Claves para controlar el asma más allá del inhalador

Asma

Los nuevos medicamentos biológicos permiten personalizar el tratamiento en casos graves

Mujer montando en bici, inhalador, asma.

Para controlar el asma, es esencial evitar la exposición a los alérgenos.

SARRA22 / Europa Press

El asma es una de las enfermedades crónicas más comunes en el mundo, afectando a 235 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud. Esta cifra sigue en aumento, sobre todo en áreas urbanas, debido a factores ambientales y cambios en el estilo de vida. Quienes tienen asma saben que convivir con la enfermedad va mucho más allá del uso de un inhalador. Sin embargo, con medidas preventivas y un tratamiento adecuado, es posible mantenerla bajo control.

La doctora Ebymar Arismendi, neumóloga del Hospital Clínic de Barcelona, asegura: “En más del 90% de los casos logramos controlar los síntomas, prevenir las crisis y que los pacientes tengan una vida completamente normal”. Las recomendaciones principales son no fumar y controlar los alérgenos, como los ácaros del polvo, el polen, los animales y los hongos. Evitar la obesidad, seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio —siempre bajo las recomendaciones de los profesionales— y tener un buen descanso nocturno también son claves para controlar la enfermedad.

En más del 90% de los casos logramos controlar los síntomas, prevenir las crisis y que los pacientes tengan una vida completamente normal

Doctora Ebymar ArismendiNeumóloga del Hospital Clínic Barcelona

El asma se caracteriza por la inflamación de las vías respiratorias, lo que reduce el flujo de aire hacia y desde los pulmones. Los desencadenantes principales son los estímulos ambientales como aire frío, ejercicio, alérgenos, infecciones respiratorias, estrés emocional, humo del tabaco, contaminación ambiental o productos químicos irritantes. La predisposición genética también juega un papel importante. Entre los factores de riesgo se encuentran antecedentes familiares de asma, exposición al humo del tabaco durante el embarazo o haber sufrido una infección respiratoria viral en la infancia.

Los síntomas del asma varían de una persona a otra, tanto en frecuencia como en gravedad. Los más comunes son sibilancias —un sonido similar a un silbido causado por el paso del aire a través de las vías respiratorias estrechas y obstruidas, sobre todo, cuando el aire sale—, tos, dificultad para respirar y opresión en el pecho. También, síntomas nasales como estornudos, picor y congestión. Es importante poder identificar cuándo estos síntomas están descontrolados para buscar atención médica urgente. Los signos de alarma incluyen dificultad para respirar (incluso en reposo), coloración azulada en labios o rostro, pulso acelerado, alteración de la lucidez mental, ansiedad, sudoración y dolor en el pecho.

Aunque las crisis asmáticas son una realidad, el tratamiento ha mejorado mucho gracias a los avances en la investigación. Marina Bantulà, farmacéutica e investigadora predoctoral del Hospital Clínic de Barcelona, explica: “En el laboratorio estamos investigando qué tipo de inflamación tiene cada paciente porque, en función de eso, le irá mejor un tipo de tratamiento u otro”. El desarrollo de nuevos medicamentos biológicos, por ejemplo, ha permitido bloquear proteínas específicas relacionadas con el asma, mejorando el control de casos graves que no responden a tratamientos convencionales. La mayoría de los pacientes con asma grave muestran una evolución favorable al utilizarlo. En España, entre un 3% y un 6% de los pacientes tienen asma grave no controlada. En estos casos, los cambios en las vías respiratorias pueden volverse crónicos, lo que lleva a una obstrucción irreversible.

En el laboratorio estamos investigando qué tipo de inflamación tiene cada paciente porque, en función de eso, le irá mejor un tipo de tratamiento u otro

Marina BantulàFarmacéutica e investigadora predoctoral del Hospital Clínic Barcelona

Aunque el asma no tiene cura, los tratamientos farmacológicos actuales permiten mejorar los síntomas y prevenir las crisis. La mayoría de los medicamentos son inhalados, como los broncodilatadores, que abren las vías respiratorias, y los glucocorticoides, que reducen la inflamación. La doctora Arismendi subraya que “los corticoides inhalados tienen muy pocos efectos secundarios, son bastante seguros y son la piedra angular del tratamiento con asma”.

Existen dos tipos de tratamiento para el asma: el de rescate, que alivia rápidamente los síntomas, y el de mantenimiento, que controla la enfermedad y previene la aparición de crisis. Dado que las alergias son uno de los principales desencadenantes, los antihistamínicos y las vacunas también son eficaces para controlar la enfermedad, especialmente cuando es difícil evitar el contacto con los alérgenos.

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