Por qué no deberías practicar ‘ghosting’, aunque esté de moda
Las rupturas en la era virtual
La nueva forma de dar por terminadas las relaciones puede parecer trivial pero tiene consecuencias negativas
Sucedió justo antes de su tercera cita. Eva se dirigía hacia el restaurante en el que había quedado para cenar con Marc; un sitio nuevo del centro. Le había escrito un mensaje dos horas atrás avisándole de que llegaría un poco tarde por cuestiones de trabajo, pero Marc no había contestado. Eva comprobó su teléfono por última vez justo antes de pagar la carrera para entrar en el local. Nada. Seguro que estaba de camino. Él solía moverse por la ciudad en bicicleta y seguramente no había podido responder. Se sentó a esperarlo en la mesa, pidió una copa de vino blanco y trató de relajarse observando la decoración del local. Treinta minutos y dos copas después, Marc todavía no había llegado. Preocupada, Eva decidió llamarle, pero su teléfono estaba apagado. Esperó un poco más y decidió escribirle. Asombrada, comprobó que sus mensajes quedaban en visto y que Marc estaba en línea. “¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?”. Su último mensaje quedó sin leer y de inmediato Eva comprobó cómo la foto del perfil de Marc se desvanecía. ¿Qué habría sucedido? Temiéndose lo peor, le buscó en las redes sociales. Se habían agregado el uno al otro hacía un par de meses, pero Marc ya no estaba entre sus contactos: había pasado a ser un fantasma del que nunca volvería a saber nada.
La historia de Eva es bastante frecuente hoy en día con la proliferación de las aplicaciones de citas por internet. El ghosting , derivado de ghost (del inglés, fantasma) consiste en terminar una relación afectiva cortando todo contacto con la persona en cuestión y sin darle ninguna explicación. Una actitud que tiene consecuencias muy negativas en la autoestima de la persona que la recibe. Según una investigación de 2018 publicada en la revista Journal of Social and Personal Relationships, una cuarta parte de las personas estudiadas había sufrido ghosting por parte de su pareja, mientras que una quinta parte se lo había hecho a alguien. Despedirse a la francesa de un amigo o una amiga, dejar de contestar sus mensajes y sus llamadas, es incluso más común que desaparecer de la noche a la mañana de la vida de una pareja, pues más de un tercio de los participantes del estudio citado confesaron haberlo sufrido o haber terminado así con una amistad.
Existen muchas formas de acabar una relación, pero si el ghosting comienza a ser algo tan común quizá se deba a que la tecnología también ha cambiado la forma en que nos vinculamos los unos con los otros. Lucía Martín, periodista y autora de Hola, sexo (Almuzara) reconoce que hace tiempo que se pregunta si son las redes las que nos hacen ser maleducados y poco empáticos con los demás o si estas no son más que el reflejo de la sociedad en que vivimos: “Creo que las redes acentúan nuestra forma de ser y que el anonimato con el que podemos comunicarnos a través de ellas no genera cosas muy buenas: es la puerta abierta a una serie de comportamientos que no se darían en un bar, por ejemplo. Si tú eres una persona maleducada, egocéntrica y egoísta, las redes o las aplicaciones de citas no van sino a acentuar estos rasgos. Y si eres una persona educada, como tal te comportarás en las redes, aunque es verdad que el anonimato favorece conductas que nunca tendrías en un cara a cara”.
“Cualquier persona es capaz de hacer ‘ghosting’; es más una cuestión de forma de ser que de género”
Lucía Martín
Periodista y escritora
Martín no cree que haya un perfil concreto de persona proclive a hacer ghosting ni a recibirlo. Ni cree que los hombres sean más propensos a practicarlo que las mujeres: “Creo que cualquier persona es capaz de hacer ghosting. Es más una cuestión de forma de ser que de género. Se acusa muchas veces a los hombres de hacerlo, pero nosotras también lo practicamos”. Para Vicente Marco, autor de la novela La mujer geométrica (Almuzara), en la que la comunicación a través de internet tiene un especial protagonismo, “el peligro de las redes es desnaturalizar. Cada día que pasa somos más virtuales. Nuestra comunicación con el exterior se virtualiza. Nuestras relaciones se virtualizan porque la técnica nos resulta práctica y cómoda. Sin embargo, no existen grandes diferencias entre ese mundo virtual y la ficción. En consecuencia, esa ausencia de realidad nos conduce a valorar menos el entorno. A trivializar. No somos capaces de ponernos en el lugar de los demás porque los demás, en muchos casos, no los conoceremos nunca; es muy posible que desaparezcan de buenas a primeras o, simplemente, no se dé la ocasión; y también es muy probable que no existan, que solo sean perfiles que soportan una identidad de alguien que puede estar muy cerca”.
Hoy en día sabemos que el rechazo de cualquier tipo activa nuestros circuitos del dolor, pues la conexión con otros seres humanos es un rasgo evolutivo propio de los seres humanos. Nuestro cerebro identifica la conexión con la supervivencia, de ahí que la rotura de esa conexión pueda llegar a herirnos tanto. Mucho más si además, como sucede en estos casos, no existe sensación de cierre. “Creo que si tenías una implicación sentimental con la persona que te hace ghosting te dolerá mucho, te asaltarán interrogantes”, explica Lucía Martín. “Solemos preguntarnos por qué esa persona ha desaparecido, qué hemos hecho mal, qué hemos dicho... y la mayor parte de las veces no tiene que ver con nosotros. El otro/a desaparece porque hoy en día las relaciones que surgen en estas herramientas son totalmente líquidas, y parece que da igual si te vas sin despedirte o sin dar una explicación. Se ha perdido, ya no digo solo la seducción, sino la más mínima urbanidad”.
Cómo recuperarse del ‘ghosting’
Vicente Marco coincide con la periodista y escritora al afirmar: “Con las redes hemos ganado en desinhibición. Son herramientas que te permiten comunicarte a todas horas y no existe la barrera presencial que coarta a muchas personas a la hora de expresar afectos, pensamientos o emociones. Esto es bueno y la herramienta muy útil, el problema nace cuando, en muchas ocasiones, tendemos a la degeneración, al mal uso, conscientemente o sin darnos cuenta. Ya pasó con las televisiones que poco a poco fueron derivando en programas basura a los que se enganchan muchos espectadores, pero la red es mucho más potente y mucho más peligrosa. Y el problema es que no somos capaces de vislumbrar esa potencial malignidad”.
¿Y qué hacer para superar el ghosting? ¿Cómo espantar al fantasma? Martín recomienda: “De entrada, no cuestionarse (salvo que sí hayas metido la pata hasta el fondo y seas consciente de ello, claro). Y creo que sobre todo lo que hay que hacer es recuperar la forma de conocer gente que teníamos antes de las redes: salir a la calle y ligar en otros entornos. Las redes de ligoteo están muy bien, son una herramienta más, pero si entras en ellas tienes que conocer todas estas reglas no escritas y blindarte de antemano para no llevarte un bofetón”.
Cuestionarse a uno mismo, como explica la autora de Hola, sexo, es la reacción más frecuente en las personas que sufren esta forma abrupta de terminar una relación. Los expertos coinciden en señalar que lo primero que debemos pensar si alguien nos hace ghosting es que su actitud habla más de la persona en cuestión que de nosotros. Lo segundo es permitirnos sentir el dolor, la decepción, la vergüenza o lo que sea que estemos sintiendo en ese momento. El tercer paso sería hablar de ello con alguien de confianza: diversos estudios han mostrado que poner palabras a los pensamientos puede cambiar nuestros patrones cerebrales y ayudarnos a procesar experiencias dolorosas. En último lugar, es importante poner énfasis en el autocuidado. Otras investigaciones han señalado que recurrir a los básicos como comer bien, dormir lo suficiente y hacer algo de ejercicio es muy importante para gestionar el dolor, incluido el de las decepciones amorosas fantasmagóricas. Prácticas como el yoga, la meditación y el mindfulness reducen la producción de hormonas del estrés en el cuerpo y pueden llegar a cambiar incluso algunas conexiones neuronales relacionadas con el dolor.
“Con las redes hemos ganado en desinhibición”
Vicente Marco
Autor de la novela La mujer geométrica