Si ya la vuelta al cole es una fuente de estrés para las familias, la transición del colegio al instituto suscita nuevos miedos e inquietudes añadidas. Para los progenitores el colegio es un espacio seguro y de confianza, con una atención mucho más amplia y personalizada, y unos ritmos y rutinas a las que estamos ya acostumbrados. Aparte, el paso al instituto suele coincidir con el comienzo de la adolescencia, una nueva etapa vital en la que los amigos poseen gran influencia y el rechazo se convierte en uno de los principales temores de los chavales.
Con respecto a los padres, su principal preocupación será qué tal se adaptarán los hijos a los nuevos horarios, normas y profesorado del instituto. Las expectativas no son siempre de lo más halagüeñas y, aunque estas inseguridades son perfectamente normales, conviene tener en cuenta algunos consejos para ofrecer a los nuevos estudiantes un acompañamiento amable y efectivo. La psicóloga infantojuvenil y familiar Verónica Pérez, del centro Raíces de Rivas-Vaciamadrid, desgrana en este artículo las estrategias más útiles para abordar el tránsito a la educación secundaria.
Manteneos optimistas
Anticiparse a los problemas no hará más que incrementar innecesariamente el estrés y el nerviosismo entre nuestros hijos. Debes evitar frases típicas como “los profesores no van a estar detrás de ti para que estudies” o “ten cuidado con las compañías” y, en su lugar, mostrarles nuestro apoyo, confianza y seguridad para resolver todas las nuevas situaciones a las que van a enfrentarse. Lo que en ningún caso se debe permitir es que los hijos se hagan cargo de los miedos de los padres, ya que, como hemos mencionado, los chicos parten con sus propias preocupaciones.
La comunicación, clave
¿Cómo te sentirías tú si, antes de empezar en un nuevo trabajo, te recordaran todo lo que puede salir mal? Está claro que este no es el mejor momento para hacer presión, sino para que los padres escuchen sus dudas y preocupaciones. Para ello, crea espacios de comunicación a la hora de la comida o la cena en los que puedan expresarse de manera distendida y sin ser juzgados. Mantén estos ratos de conversación una vez comenzado el curso, para abordar cómo le ha ido en el día a día, que hable de sus amistades o de las asignaturas que más le gustan o más se le dificultan.
Del mismo modo, trata de mantener tutorías con los profesores del instituto periódicamente, al menos una vez al año. Aunque la comunicación con el equipo docente no sea tan fluida como en el colegio, estos encuentros te permitirán conocer cómo es la relación de tus hijos con los compañeros, cuál es su estado de ánimo en el aula o si se adapta bien a las nuevas rutinas. Además, sería ideal que acudieras a las jornadas de puertas abiertas del centro antes de que empiece el año lectivo.
En cuanto a la influencia que puedan ejercer en tus hijos sus nuevas amistades, trata de enseñarle y fomentar el pensamiento crítico y el derecho a la individualidad. Recuérdale que puede hablar, vestirse o tener los gustos que quiera, sin la necesidad de ser juzgado por ello. Esto reforzará su autoestima y autoconcepto y paliará la presión social por ser aceptado.
Anticípate a las soluciones
En lugar de recordarle a tu hijo constantemente que el nivel de exigencia en el instituto es mayor, ofrecedle apoyo durante el periodo de adaptación. Por ejemplo, en la medida de lo posible, estudiad de manera conjunta hasta que se acostumbre al nuevo ritmo. También puedes enseñarle técnicas de organización mediante la agenda, esquemas o códigos de color que le ayuden a abordar el incremento de profesores y materias.
El establecimiento de nuevos horarios de estudio, descanso y ocio, así como de rutinas de alimentación, sueño, higiene y deporte, le permitirá a tu hijo gestionar el tiempo de forma efectiva, al tiempo que mantiene hábitos saludables. Si observas que tu hijo tiene cambios de humor o está triste, tiene insomnio o cualquier otro tipo de desorden o desde el instituto te notifican que está teniendo dificultades para adaptarse, entonces debes consultar a un profesional.