De la invención de la rueda a ChatGPT

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La tecnología, ¿ha venido para hacernos la vida más fácil o a complicárnosla? Pues seguramente ambas cosas. En todo caso, todo depende más del uso que nosotros hagamos de ella, que la moneda se decante de un lado o de otro

Compartir las fotos de nuestros hijos en las redes sociales puede constituir una negligencia parental

Compartir las fotos de nuestros hijos en las redes sociales puede constituir una negligencia parental

A veces es difícil discernir hasta qué punto la tecnología nos facilita la vida o nos la complica. Lo más probable es que, como en botica, haya de todo y que se den las dos cosas. Pocas cosas hay que sean completamente blancas o totalmente negras. Lo que nos podemos negar es cada vez invade más aspectos de nuestra vida.

Por ejemplo, la inteligencia artificial. Un estudio de Qustodio, presentado esta misma semana, pone de relieve que ChatGPT ya es la séptima web más usada por los menores españoles, especialmente para hacer las tareas escolares. Y otra cosa que explicaba este estudio es que la mitad de los padres se arrepiente de la edad a la que dio el primer móvil a sus hijos.

ChatGPT ya se ha convertido en una herramienta más de los escolares españoles

ChatGPT ya se ha convertido en una herramienta más de los escolares españoles

Pero los adultos tampoco somos inocentes en el uso de nuestros teléfonos móviles. Queremos a nuestros hijos, creemos que son los más listos, los más guapos y los mejores en todo. Por eso no perdemos oportunidad de fotografiarlos a la más mínima ocasión y de compartir esas imágenes en todas partes. Agotador, ¿verdad?

La cosa ha llegado a un extremo que varias investigaciones ya plantean si, el sharenting, la práctica de compartir imágenes de los hijos en internet es una forma de negligencia parental: “El abuso infantil puede ser de tipo sexual o físico, pero también emocional o económico”, asegura un estudio realizado en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ankara, en Turquía.

  • Cuidado con las llamadas del banco. Los malos también se benefician de la tecnología, y de nuestra ingenuidad. Aquí les explicamos cómo lo hacen para hacernos creer que nos llaman de nuestro banco y vaciarnos las cuentas. Ahora ya están avisados.

  • Efecto wow. Pero no todo va a ser malo. Los innovadores no deben dejarse llevar por la fascinación que produce la tecnología, por sus múltiples posibilidades, por su capacidad de mejora infinita, lo que los tecnólogos describen con una palabra: wow. Al contrario, la tecnología, cuando pone el énfasis en lo social, ayuda a innovar y eso nos lleva a un horizonte mejor.

Y ADEMÁS

La tecnología retro a veces es la mejor opción

La tecnología retro a veces es la mejor opción

  • Tecnología retro. No siempre es una moda; a veces sencillamente es la mejor opción. Altavoces que permiten sintonizar la radio, cámaras de película o auriculares con jack no vuelven solo por melancolía, sino porque a veces solucionan problemas que la tecnología de última generación no resuelve bien.

  • Teletrabajo. Otro aspecto que la tecnología ha transformado radicalmente es cómo y dónde trabajamos. La facilidad de compartir información desde los dos puntos más alejados del planeta que nos podamos imaginar ha hecho que trabajar en pijama desde casa haya pasado de ser una utopía a una realidad. Claro, que tuvo que venir una pandemia para que nos diéramos cuenta. 

ENTREVISTA

Johann Hari

Johann Hari

  • Johann Hari. La innovación también llega a la medicina, afortunadamente. La última gran revolución es el Ozempic, una droga que se pensó para combatir la diabetes y que se ha descubierto como milagrosa para los que quieren adelgazar y les cuesta. Como decíamos al principio, tampoco en este caso todo son buenas noticias. Este escritor británico lo toma y ha explicado su experiencia en  su último libro.

INSPIRACIONES

  • Bicicletas para la mente. Este es el título del libro que escribió Francesc Bracero, periodista de La Vanguardia, y en el que bucea en la historia del paso de la vida analógica a la digital.

  • Yo, Robot. A veces conviene volver a los clásicos y este libro de Isaac Asimov, sin duda, lo es. Publicada en 1950, cuando la electrónica digital estaba en su infancia, resultó visionaria. Su influencia, de hecho, fue enorme, y no solo en toda la ciencia ficción posterior, sino también en la propia ciencia de la robótica.
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