10 cosas que puedes hacer con tus amigos además de salir a cenar
Planes diferentes
Los expertos coinciden en que la amistad es un elemento clave para vivir mejor durante más tiempo
Decía Aristóteles que, sin amistad, las personas no podemos ser felices: “En la pobreza y en otros infortunios de la vida, los amigos verdaderos son un refugio”. Los buenos amigos pueden ser un gran apoyo y una caja de resonancia ante cualquier circunstancia. Si recibimos una buena noticia nos apetece llamarlos y celebrarla en su compañía. Y si pasamos por un mal momento, los amigos están de nuestro lado para escuchar, darnos consejo e intentar sacarnos del agujero. Nos alegramos con sus alegrías, nos apenamos con sus penas…
Para Lola Mayenco, autora de Algo que celebrar, “los dos tesoros principales de la amistad son la comprensión y la protección. Los auténticos amigos nos conocen de verdad, saben quiénes somos debajo de las máscaras que solemos colocarnos para vivir en sociedad. Nos quieren tal y como somos y hacen todo lo que está en su mano para que logremos ser la mejor versión de nosotros mismos”. Esta periodista y escritora barcelonesa, que ha viajado durante años para estudiar las distintas formas de celebrar la vida y la amistad, afirma que, más que buscar qué beneficios nos aporta la amistad, “la pregunta apropiada es cómo enriquecemos nosotros a nuestros amigos: una amistad no es una amistad si estamos en ella para ver qué riquezas recibimos”.
Diferentes estudios, entre ellos algunos desarrollados por la Clínica Mayo, señalan que tener amigos puede ayudarnos a mejorar nuestro bienestar y longevidad. Se sabe ya que las personas mayores que tienen amigos cercanos son más felices que las que no los tienen, pero es que además, las personas sin amigos a su alrededor resultan ser más proclives a desarrollar enfermedades crónicas, como problemas de corazón, diabetes o depresión. Los estudios también demuestran que, a pesar de la proliferación de las redes sociales, que en apariencia nos ayudan a estar más en contacto con los demás, su uso no se traduce necesariamente en más encuentros en persona. Puede que estemos más “conectados”, sí, pero no más vinculados de verdad.
Aunque no siempre es fácil mantener las amistades: nuestro ritmo de vida frenético, las distintas prioridades familiares, como el cuidado de los hijos o de los padres, las diferentes evoluciones personales y de intereses, pueden hacer difícil sentirnos cerca de nuestros amigos de toda la vida. Y es que ser un buen amigo y mantener una relación a lo largo de los años requiere de cierto esfuerzo.
Lola Mayenco explica que “para profundizar nuestros vínculos de amistad debemos ser generosos (dar sin esperar nada a cambio), pacientes (los demás tienen sus propios tiempos) y constantes (no aparecer y desaparecer de la vida de nuestros amigos arbitrariamente). Y tampoco debemos olvidar la importancia de priorizar la amistad. Recuerda la periodista la frase de Ralph Waldo Emerson: “Ve a menudo a la casa de tu amigo, pues la maleza prolifera en un sendero no recorrido”.
Pero en ocasiones sucede que además de vernos poco, cuando por fin lo hacemos acabamos quedando casi siempre para hacer las mismas cosas: cenar, ir al cine o a un concierto, tomar una copa.... He aquí diez propuestas que nos ayudarán a enriquecer nuestras amistades y a profundizar nuestros vínculos con “la familia escogida” de una forma diferente:
1. Improvisar
A veces intentamos quedar con una persona pero el cruce de agendas se hace imposible. Cuando le va bien a uno, el otro no puede, y viceversa. Dejemos de lado la agenda por un día y propongamos un encuentro improvisado, aunque sea de media hora, hoy. Ni mañana ni la semana que viene: hoy. La espontaneidad es una cualidad muy necesaria de cultivar, mucho más a medida que vamos cumpliendo años.
2. Intercambio de conocimiento
Olvídate de los tutoriales de Youtube. Si tu amiga es una experta en maquillarse los ojos, queda con ella una tarde y pídele que te enseñe. A cambio, tú puedes ofrecerte a supervisar la redacción de su currículum o enseñarle a hacer la declaración de la renta; o puedes darle una clase de algo que te apasione, como por ejemplo el yoga o los abdominales hipopresivos. Creatividad al poder.
3. El día de la sopa
Organiza un almuerzo temático en tu casa y pide a todos tus amigos que traigan su mejor receta de sopa (o de croquetas, o…), aquella que siempre les sale bien, la que les enseñó su abuela, la que más les reconforta… Descubriréis nuevos sabores, os divertiréis y, al terminar, podéis intercambiar las recetas, que habréis traído impresas de casa. Ahora que se acerca el buen tiempo podéis hacer sopas frías o ensaladas. No importa tanto el plato como la intención de compartir algo nutritivo para el cuerpo y para el alma.
4. Haced algo que se os dé mal
Por ejemplo, apuntaos a unas clases de swing (o de hip hop), a un deporte que no practiquéis, a clases de cocina o a una clase introductoria de un idioma que sea nuevo para ambos… Mostraros mutuamente vuestra vulnerabilidad, como bien explica la conocida psicóloga norteamericana Brené Brown, os ayudará a estrechar lazos y a conectar de verdad. Y seguro que os garantiza unas buenas risas.
5. Organiza una fiesta de pijamas
Como cuando eras pequeño. Invita a varios amigos a dormir, prepara tu comida favorita, tirad colchones por el suelo… Si es verano, podéis plantearos incluso dormir bajo las estrellas, en el jardín o en la terraza.
6. Olvídate del Whatsapp
A veces es difícil quedar con algunas personas porque nuestros horarios o circunstancias vitales son incompatibles. En esos casos el contacto puede quedar limitado a un mensaje de texto ocasional, o bien al “Me gusta” o al comentario en las redes sociales. La propuesta es que, si no es posible el encuentro presencial, os propongáis hablar por teléfono al menos una vez por semana. Hablar por teléfono se está convirtiendo poco a poco en una rareza, y puede ser bonito terminar un largo día charlando con un buen amigo, sin prisas, junto a una buena infusión o una copa de vino, si es el caso. Si queréis subir el nivel de la propuesta podéis proponeros escribiros una carta de las de antes, con papel, tinta, sobre y sello, al mes. Aunque sea solo un folio, nada supera a la magia de recibir la palabra escrita y reposada de un buen amigo.
7. Comparte ideas, no críticas
Dicen que el deporte nacional es la envidia… y también la crítica. En ocasiones confundimos la amistad con cotilleo, y nos acostumbramos a que nuestros encuentros se centren en comentar el último rumor o en repetir comentarios poco amables que dedicamos, casi siempre, a los demás. Intenta que tus conversaciones se fundamenten en las ideas que deseas compartir y discutir, y no en las otras personas. Verás que la calidad del intercambio mejora y que al terminar te sientes mucho más ligero que si has dedicado todo el rato a meterte con los demás. Y de paso cuida de no convertir a tu amigo en un contenedor de quejas, penas y reclamaciones. Está bien compartir lo que nos inquieta, pero si solo soltamos lo negativo estaremos manteniendo una relación de bajo nivel y pocas probabilidades de supervivencia.
8. Amistad en movimiento
Se ha convertido ya en una anécdota popular la costumbre de Steve Jobs de reunirse con sus colaboradores mientras daban un paseo. Olvídate de quedar con tu amiga para cenar. Llévate unas zapatillas de deporte al trabajo y, al terminar, salid a caminar a buen ritmo por la ciudad. A menudo nos quejamos de que no tenemos tiempo para hacer ejercicio, y esta puede ser una manera distinta de compartir un buen rato y cuidarnos a la vez.
9. Un álbum de fotos
¿Cuántas imágenes divertidas con tu mejor amigo tienes dentro del móvil o en tu ordenador? Sacad vuestras mejores fotos, imprimidlas y pasad una tarde divertida organizándolas y pegándolas en un álbum solo para vosotros, mientras rememoráis juntos todos esos buenos momentos vividos.
10. Entra “en la cocina”
Dedica una tarde o una noche a acompañar al otro en su rutina cotidiana. De lo que se trata aquí es de concertar una cita, no para hacer algo especial ni glamuroso, sino para ponerte en los zapatos de tu amigo o de tu amiga y acompañarle mientras realiza las tareas cotidianas de cualquier otro día: ir a recoger a los niños al colegio, hacer la compra, recados, la cena… Al “entrar en la cocina” de la vida del otro podemos conocerle mucho mejor en su propio ambiente, y también desarrollaremos nuestra empatía, una de las cualidades que, junto a la escucha atenta, más apreciarán nuestros amigos.