La hipertensión es una de las enfermedades más comunes de la época contemporánea y puede afectar a casi todas las edades sin excepción. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de la prevalencia de esta enfermedad y asegura que es “una de las causas principales de muerte prematura en el mundo”. Hablamos de hipertensión cuando la presión de la sangre en los vasos sanguíneos es considerada alta, es decir, cuando la presión arterial alcanza “valores superiores a los 136 – 86-89 mmHg” tal y como se manifiesta en este monográfico de La Vanguardia. Superar los valores anteriormente mencionados se considera hipertensión y, a su vez, ésta puede categorizarse como grado I, grado II o de grado III o severa en función de su gravedad. Por el contrario, se considera presión arterial ideal cuando los parámetros son iguales o inferiores a 120 mmHg de máxima y 80 mmHg de mínima.
Factores de riesgo de la hipertensión
La hipertensión puede ser causada por distintos factores. Desde causas genéticas hasta un estilo de vida poco saludable en el que predomina una dieta carente de nutrientes, rica en sal y con un consumo desmedido de alcohol. Padecer hipertensión lleva asociados graves riesgos para la salud como son, tal y como difunde la OMS, “dolor torácico, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca o ritmo cardiaco irregular”. Además, la hipertensión es considerada un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cognitivas. No en vano, la hipertensión arterial “afecta a todas las arterias y entre ellas a las cerebrales” así lo destaca el portal especializado de ciencia Elsevier. En otras palabras, el cerebro es un órgano que depende en gran medida del flujo sanguíneo; si el riesgo sanguíneo no es el adecuado, el desarrollo cognitivo es particularmente vulnerable a los efectos negativos de la presión arterial elevada a largo plazo.
¿Cómo detectar la hipertensión?
Tener una presión arterial por encima de los niveles considerados normales puede tener síntomas difíciles de detectar. En ocasiones la sintomatología pueden ser dolores de cabezas muy fuertes y constantes, malestar general que tiene como consecuencia vómitos y náuseas o cambios en la visión. Eso sí, lo más sencillo para detectar si padeces hipertensión es la toma de tu presión arterial a través de un tensiómetro. Si detectas anomalías en los parámetros es recomendable que visites a tu médico de cabecera para que te monitoree la presión y emita el tratamiento que considere más adecuado.