En Calvià, uno de los municipios más turísticos de Mallorca, hay más posibilidades de coincidir por la calle con un ciudadano nacido en otro país o en la Península que en la propia comunidad autónoma. Solo uno de cada tres residentes de esta localidad que apenas supera los 50.000 habitantes es mallorquín. Calvià, una de las mecas turísticas de Baleares, donde conviven sin tocarse los turistas de borrachera que van a Magaluf y los que van a las mansiones de la costa de Bendinat, es el ejemplo extremo de la realidad que se vive en Baleares, la comunidad más mestiza de España.
Los últimos datos del censo de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) ponen cifra a la percepción social que hay en la calle: en Baleares, casi la mitad de la población, el 47% del total, ha nacido fuera de las islas, ya sea en otra comunidad autónoma o en algún país extranjero.
Es la cifra más alta del Estado y supera incluso a Madrid, la comunidad construida de aluvión, donde un 44% de la población ha nacido fuera. Catalunya es la tercera y la estadística señala que el 37% de los residentes en este territorio son foráneos.
Tendremos que asumir que la sociedad es más compleja, con identidades y grupos sociales diferentes
El proceso de transformación social de las islas no es uniforme, aunque en todas ellas se supera el 40% de residentes nacidos fuera. La punta de lanza de este proceso se da en Eivissa y Formentera.
Estas dos islas se han convertido en una especie de laboratorio experimental donde todo lo que sucede allí termina llegando después a las otras islas y de ahí, al resto de comunidades.
En Eivissa, el 62% de la población no ha nacido en la isla
En Eivissa se vieron las primeras caravanas como alternativa a la vivienda, y allí es donde se nota con más intensidad el mayor proceso de transformación social de la historia de Baleares, en palabras del catedrático de Geografía Humana de la Universitat de les Illes Balears, Pere Salvà, ya jubilado.
En Eivissa, el 62% de la población no ha nacido en la isla, pero Salvà precisa que la cifra es engañosa porque entre los nacidos en la isla figuran los hijos de los inmigrantes llegados hace una generación. “El porcentaje es mucho mayor si se hace un estudio sociológico”, señala.
Miquel Payeras, historiador y periodista, es más contundente que Salvà. Habla directamente de “proceso de sustitución” provocado por una ola de inmigración que no se ha visto en casi ninguna otra parte del mundo. “Baleares vive una bomba demográfica”, señala.
El dato que apunta es muy revelador. “Desde que se aprobó el Estatut d’Autonomia, en 1983, la población de Baleares ha crecido un 81%; si fuera un Estado, solo le supera la India, con un aumento del 91%”, indica.
El crecimiento, que ha sido del 48% durante este primer cuarto de siglo, se ha debido a un alud inmigratorio procedente mayoritariamente del extranjero, sobre todo de Latinoamérica.
El cambio demográfico tiene consecuencias directas en la configuración social y política de la mentalidad colectiva de sus habitantes
Payeras es coautor del libro El complejo comportamiento del voto en las Islas Baleares. Asegura que este proceso de sustitución forzado por el aumento demográfico en la comunidad, tiene consecuencias directas en la configuración social y política de la mentalidad colectiva de sus habitantes. Los ciudadanos votan en clave nacional cada vez más y los debates autóctonos que afectan a la comunidad pierden fuerza y tienen menor impacto en el sentido del voto.
“Vota gente que no tienen ninguna vinculación con los hitos tradicionales e históricos del lugar en el que viven porque sus referentes son otros”, señala. Y, por supuesto, una de las consecuencias es la pérdida del uso social del catalán.
Es imposible coordinar el crecimiento de la población con la dotación de servicios públicos
Payeras insiste en que la “bomba demográfica” es el fenómeno social más importante ocurrido en Baleares en su historia, por encima de las guerras o del proceso de emigración, y lamenta que los representantes políticos de Baleares no lo hayan puesto entre sus prioridades a la hora de abordar sus consecuencias. “Es imposible coordinar el crecimiento de la población con la dotación de servicios públicos y eso implica que los servicios del estado del bienestar no dan más de sí”, señala. “La masificación no solo es turística; es poblacional”, dice.
Salvà avisa de que este proceso continuará y que ese 62% de foráneos que viven en Eivissa llegará después a Mallorca y más tarde a Menorca. “Me gustaría que la perspectiva no se cumpliera, pero la previsión es que haya 300.000 personas más en 2037”, señala. Dado que no hay natalidad, el 90% de esos nuevos ciudadanos de Baleares habrán nacido en el extranjero.
“Tendremos que asumir que vivimos en una sociedad más compleja, con identidades muy diferentes que formarán grupos sociales distintos”, señala.
No tiene por qué ser negativo si hay buenas políticas educativas y el nivel de vida de los recién llegados crece al mismo ritmo que el de los residentes tradicionales. “Si no se hace así, nos enfrentaremos a los mismos problemas que en Francia”, señala.
Los nuevos residentes son extranjeros
Los datos del Instituto Nacional de Estadística confirman las previsiones de Pere Salvà con respecto al avance en ese proceso de transformación. En los seis primeros meses del año, el 98% de los nuevos residentes de Baleares han nacido en el extranjero. No nacen niños y el año pasado fue el primero desde la Guerra Civil en el que hubo más muertes que nacimientos, pero el archipiélago sigue ganando población año tras año debido a la llegada de extranjeros. Las autoridades de las islas intentan que se hable de los problemas de la España que se llena, frente a la España que se vacía, pero las peticiones han tenido hasta la fecha escaso éxito. El proceso avanzará aún más en la próxima década, según todas las previsiones estadísticas.