como el hígado, los riñones o la piel”, explica la nutricionista Fátima Branco, quien señala que en casos más graves pueden requerirse tratamientos médicos específicos y recuerda, sobre todo, que “ningún zumo va a ayudarnos a eliminar toxinas”.
Esto significa que un organismo sano, en el que el hígado y los riñones funcionan correctamente, será capaz de eliminar toxinas por sí solo, siempre que se mantenga una dieta variada y equilibrada basada en el consumo de frutas, verduras y hortalizas; se practique ejercicio físico con regularidad y se mantenga una buena higiene de sueño. En este sentido, más que tomar zumos o seguir las dietas llamadas detox, que no cuentan con ningún tipo de aval científico que certifique sus beneficios, es importante evitar el consumo de todos aquellos alimentos agresivos para hígado y riñones, además de los que contienen sustancias específicas cuya acumulación puede resultar perjudicial para el organismo. Estos son algunos de ellos:
Azúcar
Según un estudio de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, un exceso de azúcar puede perjudicar la salud del hígado. Esto se debe a que el azúcar puede transformarse en grasa, que al acumularse en el hígado puede acabar produciendo una esteatosis hepática (que popularmente conocemos como hígado graso). Para el nutricionista de Alimentoría, en Tenerife, Santiago Díaz, “el consumo reiterado de azúcar da lugar a un aumento de la resistencia a la insulina, que hace que nuestro páncreas tenga que realizar un constante sobreesfuerzo”. En este sentido, el experto invita a abandonar la creencia de que hay que comer cada tres horas e insta a sus pacientes a comer cuando tengan hambre. “No es necesario llenar de carbohidratos el páncreas cada tres horas, como se nos había dicho hasta ahora”, explica.
Harinas refinadas
Las harinas blancas, tan presentes en las dietas occidentales en forma de panes, cereales o pasta, deben sustituirse por su versión integral para mantener un buen estado de salud y, de nuevo, evitar los picos de insulina en el organismo. Si, además, complementamos su consumo con el de prebióticos y probióticos estaremos garantizando el buen funcionamiento del sistema digestivo, al que Díaz denomina “el segundo cerebro”. Entre los probióticos, aquellos alimentos que regeneran nuestro epitelio intestinal, encontramos desde el kéfir (Díaz recomienda consumirlo de cabra) al tofu, el miso, el tempeh, el chucrut o el kimchi. Los prebióticos, que sirven de alimento a las bacterias beneficiosas para que tengan un sobrecrecimiento, se encuentran en alimentos como las legumbres, el ajo, el espárrago, la alcachofa, el plátano verde “y otras fuentes de almidón resistente, como la patata una vez enfriada”, explica Díaz.
Atún y salmón
Un estudio realizado por científicos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, la Universidad Camilo José Cela, la Consejería de Sanidad y Consumo de Madrid o la Universidad de Murcia señala que las concentraciones de mercurio en el atún claro que se han encontrado en España son mucho más altas que las reportadas por otros autores en otros países, con niveles que oscilan entre el 0,031 hasta más de 1,1 mg/kg. La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) establece una ingesta semanal de 4 microgramos de mercurio inorgánico por kilo de peso corporal, aunque desde 2011 recomienda a embarazadas, mujeres lactantes y niños menores de tres años evitar su consumo. Díaz, sin embargo, recomienda ser prudente con este dato y seguir consumiendo atún, pez espada y salmón (las especies con más mercurio) al menos un par de veces por semana, puesto que sus beneficios siguen siendo altos, gracias, entre otras cosas, “a las grandes cantidades de omega 3 que contienen”. En este sentido, el doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de Valencia, José Miguel Mulet, señala que el simple hecho de cocinar el pescado elimina gran cantidad de mercurio, y añade que, además, el atún es una poderosa fuente de selenio. “Este micronutriente esencial tiene que ser ingerido en la dieta y, en el caso del atún, la presencia de selenio compite con la absorción de mercurio, ejerciendo un efecto protector”.
Sal
Según un estudio de la Universidad de Jinan, en China, publicado en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, consumir niveles elevados de sal puede dar lugar a cambios en el hígado y menores tasas de división celular que podrían ocasionar, incluso, una fibrosis hepática. La intoxicación por ingesta de sal se llama hipernatremia, término que se refiere a las altas concentraciones de sodio en sangre, una afección poco frecuente cuyo tratamiento suele consistir en la administración de líquido por vía intravenosa con el fin de disminuir lentamente estas tasas en sangre.
Vitaminas
Existen dos tipos de vitaminas: las hidrosolubles y las liposolubles. Entre las primeras encontramos la C y las vitaminas del grupo B, y entre las liposolubles la A, la E, la D y la K. Las vitaminas hidrosolubles se disuelven en agua, lo que significa que si se consumen en exceso en organismo las elimina a través de la orina, pero en el caso de las liposolubles se disuelven en grasa, y cuando los niveles son excesivos se almacenan en el hígado y en el tejido adiposo. Esto significa que “al almacenarse en el organismo, las vitaminas liposolubles pueden resultar perjudiciales si se consumen en exceso”, indica la nutricionista Pilar Esquer, profesora de la Escuela Gasma, en Castellón. Por ello, es conveniente ser muy cuidadosos con ellas y no suplementarlas nunca si no es bajo prescripción médica y tras haber realizado los análisis pertinentes. En este sentido, conviene “no obsesionarnos con el consumo de un solo alimento porque hemos oído que tiene propiedades milagrosas, puesto que una ingesta excesiva puede acabar resultando perjudicial en algunos casos. Es fundamental meterse en la cabeza que no hay ningún alimento imprescindible en la dieta y que lo mejor es tener una alimentación variada, sin obsesionarnos con ningún nutriente en concreto”, explica la doctora Núria Monfulleda, del centro Loveyourself, en Barcelona.
Alcohol
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en su informe Alcohol in the European Union. Consumption, harm and policy approaches, de 2012, que el consumo de alcohol tiene relación directa con más de 60 tipos de enfermedades, mientras que instituciones como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) alertan de que su consumo, por mínimo que sea, está relacionado con el desarrollo de esta enfermedad. “El alcohol es un tóxico y hay que tratarlo como tal, de manera que incluso un consumo muy pequeño es perjudicial. Esto significa que la cantidad recomendada de alcohol a consumir es cero”, explica Esquer. Monfulleda, por su parte, añade que, además de tóxico, el alcohol es adictivo. “El problema es que socialmente no se le trata como un tóxico, por más que instituciones prestigiosas hayan certificado que es perjudicial incluso en cantidades moderadas. Cuesta mucho que calen en el consumidor los mensajes que alertan sobre el peligro que reviste su consumo”, explica Monfulleda. La experta alerta de los riesgos de incorporar el alcohol al ámbito diario, algo muy extendido durante los últimos meses a causa de la situación de confinamiento, ya que es fácil que su consumo se convierta enseguida en un hábito que acaba siendo difícil de erradicar para muchas personas.
Patata cruda
La solanina es un glucoalcaloide presente en la patata, cuyo consumo excesivo puede resultar tóxico, dando lugar a náuseas, malestar y dolor abdominal. Pese a que en general no suele ser grave, lo mejor para prevenirlo “es evitar las patatas viejas, aquellas de color verde o las que tienen muchos brotes”, explica Monfulleda. Lo mejor es no consumirlas con piel, no reutilizar en ningún caso el agua de cocción y no tomar ningún plato en que la patata tenga un sabor amargo. Lo mismo ocurre con la yuca cruda, que contiene glucósidos cianogénicos, los cuales generan cianuro al descomponerse, un tóxico que se acumula en el organismo y que, en grandes cantidades, puede llegar a ser mortal.