Más allá de los ingresos y los bienes de las familias, existen otros factores que influyen en la desigualdad y, por lo tanto, juegan un papel importante a la hora de evitar la exclusión social. En este artículo hablaremos de las oportunidades digitales o tecnológicas.
La “brecha digital” define la diferencia de oportunidades a la hora de acceder a internet o utilizar las nuevas tecnologías. Se trata de un fenómeno que existe en todos los países y que afecta a diferentes generaciones. En España, aún hay personas excluidas del mundo digital, según un informe sobre la cohesión social elaborado por la Fundación FOESSA.
Pese a los grandes avances para extender la conectividad, más de un tercio de los hogares españoles están en apagón digital (35,2%), es decir: son lugares en los que faltan dispositivos digitales y habilidades tecnológicas, así como una conexión ilimitada a Internet. A estos se suman un 3,6% de hogares que solo acceden a internet mediante un teléfono móvil, con las limitaciones de usos y cobertura que esto puede suponer.
La situación empeora en aquellos hogares en situación de exclusión social: la mitad sufren el apagón digital, lo que significa que 1,8 millones de hogares sufren la brecha digital de manera cotidiana. Esta situación afecta especialmente a las personas mayores de 65 años y a personas que viven solas, pero también a las personas jóvenes y a población residente en el ámbito rural.
El impacto en los jóvenes
La brecha digital también implica perder una serie de oportunidades que podrían proporcionar una vida más digna. Por ejemplo, la desigualdad en el acceso a internet y las nuevas tecnologías ha impedido a muchos estudiantes participar en algo tan básico como seguir las clases durante el confinamiento.
Por otro lado, hoy en día, estar desconectado equivale a estar fuera del mundo, especialmente para la adolescencia y la juventud, con el impacto que esto puede tener sobre su desarrollo personal y social. Las redes sociales se han convertido en un canal de comunicación y poder acceder a ellas es fundamental para socializar.
En el caso de los jóvenes, además, es necesario que el acceso a las nuevas tecnologías vaya acompañado de una formación en competencias digitales para aprender a utilizar los dispositivos de forma responsable y saludable.
De esta manera, niños, niñas y adolescentes deben ser capaces de hacer un buen uso de las tecnologías y, al mismo tiempo, tener capacidad crítica para discernir entre lo que es información veraz y lo que es mera información o desinformación, promoviendo una reflexión y criterio propios. Todo esto servirá también para mejorar su capacidad de aprendizaje en la escuela.
Entorno rural y desconexión
Dentro de la brecha digital, debemos tener en cuenta la situación en la que se encuentran los entornos rurales. En España, el medio rural comprende el 84% del total del territorio, pero solo representa un 16% del total de la población; es decir, se trata de territorios especialmente despoblados.
La despoblación hace que estos lugares, en muchos casos, se encuentren desconectados: algunos no disponen de buena conexión a internet o tienen un acceso limitado, mientras que otros no cuentan con los dispositivos tecnológicos necesarios para conectarse.
Esto puede acarrear problemas para las familias en entornos rurales, que experimentan una situación de desventaja digital y tendrán más dificultades para acceder al teletrabajo, a la educación online o para realizar tareas administrativas por internet.
La brecha digital puede provocar una fractura social entre los que cuentan con las habilidades y recursos necesarios para conectarse y los que pueden quedar al margen de esta revolución digital. Por ese motivo, es necesario repensar la tecnología en clave social, pensando en todos los beneficios que puede aportar a la población.