La restricción europea de la pesca se refleja en la carta del restaurante

Pesca 

El recorte de días al año que faenarán los barcos de arrastre repercutirá en la oferta

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FOTO ALEX GARCIA REPORTAJE PESCA. PESCADORES DE BARCELONA ARRIBAN A PUERTO, DESCARGAN LAS CAPTURAS QUE SUBASTARAN EN LA LLOTJA DE LA BARCELONETA, A LA QUE ASISTE COMO COMPRADOR ALBERT ENRICH (RESTAURANTES CAN ROS Y LA MAR SALADA) 2025/01/08

Albert Enrich, copropietario con Marta Cid de La Mar Salada y Can Ros, se prepara para comprar el pescado que entrará en la lonja de Barcelona

Àlex Garcia

Los pescadores despidieron el 2024 perplejos ante la decisión europea de reducir drásticamente los días en que las embarcaciones de arrastre podrán salir a faenar en el Mediterráneo. De los casi 160 días del año pasado, anunciaban que se pasaría a 27. Y a medida que lo asimilaban, la incredulidad fue dando paso a la indignación, que los ha llevado a recibir el 2025 amarrados en los puertos para protestar por unas restricciones en las que ven peligrar la subsistencia de las propias embarcaciones. Ahora mismo nadie ve claro cómo acabará la cosa, y se comentan las reuniones— la última fue el martes— en las que se discuten las mejoras en las embarcaciones para favorecer una pesca más sostenible. Quienes las implementen, ganarán días de permiso para faenar (dicen que hasta alcanzar casi los mismos que en 2024). 

Quienes viven del mar desconfían y se preguntan si se les ayudará a costear esas reformas, y si merecerá la pena seguir, cuando puede que Europa vuelva a cambiar las normas en un futuro no lejano, o si podrán asumir los gastos fijos cuando están atracados. Entre las mejoras, se refieren a redes con mayor tamaño de luz de malla o a la incorporación de puertas voladeras para no dañar el fondo. Son cambios que muchas embarcaciones de las costas catalanas ya incorporaron.“Hemos hecho los deberes y más paradas biológicas de las exigidas, pero no parece que se reconozca ese esfuerzo”, afirma la armadora Cristina Caparrós, responsable a su vez de La Platjeta, que suministra pescado a restaurantes, colectivos y particulares.

Recuerda Caparrós que las medidas europeas afectarán a las lonjas, a los mercados, a los comedores de colectividades y, obviamente, a la restauración. Los restaurantes empiezan a reaccionar modificando cartas y menús. Aquellos que usan como reclamo el preciado pescado de sus costas saben que tendrán que adaptarse a lo que venga. La gamba, que a diferencia de otros productos del mar solo puede capturarse con arrastre, la han borrado de muchas cartas. Lo cuenta Oscar Manresa, quien entre otros negocios regenta La Torre de Alta Mar en Barcelona o el Catalina Gavà Mar. En este último ha eliminado el arroz de gamba, explica este cocinero, que no es partidario de la indicación “según mercado” que se usa para adaptar el precio a lo que el establecimiento ha pagado en la lonja. “La gente quiere saber lo que le costará eso que va a comer y si no puedo dar gamba no la daré, o daré gamba blanca”. Manresa lamenta que vivimos en un país en el que los políticos se pelean como niños y faltan buenos interlocutores en Europa.

Los productos que más se han encarecido, como la gamba, ya están desapareciendo de las cartas y menús

También Arnau Muñío, del Direkte Boqueria, pide que se tomen decisiones equilibradas. “Si no, mientras los pescadores hacen huelga, tendremos que seguir comprando pescado del Atlántico y es una lástima porque el mar y la pesca forman parte de nuestro estilo de vida”. Este cocinero quiere ser optimista y pensar que las restricciones acabarán promoviendo una pesca a pequeña escala, artesana y de proximidad, respetuosa con el fondo marino, sostenible y con un sello de calidad.

La armadora Cristina Caparrós, en La Platjeta, donde vende  pescado a restaurantes y particulares

La armadora Cristina Caparrós, en La Platjeta, donde vende pescado a restaurantes y particulares

Ana Jiménez

Todos somos conscientes de que hay que organizar unas vedas de pesca y normativas modernas y profesionales para asegurar la vida del mundo marino, asegura Carme Ruscalleda. “Pero quienes dictan las leyes de pesca no pueden ahogar a nuestros pescadores”. Señala la cocinera de Sant Pol que “hay que defender la riqueza de los productos que provén e inspiran la cocina de un lugar que este 2025 es Regió Mundial de la Gastronomia: los del mar, la huerta, la montaña y el corral y asegurar que los profesionales que nos los proporcionan puedan ganarse dignamente la vida”. Ruscalleda advierte que cada día será más excepcional poner gambas en el plato y defiende el precio-calidad. “Eso quiere decir que si en tu carta pones gambas, has de indicar el origen para argumentar y justificar el precio. La coherencia y el respeto al respetable público pasa por comprar los productos de la mayor calidad que tu explotación económica te permite. Lo define una antigua frase hecha: “No podem aplaudir qui fa passar bou per bèstia grossa””.

Según Ruscalleda, el precio se argumenta y justifica especificando el origen del pescado que se sirve en la mesa

Rafa Zafra, de los restaurantes barceloneses Estimar y Amar, conoce bien la situación desde el lado de los pescadores y de los restaurantes. Sabe que la nueva normativa de la Unión Europea para reducir la pesca de arrastre en el Mediterráneo, especialmente en las especies de alto valor comercial, como la gamba roja, está generando un debate profundo entre los distintos actores del sector. “Por un lado, algunos mayoristas están preocupados por el impacto de las restricciones en número de capturas y días de pesca en la oferta, encareciendo un producto que ya de por sí es de lujo. Por otro, los pescadores que han implementado prácticas sostenibles desde hace años sienten que no se les está reconociendo el esfuerzo, sobre todo cuando se les imponen límites de captura que no tienen en cuenta las buenas prácticas ni las características específicas de cada zona”. Para Zafra no todo deben ser restricciones. “Habría que premiar a quienes han liderado el camino hacia una pesca responsable”. Cree que hay que hacer una gestión que no solo preserve el ecosistema, sino que garantice un futuro digno para quienes dependen del mar. Ve la promoción de la acuicultura como alternativa, “pero sin abandonar la pesca extractiva sostenible”. El reto, para él, está en encontrar el punto medio entre las exigencias de conservación y las necesidades del sector. “Sin ese equilibrio corremos el riesgo de perder no solo un recurso, sino también una tradición que forma parte de nuestra identidad mediterránea”.

El chef Rafa Zafra en la puerta del restaurante Estimar

El chef Rafa Zafra en la puerta del restaurante Estimar

CLV

En Catalunya se han hecho los deberes, insiste Cristina Caparrós. “Se ha hecho el máximo; la gente se ha gastado dinero en mejorar los barcos. Y nos preocupa que cuando se habla del Mediterráneo no en todas las orillas se exija las mismas prácticas y nos pueda llegar pescado de otros países que aquí no se nos permite capturar cuando somos respetuosos”. Todo va ligado, según Caparrós, y lo que afecte a los pescadores afectará a los restaurantes. “Quizás los estrellados puedan permitirse apadrinar pequeñas embarcaciones de artes menores con las que se capturan algunos pescados, pero el precio es mucho más elevado”. Comer determinados pescados será un lujo que no se podrán permitir los restaurantes de categoría media. “Cada restaurante tiene su gama y ha de haber producto para todos.”

La procedencia de acuicultura se contempla como una opción, al igual que recurrir al Atlántico

El pescado, en definitiva, es una cuestión de oferta y de demanda, recuerda Albert Enrich, copropietario junto a Marta Cid de La Mar Salada y Cal Ros, en Barcelona. “Pescado hay, pero con una fluctuación de precios enorme. Antes había un par de meses al año, Navidad o quince días de agosto, en que la gamba estaba por las nubes. Ahora siempre está a precio de Navidad”. Explica Enrich que el pescador pertenece a un sector que no nada en la abundancia. “Todos los armadores de la costa catalana son familias de toda la vida; negocios que pasan de padres a hijos. Con lo que ha costado renovar la lonja de Barcelona, ahora lo difícil es encontrar gente para embarcar. ¿A quién se le ha ocurrido, para rematar, esto de los 27 días al año? Solo puede haber sido desde unos despachos en Bruselas, donde no conocen el Mediterráneo”. Pescado hay, repite, “pero te has de adaptar y no puedes dejar un precio cerrado. Nosotros nos movemos con los platos fuera de carta, porque la carta no la puedes ir cambiando”. Los precios subirán, recuerda Oscar Manresa, pero asegura que los restaurantes en España siguen siendo baratos comparados con los de otros lugares de Europa.

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Anna Buj
MADRID, 10/12/2024.- El secretario general de la Cofradía de Pescadores de Santa Pola, José Antonio Díez (c), ante un grupo des pescadores de la flota del Mediterráneo que protesta frente a la sede de la Comisión Europea en Madrid este martes por la propuesta de reducción de días en el mar que negocia el Consejo de Ministros de Pesca de la UE en Bruselas. EFE/ Fernando Villar

“Los restaurantes nos adaptaremos a lo que haya”, afirma Paco Pérez. “Pero hay muchas familias viviendo del mar y hay que encontrar un equilibrio ¿Que hay que adaptar las barcas? Que los subvencionen”. Reducir los días de pesca, sin llegar a la exageración que se ha marcado, y que se pague el precio que vale el pescado sería viable. Hay que cuidar el mar y a los pescadores”.

Archivo

Jordi Jacas frente al Molí de l’Escala, muestra el pescado que le acaba de llegar de las lonjas de Port de la Selva, Llançà y Roses

Pere Duran/Nord Media

En El Molí de l’Escala, Jordi Jacas explica que en la zona abunda la pesca de cerco. Según este cocinero, habrá que poner en valor pescados pequeños muy devaluados, como en su día ocurrió con la escórpora. Cuenta que en el pueblo los pescadores han de complementar su trabajo con otros esporádicos, como hacer de pintores cuando no salen al amar. Sabe que los restaurantes se tendrán que replantear muchas cosas. “Y repensar unas cartas en las que se ha abusado de frases hechas como reclamo. La gente quiere saber de dónde viene el pescado y que se elimine la literatura de mentirijillas”. Si hay que comprar de piscifactoría, se busca la mejor; y cuando falta pescado aquí comprarlo en el Atlántico, que lo hay buenísimo. Y se pregunta en voz alta, “quién sabe si el arrastre, que no es tan antiguo, habrá sido una etapa en la historia de la pesca”.

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