La Luna guía al Ramadán
Astronomía
El calendario musulmán no toma como referencia el Sol y provoca que la celebración del mes sagrado se adelante diez días cada año
Ayuno en invierno, pero también en verano. Los musulmanes no tienen una fecha fija para la celebración del Ramadán. Se trata del mes más importante para esta comunidad, que celebra que el profeta Mahoma recibió la primera revelación del Corán y en el que los fieles deben abstenerse de comer, beber y tener relaciones sexuales durante el día.
El motivo de esa variación es su calendario lunar. “Este hecho tiene un origen astronómico y en cómo se define el calendario árabe tradicional. En la actualidad, es de los pocos que utiliza como referencia la Luna y no considera en ningún momento el Sol para definirlo. Al contrario de lo que sucede en el gregoriano, cristiano u occidental. Los calendarios chino y hebreo son lunisolares”, explica el director científico del Parc Astronòmic Montsec (PAM), Salvador J. Ribas.
El Ramadán, con días de margen
En calendario musulmán cada año tiene 12 ciclos lunares o meses y, cada uno, tiene una duración de 29 o 30 días. De ese modo, un año musulmán tendría 354 días, en lugar de los 365 de nuestro calendario. Esta diferencia es la que explica que el Ramadán se adelante entre 10 y 11 días cada año.
Las diferencias entre calendarios no se quedan ahí. Definir cuándo empieza un mes también es más complejo. Por este motivo, es difícil predecir una fecha exacta del final del Ramadán. Por ello, muchas veces suele darse la fecha con un día de margen tanto para el inicio como para el final.Por ejemplo, en 2020 se espera que finalice entre el 23 y el 24 de mayo.
“El inicio del Ramadán se produce en la puesta del Sol, en el momento en el que se pueda ver un hilo de Luna en fase creciente. Pero esto depende de un observador que lo confirme y, en algunos casos crea confusión, porque puede que las condiciones atmosféricas en ese momento no sean buenas”, apunta este especialista.
Como ya sucedía con los egipcios, la figura del observador se vuelve fundamental. “Aquí, nuestro calendario solar parte con ventaja. Todo el mundo puede manejar esa información y no se tiene esa incertidumbre”, recuerda Ribas.
El baile de números del Ramadán no siempre casa bien con las temperaturas. El frío o el calor no van ligados a los meses del calendario lunar, sino a la posición de la tierra en órbita respecto al Sol.
“Aquellos que tienen como referencia el Sol son organizativamente mucho más realistas. Las estaciones se repiten cíclicamente. Podemos prever a partir de qué fecha llega el frío o el calor. Aunque para el calendario árabe tampoco es un problema. Hablamos de latitudes más bajas y estaciones menos marcadas. Se han adaptado”, dice el director.
Pendientes de la salida de la Luna
Las diferencias no acaban aquí. Los años tampoco los contamos igual. Según el calendario musulmán, nos encontramos en 1441. “En el caso árabe se inicia en la llamada Hégira , el momento de la huida de Mahoma hacia Medina para constituir la primera comunidad musulmana. Ese momento se fecha en el 622 del calendario cristiano u occidental”, recuerda el responsable del PAM.
Información elaborada en colaboración con el Parc Astrònomic Montsec