6 formas de reforzar el sistema inmune de tus hijos
Vuelta al cole
Sigue estas medidas preventivas para evitar resfriados y enfermedades este otoño
La vuelta al cole no solo implica cierta vulnerabilidad emocional para los niños debido a todo lo nuevo y desconocido que entraña, también puede afectar a su salud física, debido a que con ella aumenta la exposición a gérmenes y bacterias.
A todo padre y madre le gustaría que sus hijos se mantuvieran siempre sanos y protegidos, pero no siempre es posible. Lo que sí es realista es llevar a cabo medidas preventivas que hagan por fortalecer su sistema inmunológico, con lo que se pueden reducir considerablemente el número de gripes, resfriados y enfermedades futuras. Medidas para mejorar el sistema inmunológico:
1. Evita el uso innecesario de antibióticos
Se calcula que entre un 40 y un 50 por ciento de los antibióticos que se prescriben en atención primaria y en especializada son inadecuados o innecesarios. Este hecho resulta especialmente grave en el caso de los niños, ya que está comprobado que el uso de antibióticos afecta a la microbiota intestinal y está relacionado con un mayor riesgo de patologías autoinmunes, como la enfermedad inflamatoria del intestino y el asma o la obesidad.
El abuso de antibióticos provoca el desarrollo de bacterias resistentes, el cual constituye uno de los problemas de salud pública más apremiantes de la actualidad. Además, los niños que los toman se exponen a sufrir efectos secundarios: dolor de estómago, diarrea o incluso reacciones alérgicas; solo deben tomarlos en caso de que un médico determine que los síntomas responden a una infección bacteriana ya que, en la mayoría de los casos, se trata de infecciones víricas.
2. Añade probioticos a su dieta y cuida su alimentación
Los probióticos son microorganismos vivos que, consumidos en cantidades adecuadas, proporcionan beneficios a la salud por equilibrar la flora intestinal. Podemos encontrarlos en los yogures naturales no azucarados -añadirles fruta picada es una buena opción si resultan demasiado agrios-, el queso crudo o el kéfir.
”Una microbiota intestinal sana ayuda a evitar el desarrollo de bacterias patógenas, mejora la protección del tejido intestinal, ayuda a producir nutrientes que son importantes para la función intestinal y estimula la producción de citoquinas, que coordinan la respuesta inmune”, explica Jose Luis Flores, dietista-nutricionista.
Cuando añadamos probióticos a la dieta de los niños, es importante que tratemos de evitar el azúcar siempre que sea posible, ya que desequilibra la flora intestinal, creando un caldo de cultivo para que las bacterias dañinas prosperen en el estómago. Podemos sustituir las tradicionales chucherías por otras que contengan edulcorantes naturales como la estevia y, en casa, reemplazarlo, por ejemplo en los postres, por frutas cargadas de vitamina C y antioxidantes, como las naranjas y los arándanos.
José Luis Flores insiste en la importancia de educar los hábitos alimenticios desde la infancia, pues ello repecutirá en la salud futura. Señala que “lo ideal no es priorizar unos alimentos frente a otros, sino crear unos hábitos donde se consuman alimentos naturales, siendo base de su alimentación la fruta, verdura, frutos secos y farináceos”.
El nutricionista recomienda el consumo de proteínas como la carne, el pescado y el huevo, así como la grasa de buena calidad, como la del aceite de oliva virgen extra. Y, por supesto, evitar los ultraprocesados. En cuanto a vitaminas y minerales que actúan para reforzar el sistema inmune, el experto destaca las siguientes:
-Vitamina A: brócoli, zanahoria,calabaza, espinaca y mango.
-Vitaminas B: cereales integrales, legumbres, carnes, pescados y huevo.
-Vitamina C: fresas, cerezas, naranjas, kiwis, pimientos, tomate y brócoli.
-Zinc: carne de cerdo, huevo, arroz integral y cacahuete.
-Hierro: carnes rojas, frutos secos, legumbres, verdura de hoja verde y marisco.
3. Reestablece un horario de sueno
Durante el verano, el horario de sueño suele verse alterado. Es importante que se reestablezca lo antes posible y se determine un horario regular para acostarse y levantarse; la mayoría de los niños necesitan entre 10 y 14 horas de sueño diario ininterrumpido. Si se respeta este horario, hay menos posibilidades de que lleguen a la escuela cansados, con lo que sus cuerpos estarán mejor preparados para protegerse de gérmenes y bacterias.
4. Fomenta las actividades al aire libre
Una de las fuentes de vitamina D es el sol: nuestro cuerpo la produce cuando la piel se expone directamente a él. Se pueden satisfacer gran parte de las necesidades de esta vitamina por simple exposición al sol, así que cuanto más tiempo pasen los niños haciendo actividades al aire libre y menos dentro de casa, jugando a videojuegos o viendo la televisión, mucho mejor.
La vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio, uno de los principales componentes de nuestros huesos, y juega un importante papel en el sistema nervioso, muscular e inmunitario. Los niveles bajos de vitamina D están relacionados con las enfermedades autoinmunes y los trastornos inflamatorios intestinales.
5. Usa aceites esenciales
Los aceites esenciales pueden mejorar el sistema inmunológico debido a que estimulan la producción de inmunoglobulinas, conocidas también como anticuerpos, especialistas en identificar y neutralizar a los antígenos, presentes en virus, bacterias o parásitos. Algunas opciones fáciles de encontrar y usar son el eucalipto o el orégano, que además tienen propiedades antibacterianas, aunque existen muchísimas y variadas posibilidades.
6. Suplementos de calostro
El calostro es un líquido amarillento que se segrega durante los primeros días tras el parto, rico en proteínas, vitaminas y minerales. Además, contiene leucocitos y anticuerpos, que protegen al bebé hasta que su sistema inmunitario esté formado. Una de sus principales funciones es la salud intestinal y es por ello que su consumo reduce las probabilidades de que se desarrollen enfermedades en el futuro.
En la actualidad, existen suplementos de calostro en polvo, proveniente de vacas y cabras alimentadas con pasto. Se trata de una opción cómoda y práctica, pues se puede añadir en zumos, batidos, agua o incluso en el kéfir.