Hong Kong: el poder de la movilización popular
Protestas Hong Kong
Las protestas multitudinarias consiguen detener una ley que aumentaba la influencia de China sobre Hong Kong
La Jefa Ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, ha cedido a la presión popular y ha anunciado la retirada de ley de extradición después de semanas de protestas que habían colapsado las calles y la economía de la región.
Desde principios de junio, millones de ciudadanos habían salido a las calles para protestar contra la polémica ley, que habría aumentado la influencia de China sobre el gobierno hongkonés.
Hong Kong está dentro del territorio chino pero es una región administrativa especial. Eso significa que tiene un gobierno autónomo con su propio sistema político y judicial y, a diferencia de otras regiones chinas, sus habitantes tienen más libertades y no están controlados por el Partido Comunista Chino.
En la actualidad, las leyes de Hong Kong prohíben la extradición, es decir, entregar una persona a las autoridades de otro país para que sea juzgada. Esta prohibición incluye la extradición a China, aunque sean el mismo país.
La ley que quería aprobar el gobierno de Hong Kong permitía extraditar a delincuentes penales, acusados de delitos graves como asesinato o violación. De este modo, podrían entregar a un joven hongkonés a la policía de Taiwán, donde las autoridades le acusan de matar a su novia embarazada en 2018.
Sin embargo, los opositores a esta ley aseguran que este caso era solo una excusa para ceder poder ante China.
Según numerosas ONG de derechos humanos, una ley de extradición permitiría al gobierno Chino detener y juzgar a muchos activistas y disidentes políticos chinos que se han refugiado en Hong Kong.
Manifestarse para defender los derechos
Para muchos ciudadanos y activistas, aprobar la ley de extradición hubiera significado perder derechos y libertades y por eso han protestado durante semanas.
Aunque algunos manifestantes se han enfrentado a la policía con proyectiles y botes de humo, la mayoría de protestas han sido pacíficas. Los activistas han demostrado la fuerza de la movilización no violenta ocupando las calles e incluso el aeropuerto de Hong Kong.
Por otro lado, muchos negocios han cerrado y se ha convocado una huelga de trabajadores. En los institutos y universidades, algunas clases se han cancelado y los estudiantes se han movilizado para apoyar las protestas.
De hecho, gran parte de los manifestantes eran jóvenes que, conscientes de la censura y falta de libertades en China, querían impedir que Hong Kong quedase gobernado por el mismo sistema.
Ya en 2014, la Revolución de los Paraguas paralizó las calles de Hong Kong para reclamar elecciones democráticas y poder elegir a sus candidatos, que ahora deben ser aprobados previamente por el gobierno chino.
Un país, dos sistemas
Hong Kong está dentro del territorio chino, pero entre 1842 y 1997 fue una colonia del Imperio Británico.
La herencia británica ha permitido que, en la actualidad, la población residente en Hong Kong tenga unos derechos civiles que no existen en el resto de China, gobernada con mano de hierro por el Partido Comunista.
En 1997 se hizo un traspaso de poderes entre el Reino Unido y China: la región quedaba bajo control de Pekín, pero el gobierno chino se comprometía a mantener las mismas leyes y libertades que habían existido hasta entonces.
Como región autónoma, Hong Kong tiene su propio gobierno, sus tribunales e incluso una moneda diferente. Además, allí está garantizada la libertad de expresión y de reunión, derechos perseguidos en China.
Sin embargo, la fórmula de “un país, dos sistemas” tiene fecha de caducidad: 2047. El acuerdo entre el Reino Unido y China se firmó por 50 años, pero nadie sabe qué pasará entonces: Hong Kong podría independizarse o quedar totalmente anexionada a China (y sin autonomía).
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