Ocho décadas después de la liberación del campo de exterminación de Auschwitz, en el sur de Polonia, quedan muy pocos testigos como el de Simon Gronowski. Este abogado belga todavía revive la historia de aquel niño de once años —ahora tiene 93— que saltó de uno de los trenes de la muerte. Era el 19 de abril de 1943. Su madre lo empujó fuera del convoy, pero ella no pudo saltar. Continuó hacia una destinación incierta. Lo esperaba la cámara de gas.
De este empuje providencial ha surgido Push!, una ópera que este domingo se ha estrenado en catalán en el teatro La Farándula de Sabadell. El mismo Gronowski ha estado presente. Días antes recibió en su casa, en Bruselas, a RAC1, para rememorar la historia.

Simon Gronowski, acompañado de los cantantes de 'Push!'.
Superviviente del Holocausto gracias a su madre
“Dentro del vagón, la oscuridad era absoluta. Entonces pasó una cosa extraordinaria. Oí que el tren se detenía y alguien que corría. Era el guardia de las SS, que corría disparando tiros y gritando en alemán. Yo no veía nada, no sabía qué estaba pasando. Después de la guerra descubrí que tres jóvenes combatientes de la resistencia habían detenido el tren, habían abierto un vagón y rescatado 17 personas”, relata Gronowski.
“El tren se volvió a poner en marcha, pero la puerta de mi vagón estaba abierta. Entonces mi madre me cogió de la mano y me llevó hacia la puerta. Recuerdo que me sentó cerca del vagón y me bajó suavemente hasta que los pies tocaron el peldaño. Me cogía con fuerza por la ropa, pero yo no me atrevía a saltar. Oí a mi madre que me decía: ‘El tren va demasiado rápido’. Fueron las últimas palabras que me dijo”.
Si hubiese sabido que mi madre no vendría tras de mí, no habría saltado. Ella se sacrificó por su hijo. Solo una madre puede hacer algo así
De esta experiencia, nació su agnosticismo. “Yo creía en Dios, y durante dos años recé cada día porque mi madre volviese”, recuerda. “Pero al final, acepté que no lo haría. Si Dios existiera, no habría permitido una tragedia como esta”.
Perdón para el verdugo
Años después, Gronowski escribió su experiencia en un libro. Y a partir de esta publicación, se puso en contacto con él uno de los guardias nazis que lo habían retenido durante un mes en una prisión antes de subir al tren de la muerte. “Me encontré con un hombre muy viejo, enfermo y suplicante. Me pedía perdón. Me decía: ‘Me arrepiento de lo que hice. Oigo venir la muerte. Necesito tu perdón’. A mí me pareció que era sincero. Y lo perdoné”.
Me encontré con un hombre muy viejo, enfermo y suplicante. Me pedía perdón. Me pareció que era sincero y lo perdoné

Simon Gronowski, con RAC1
Preocupado por el ascenso de la ultraderecha, este “niño milagro” proclama hoy: “Yo lucho contra el camino del fascismo, el nazismo, el racismo y del antisemitismo del cual fui víctima. Es el camino del odio”. Y para combatirlo, apela al “deber de la memoria”. Según Gronowski, “la memoria histórica es la mejor manera de luchar contra la extrema derecha”.