Vigorexia, la peligrosa tendencia estética que hace sufrir a los adolescentes

Imagen corporal

Disfrazada de tendencia estética, la vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno cada vez más precoz y habitual entre los chicos

Cosmo Taylor, de 14 años, pesa 73kg y tiene menos de un 8% de grasa corporal, mostrando uno de los cuerpos musculados y más jóvenes del Reino Unido

Cosmo Taylor, de 14 años, pesa 73kg y tiene menos de un 8% de grasa corporal, mostrando uno de los cuerpos musculados y más jóvenes del Reino Unido

Propias

Muchos los hemos visto este verano, en la playa: adolescentes muy musculosos, esculpidos a base de incontables horas de gimnasio. Chicos muy jóvenes, que parecen salidos de las portadas de revistas como Men’s Health, una publicación en la que mes a mes modelos y famosos lucen sus cuerpos. En la composición de la portada siempre hay un eje central: los abdominales del protagonista, a partir de los cuales se despliegan una profusión de músculos cada vez más acentuados.

El bullying es una alarmante realidad de nuestros días

Expresiónes del malestar a través del cuerpo pueden también tener que ver con experiencias traumáticas, como sufrir bullying, maltrato físico o abuso 

Shutterstock

Se habla mucho de la presión que tienen las chicas por conseguir un cuerpo diez: el bombardeo de imágenes de perfección que reciben y el impacto que conlleva, reflejado en los cada vez más abundantes trastornos alimentarios. Pero se habla menos de la presión que tienen ellos por conseguir también un cuerpo imposible. Una presión que implica miles de horas de gimnasio, estrictas dietas ricas en proteínas y tratamientos estéticos, como la depilación, que se piden más precozmente. 

Hoy el ideal de belleza masculino ya no es el Harrison Ford de los ochenta (cuyo torso en una escena de Blade Runner es calificado de “demasiado delgado” y “peludo” por dos adolescentes consultados). Hoy triunfan los físicos de futbolistas como Cristiano Ronaldo y de actores como Chris Hemsworth y Mario Casas. Hombres cuyos cuerpos depilados y untados de aceite, como los de un gladiador, parecen una lección andante de anatomía muscular.

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Presiones sobre la imagen corporal están presentes tanto para chicos como chicas desde una edad muy temprana 

Getty

No importan la altura, ni la delgadez, la sonrisa o el color de los ojos: los músculos son lo que atrae. Y cuantos más y más marcados, mejor. Este es un resumen —muy poco científico— de un estudio hecho para medir el atractivo masculino en base a la percepción de diferentes anatomías (el estudio se llama Cues of upper body strength account for most of the variance in men’s bodily attractiveness - Sell A, Lukazsweski AW, Townsley M. 2017). El trabajo, realizado por la universidad estatal de California y la de Griffith, de Australia, concluía que los mecanismos modernos de elección de pareja siguen respondiendo a “signos ancestrales”, como la capacidad de lucha de un hombre. Y un signo clarísimo de esta capacidad sigue siendo «la fortaleza de la parte superior de su cuerpo». El torso, en definitiva, que es lo que, según el estudio, atrae más la atención.

Salud vs. trastorno

El DSM-5, el manual diagnóstico de los trastornos mentales, avisa que la vigorexia puede causar “un bucle compulsivo del cual les resulta muy difícil escapar”

Como Torso han apodado los miembros de su familia a J., un universitario de diecinueve años. Hace tiempo que se apuntó al gimnasio y los cambios en su cuerpo son significativos. Podría, sin problemas, protagonizar una de esas portadas de Men’s Health, salpicadas de frases que instan a “atrapar el Six-Pack” y a emprender una “Operación ABS” (por abdominales). Los padres de J. viven con una cierta perplejidad la transformación de su hijo: “Siempre ha sido atlético y saludable pero ahora, en mi opinión, está demasiado musculado… ¡Es exagerado!”, describe la madre. Pero si hace algún comentario, se le tacha de anticuada y punto. El hijo sigue yendo al gimnasio con una admirable perseverancia y cada día consume un batido de proteínas para “tener más músculo”. El producto es parte de una industria en auge y una muestra de que, quizás, el chico está empezando a obsesionarse. “Está muy preocupado por la alimentación y el cuerpo, en general. Yo no sé si va camino de una vigorexia”, se pregunta la madre.  

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Adolescentes consultados citan famosos como Cristiano Ronaldo como ejemplos del cuerpo que un hombre debería tener 

Otras Fuentes

¿Tiene motivos para preocuparse? Lo cierto es que, como aseguran las psicólogas Anna Robert y Olga Piazuelo, los llamados trastornos dismórficos corporales no son solo cosa de mujeres. “El porcentaje de los chicos/hombres insatisfechos con su aspecto ha ido aumentando en los últimos años”, explican. “Ya a principios del 2000 se publicaron artículos hablando del «síndrome de Adonis» reflejando este aumento de la preocupación por la imagen entre el colectivo masculino”.

Estas expertas, del grupo de trabajo de Adolescencia en crisis, del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, añaden que el trastorno más común en varones es el llamado dismórfico muscular o vigorexia. Sin embargo, no es el único: “Hay otras formas de dismorfofobia: por acné, por las manchas en la piel, el exceso de vello y la forma o tamaño de algunas partes corporales —incluyendo los genitales—, aunque son menos frecuentes”.

Una tendencia en auge

Según las psicólogas Anna Robert y Olga Piazuelo, "El porcentaje de los chicos insatisfechos con su aspecto ha ido aumentando en los últimos años." 

El DSM-5, el manual diagnóstico de los trastornos mentales, engloba este tipo de malestar bajo el epígrafe de ‘Obsesividad-Compulsión y Trastornos relacionados’. Las psicólogas describen a los que presentan desórdenes de este tipo como “personas que invierten tiempo y dinero en mejorar su aspecto físico e intentan encontrar bienestar en este proceso de ‘mejora’, que implica una serie de rituales, como gimnasio, dietas y tratamientos estéticos.” El problema, señalan: “Es que una vez se obtienen los resultados, a menudo no son los deseados o no disminuyen ni la ansiedad ni la preocupación por un cuerpo que no les satisface”. Se entra entonces “en un bucle compulsivo del cual les resulta muy difícil escapar”.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Para estas expertas: “El verse débil y poco musculado, en el caso de ellos, y gorda y poco atractiva, en el de ellas, son más que signos de enfermedad el reflejo de una sociedad que da una importancia excesiva al aspecto físico”. No hay duda que la presión por tener un cuerpo diez hoy es muy intensa. Si a ellos añadimos que la adolescencia es un momento de máxima dificultad, por la necesidad de los jóvenes de sentirse aceptados, encontramos un coctel idóneo para este tipo de trastornos.

La presión por un cuerpo perfecto, sin embargo, no es solo cultural. Estas formas de expresión del malestar a través del cuerpo pueden también tener que ver con experiencias traumáticas, como sufrir bullying, maltrato físico o abuso. “Este énfasis en el cuidado puede ser una forma de somatización del malestar sufrido”, dicen las psicólogas. Asimismo, los rasgos de personalidad de cada uno (“un excesivo perfeccionismo, la obsesividad y la hiperexigencia”) pueden ser factores de riesgo.

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La detección precoz es clave. Y, una vez identificado el trastorno, el primer paso para actuar es tratar de arropar a la persona a nivel psicológico: “Reforzar la autoestima resultará protector, así como dar una educación emocional centrada en valores como el esfuerzo y la constancia, para contrarrestar los que imperan en publicidad y redes sociales”.

Las redes tienen mucho que ver con este culto desbocado al cuerpo. Con sus dinámicas de exhibición constante alimentan un narcisismo que parece haberse normalizado en nuestra sociedad. Y que continúa en la edad adulta: “La vigorexia no es solo un trastorno de la adolescencia, hay muchos hombres, ya maduros, que la padecen. Es algo resultante del hedonismo actual”, asegura Olga Piazuelo.

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