Esto es lo que ocurre cuando pierdes el tiempo (y no es malo)
Sin sentimiento de culpa
Nos sentimos culpables cuando no estamos siendo productivos porque asociamos nuestra productividad con nuestra autovalía
Vivimos en una sociedad que considera no hacer nada como algo negativo, que no tiene reparos en llamar “perder el tiempo” a no estar trabajando, estudiando o haciendo una de esas cosas que se consideran productivas. Claro que ser productivo es importante, pero ocurre como con todo: hay que saber cuándo serlo y cuando no.
Porque si creemos estar siendo productivos todo el rato, lo más probable es que en realidad no lo estemos siendo nunca -o casi nunca-; hay un tiempo para todo. Si el trabajo dignifica y es fundamental para sentirse realizado, disponer de tiempo libre también lo es: contribuye a mejorar el bienestar mental y físico, previene riesgos para la salud, ayuda a lidiar con el estrés y atenúa nuestras respuestas ante los eventos negativos.
La importancia del tiempo libre
Clara Inocencio, doctorando en psícología social por la Universidad de Kent, explica por qué es tan importante disponer de tiempo libre: “El tiempo libre, aunque subestimado, está compuesto por actividades con profundo significado que promueven la inclusión social e invitan a la expresión de uno mismo”.
La psicóloga señala que los adolescentes que disfrutan más de su tiempo libre tienen en el futuro menos tendencia a abusar de algunas drogas, como el cannabis. En los adultos, las actividades recreacioneles reducen el estrés y la ansiedad e incluso existe un menor riesgo de desarrollar demencia y alzhéimer si se dispone de tiempo libre que si no. Si además se dedica a actividades físicas, los beneficios para la salud se multiplican.
Además, el tiempo libre en familia vale por dos: “cumple una función clave para la superación conjunta de un divorcio, ayuda a distraer la atención del problema, ensalzar emociones positivas, afirmar la identidad de cada uno, conectar con los otros y participar en actividades que tienen un significado personal”.
¿Qué hacer con tu tiempo libre?
A veces el problema no es que no se tenga, sino que uno no sabe qué hacer con él. De acuerdo con la psicóloga, hay tres formas de tomarse el tiempo libre que pueden ayudar a lidiar con el estrés:
-Tiempo libre paliativo (leisure palliative coping): actividades como ir a dar una vuelta o correr suponen un alivio temporal del estrés y un momento para reagrupar pensamientos y ganar perspectiva.
-Tiempo libre para levantar el ánimo (leisure mood enhancement): actividades que sirven para ponernos de mejor humor, como ver una película de comedia o un monólogo de humor.
-Tiempo libre para tener compañía (leisure companionship): cualquier actividad que se realiza con otras personas, como una cena con amigos o en familia.
Ninguna forma de invertir el tiempo libre es mejor que otra, pero es importante que se trate siempre de algo activo, nunca una actividad pasiva como ver la televisión. “La gente que dedica su tiempo libre a actividades de ocio social, tareas o juegos orientados al logro o a la contemplación de fenómenos artísticos o estéticos, tiene mejor humor y menor ansiedad que aquellos que dedican su tiempo libre a actividades que exigen menos implicación, como ver la televisión o estar a solas con sus pensamientos”.
Si se está desempleado, el manejo del tiempo libre cobra aún más importancia, pues es una circunstancia que suele ir acompañada de una reducción de la autoestima. Como señala la psicóloga De Inocencio, los desempleados que dedican su tiempo libre a actividades que tienen un significado personal, tienen más probabilidades de encontrar trabajo que aquellos que lo dedican a actividades con menor significado, como ver la televisión.
Eliminar la culpa
Cada vez estamos más en contacto con las palabras productividad y éxito, que suelen ir juntas y gozan de gran popularidad, pese a ser conceptos muy amplios y relativos. De acuerdo con Clara de Inocencio, este deseo de ser productivos tiene un efecto secundario, la culpa.
”Muchos nos sentimos culpables cuando no estamos pasando cada minuto del día haciendo algo productivo: trabajando, pagando una factura, fregando los platos, poniendo una lavadora, leyendo un libro, haciendo un recado... Una de las razones es que asociamos nuestra productividad con nuestra autovalía: cuando estamos haciendo algo que no es productivo, estamos haciendo algo mal”.
Para la psicóloga, vivimos en culturas que están organizadas de forma jerárquica, que establecen modelos dominadores en los que prevalece la comparación y la competición. Así, nuestra posición en el ranking está constantemente amenazada por los logros de otros. “Los sistemas competitivos son positivos desde el punto de vista económico y financiero, pero las personas somos más felices en sistemas donde prevalece el compañerismo y la conexión con otros”.
Aunque los sistemas económicos estén basados en la producción, los sistemas humanos se basan en el crecimiento. Esto es importante porque supone tener reevaluar nuestra idea de lo que nos hace valiosos: “Por ejemplo, cuando no cumplimos una fecha límite, podemos elegir pensar que somos un fracaso y no nos merecemos el éxito o pensar que somos humanos, que necesitábamos un descanso y que no teníamos la suficiente energía. Nuestra valía queda intacta. Podemos celebrar nuestro crecimiento y desarrollo, o castigarnos por lo que dejamos de hacer”, añade la psicóloga.
El tiempo libre y la creatividad
Los estudios muestran que tomarse tiempo libre de nuestras tareas aumenta la creatividad y que la ausencia de tiempos de descanso lleva a bloqueos creativos. “Las mejores ideas se nos ocurren de camino al trabajo y en la ducha. Esto no es una coincidencia, ocurre porque nos hemos distanciado del problema o tarea” afirma De Inocencio.
Como nuestro cerebro está construido para detectar y responder a cambios, la atención prolongada puede entorpecer el desempeño de una tarea: el cerebro deja de procesar estímulos visuales, sensoriales o auditivos si se mantienen constantes durante un largo periodo. Así que cuando nos enfrentamos a un problema creativo, lo mejor es tomarse descansos mentales breves, que aumentan nuestra concentración y optimizan la generación de ideas.
La psicóloga señala que nuestro cerebro tiene dos modos o estados: el concentrado y el difuso. Cuando estamos haciendo cosas importantes, como crear trabajar o aprender, estaríamos en el primero. Cuando nos relajamos, descansamos o deambulamos con la mente, estamos en modo difuso.
Paradójicamente, cuando nuestra mente está deambulando es cuando somos capaces de solucionar los problemas más difíciles. “Pensamos que tenemos que mantenernos concentrados en el problema creativo para generar ideas, cuando lo que necesitamos es distanciarnos de la tarea y volver a ella más tarde”, concluye De Inocencio.