Consejos zen para que limpiar la casa resulte más agradable y alivie tu estrés
Hogar y bienestar
Por extraño que suene, limpiar está de moda; entre otras cosas, porque calma la mente
Aunque pueda parecer extraño, limpiar está de moda. Para comprobarlo tan solo hay que entrar en Instragram y ver cómo esta plataforma bulle con hashtags relacionados con esta temática. Cuentas como las de la influencer británica Sophie Hinchcliffe o @thesecretcleaner tienen cifras de seguidores mareantes, y la última tendencia, que siguen legiones, es subir a la red vídeos con consejos para pasar mejor la aspiradora, elegir los mejores productos para dar brillo y esplendor al hogar o quitar las manchas rebeldes de la encimera.
Parece seguir cierta lógica que, después del éxito de Marie Kondo, la guru japonesa del orden, prolifere ahora el interés por limpiar lo ordenado. Pero, ¿qué hay detrás de esta nueva tendencia que nos empuja a convertirnos en reyes y reinas de lo doméstico? Un primer vistazo a muchas de esas cuentas nos muestra que algunas de sus creadoras ‒casi todas mujeres‒ tienen o han tenido problemas de ansiedad, y que la limpieza ha sido una forma de calmarlos. Es el caso de la citada Sophie Hinchliffe (conocida como Mrs. Hinch por su casi millón y medio de fervientes seguidores).
Herramienta antiestrés
Ordenar contribuye a eliminar la ansiedad
Pero, ¿qué lleva a centenares de miles de personas a seguir sus recomendaciones y las de otros gurús de la limpieza e imitarlos comprando el último desodorizador para alfombras o la nueva bayeta antibacteriana? ¿Se trata quizá de que necesitamos ordenar lo de fuera para sentir que hay un poco menos de caos ahí dentro?
Existen muchas razones por las que limpiar puede funcionar como herramienta antiestrés. La más importante, quizá, es cuando limpiamos empezamos por ordenar ‒no podemos limpiar las superficies de la cocina si antes no las liberamos de platos sucios, por ejemplo‒. Y es que el desorden puede resultar estresante: a nadie le gusta llegar a casa y encontrar pilas de ropa por lavar y objetos esparcidos por todas partes. Limpiar también puede convertirse en un momento para ejercitar la gratitud si al hacerlo nos detenemos a apreciar los objetos que poseemos. Incluso puede llegar a convertirse en una forma de meditación.
Esto lo saben bien los monjes de los templos zen de Japón, en los que la limpieza constituye una parte importantísima de la formación espiritual de sus habitantes, pues ocupa nada menos que un tercio de su jornada: “El día a día de un monje comienza con la limpieza. Se barre el interior del templo y el jardín; y se friega el suelo de la sala principal. Pero nosotros no limpiamos porque esté sucio o desordenado, sino para eliminar las sombras que nublan el espíritu. Al adentrarnos en un templo experimentamos una agradable sensación al estar rodeados de un espacio lleno de paz. En el suelo del jardín cuidado con esmero no hay ni una sola hoja marchita, ni una mota de polvo. Al sentarnos en la sala principal, inconscientemente, la espalda se yergue y nuestros sentimientos se serenan. Quitamos el polvo para barrer y eliminar las pasiones y los sufrimientos mundanos. Limpiamos la suciedad para desprendernos de las obsesiones y del apego a las cosas”.
Así lo explica Keisuke Matsumoto, autor de Manual de limpieza de un monje budista (Duomo), un libro que ofrece reflexivos consejos para mantener limpio nuestro hogar, tanto el exterior como el interior, si entendemos así nuestro cuerpo y nuestra mente. Cuenta Matsumoto que un discípulo de Buda logró alcanzar el nirvana tras barrer incesantemente mientras recitaba una y otra vez: “Barrer el polvo, quitar la mugre”.
Hacerlo más agradable
Consejos para la limpieza del hogar
Quizá no todos aspiramos a alcanzar el nirvana dándole a la escoba, pero si queremos convertir el acto de limpiar la casa en algo más que una tarea inevitable y molesta, he aquí algunos de los consejos que podemos aplicar desde hoy mismo:
1. Elegir bien el horario. Para los monjes es muy importante limpiar por las mañanas y ordenar por las noches, antes de irse a dormir. “Limpiamos para eliminar las impurezas que nublan nuestra alma. Aunque nos esmeremos en limpiar y fregar, si lo hacemos de noche no nos sentiremos a gusto. Por eso en los templos nunca limpiamos cuando ya se ha puesto el sol. La limpieza debe hacerse a primera hora de la mañana”, explica en su libro este monje.
2. Ventilar. Antes de limpiar debemos purificar el aire. “Si llenamos los pulmones de aire fresco, las ganas de limpiar surgen de forma natural. Por más que limpiemos, y por más reluciente que esté todo, si el aire que nos rodea es turbio, nuestro estado de ánimo se enturbiará también”.
3. Rotar tareas. Si convivimos con otras personas o familiares podemos repartirnos las tareas y cambiarlas periódicamente. De esta manera, todo el mundo experimentará todas las tareas que hay que realizar en la casa.
Según el ritual budista, lo ideal es ordenar por las noches y limpiar y fregar a primera hora de la mañana
4. Utilizar pocos productos, y si puede ser, naturales. El bicarbonato, por ejemplo, es un producto barato y muy versátil. Se puede utilizar para limpiar y también para eliminar olores desagradables. Un truco es poner un poco en una bolsa de tejido natural y esconderla donde necesitemos para ayudar a mantener alejados los malos olores. También es ideal poner un poco en los armarios o en los cajones, pues evita que la ropa tome olores extraños.
5. Tratar a todos los objetos con cariño y respeto. Eso implica, entre otras cosas, que las pertenencias que estén en casa deben ser usadas. Si no sirven o no se usan ya una buena forma de apreciarlas es donarlas a otras personas que sí vayan a darles una vida.
6. Motivarse con la música. Las nuevas gurús de la limpieza utilizan playlists específicas para limpiar. Intenta crear la tuya propia, con canciones que te pongan de buen humor. Conozco a una persona que siempre limpia con los grandes éxitos de Rocío Jurado y a otra que no levanta un estropajo sin los grandes hits de Abba.
Escuchar canciones que contagian buen humor hace más llevaderas las tareas de limpieza
7. Plancha como si quisieras quitar las arrugar de tu espíritu. Keisuko Matsumoto explica que a la hora de planchar debemos ser meticulosos, como si al hacerlo quisiéramos borrar las arrugas de nuestro espíritu. “Debemos planchar con actitud firme, como si quisiéramos preservar la juventud”.
8. Presta más atención al baño. “El cuarto de baño es uno de los espacios básicos de nuestra vida diaria, y si dejamos que se ensucie estaremos ensuciando también nuestro espíritu. Visto de otro modo, si mantenemos limpio el cuarto de baño estaremos influyendo positivamente sobre nuestro espíritu”, explica el monje en su libro.
9. Cuando friegues el suelo, friega el suelo. Cuando los monjes zen friegan los suelos del templo, algo que se hace a diario y solo con agua, sin añadir ningún producto, se liberan de todas las preocupaciones y solo se concentran en su tarea. “Si fregáis el suelo de vuestra casa con esmero, quizá logréis ver el reflejo de vuestra alma”.
“En el hogar”, acaba Matsumoto, “el objetivo principal de la limpieza es eliminar la suciedad. Cuando uno friega el suelo todos los días se da cuenta de que en realidad está purificando su alma. Cuando hay suciedad y desorden en nuestro interior, eso se manifiesta con la aparición de suciedad y desorden a nuestro alrededor. Si descubrimos una mancha en el suelo mientras fregamos es un signo de que nuestro espíritu no está en armonía. Si somos capaces de detectar los desequilibrios que se producen en nuestro espíritu a través de las señales que se manifiestan en el exterior podremos utilizarlo en sentido contrario, y aprender a enderezar el espíritu poniendo orden a nuestro alrededor”.
“ Cuando uno friega, en realidad está purificando su alma”
Keisuke Matsumoto
Autor de Manual de limpieza de un monje budista