La actriz estadounidense Megan Fox ha declarado padecer dismorfia corporal en una entrevista con la revista británica GQ Style. Esta afección es un trastorno mental en el que la persona se obsesiona de manera compulsiva con algunas zonas de su cuerpo, afectando a la autopercepción de uno mismo.
La actriz ha querido sincerarse acerca de sus inseguridades más profundas, y es que la dismorfia corporal resulta muy limitante. “Podemos mirar a alguien y pensar, ‘esa persona es tan hermosa, su vida debe ser tan fácil”, comenta Fox. La dismorfia es complicada, puesto que los defectos que se perciben pueden ser imaginarios y únicamente percibidos por uno mismo.
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El problema viene cuando estos pensamientos adquieren demasiado protagonismo, cobrando intensidad y provocando ciertas limitaciones en situaciones sociales. Generalmente están relacionados con la percepción del rostro, como puede ser la nariz o las arrugas, e intensifican cualquier rasgo percibido como una imperfección.
Megan Fox en los MTV Video Music Awards, en Nueva York
Para la detección de la dismorfia corporal se emplea un método denominado anamnesis, que consiste en una exploración clínica a través de una serie de preguntas con el objetivo de indagar en la situación personal del paciente. Se trata de un trastorno crónico que, aunque puede variar su intensidad frecuentemente, es necesario tratar profesionalmente.
Megan Fox ya ha hablado en otras ocasiones sobre sus problemas de salud mental. En el año 2019 confesó acarrear problemas mentales debido a la sexualización que vive por parte de la industria cinematográfica y los medios de comunicación.