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¿Vivimos en el año equivocado?

Parc Astronòmic Montsec

El nacimiento de Jesús marca el inicio de nuestro calendario, pero Cristo podría haber nacido entre cuatro o cinco años antes de lo que se pensaba

A lo largo de la historia, civilizaciones de todo el mundo han observado el cielo y el movimiento de los astros para crear sus calendarios.

Estée Janssens / Unsplash

Se acerca Nochevieja y todo el mundo se prepara para entrar en el año 2020. Pero, ¿y si en vez de celebrar la llegada del 2020 tuviésemos que dar la bienvenida al 2024 o al 2025?

Nuestro calendario empieza a contar los años desde el nacimiento de Cristo. El Papa Hormsidas, que vivió entre los siglos XVI y XVII, encargó al astrónomo Dionisio El Exiguo que investigase en qué año había nacido Jesús para calcular en qué fechas debía celebrarse la Pascua.

El científico, que recibía su apodo debido a su corta estatura, concluyó que Jesús había nacido en el año 753 desde la fundación de Roma. En ese momento, en el imperio romano se usaba esa fecha histórica para contar los años. Desde ese momento se conoce ese año como Anno Domini , expresión en latín que significa ‘Año del Señor’.

El matemático hizo un recuento exhaustivo de los emperadores que había tenido Roma para determinar en qué año había nacido Jesús. Sin embargo, olvidó contar los años que Octavio Augusto había reinado con el nombre de Octavio y no como Emperador César Augusto, que fueron cerca de cinco años.

La astronomía marca el calendario

A lo largo de la historia, los humanos hemos buscado diferentes maneras para mediir el tiempo. También hemos vinculado el inicio del calendario a hechos destacados de cada cultura.

El calendario hebreo tiene su origen tradicional en la génesis del mundo según la Biblia. El árabe cuenta los años desde la hégira de Mahoma y el calendario romano tiene su origen en la fundación de la ciudad de Roma. Sin embargo, todos ellos se basan en el movimiento de los astros para determinar cuántas horas, días y meses tiene el año.

“Desde el principio de los tiempos el Sol es la principal referencia. Todo parte de ahí. También se ha extraído mucha información de las estrellas. Por ejemplo, los egipcios fueron capaces de determinar las épocas de crecidas del Nilo gracias a la estrella Sirio”, explica el director científico del Parc Astronòmic Montsec , Salvador J. Ribas.

Los pioneros de la observación fueron los babilonios, pero los egipcios marcaron un antes y después. En la cultura faraónica, el firmamento se convirtió en un elemento crucial del paisaje. “Los egipcios establecieron 12 meses, de 30 días cada uno, lo que nos aproxima a los 365 días que tenemos en la actualidad. Es un salto notable, porque supuso la base para el calendario romano”, apunta el responsable del Parc Astronòmic Montsec.

Observar el cielo en un entorno privilegiado

El firmamento sigue siendo un diccionario abierto del que obtener información. Pero no puede observarse igual de bien desde todos los sitios, y el Parc Astronòmic Montsec es un punto privilegiado para ello.

Desde 2013, está considerado como Destino Turístico y Reserva Starlight con el aval de la UNESCO. La combinación de su oscuridad natural y unas condiciones climáticas excepcionales son dos de sus puntos fuertes.

Observar el firmamento o entender por qué tenemos un calendario erróneo es parte de la labor que hacen desde el centro de astronomía. “Para los centros escolares organizamos visitas concertadas, sesiones de planetarios y talleres. Explicamos cómo el Sol condiciona nuestro horario e incluso el ritmo biológico de nuestro cuerpo. También estamos abiertos al gran público, con vistas diurnas y nocturnas”, subraya Ribas.

Información elaborada en colaboración con el Parc Astronòmic Montsec