El ‘mestizaje’ de Baleares: la mitad de sus habitantes no ha nacido en las islas

Los cambios sociales

La “bomba demográfica” deriva de un incremento poblacional del 48% este siglo

Turistas por el casco antiguo de Palma, Mallorca, 15 de Agosto de 2023. Reportaje sobre la masificación turística de Mallorca y sobre el impacto de los cruceros en la ciudad de Palma. Foto: Joan Mateu Parra / Shooting

La punta de lanza del proceso de transformación social son Eivissa y Formentera. En la foto, vecinos y turistas en Palma

Joan Mateu Parra / Shooting

En Calvià, uno de los municipios más turísticos de Mallorca, hay más posibilidades de coincidir por la calle con un ciudadano nacido en otro país o en la Península que en la propia comunidad autónoma. Solo uno de cada tres residentes de esta localidad que apenas supera los 50.000 habitantes es mallorquín. Calvià, una de las mecas turísticas de Baleares, donde conviven sin tocarse los turistas de borrachera que van a Magaluf y los que van a las mansiones de la costa de Bendinat, es el ejemplo extremo de la realidad que se vive en Baleares, la comunidad más mestiza de España.

Los últimos datos del censo de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) ponen cifra a la percepción social que hay en la calle: en Baleares, casi la mitad de la población, el 47% del total, ha nacido fuera de las islas, ya sea en otra comunidad autónoma o en algún país extranjero. 

Es la cifra más alta del Estado y supera incluso a Madrid, la comunidad construida de aluvión, donde un 44% de la población ha nacido fuera. Catalunya es la tercera y la estadística señala que el 37% de los residentes en este territorio son foráneos.

Tendremos que asumir que la sociedad es más compleja, con identidades y grupos sociales diferentes

El proceso de transformación social de las islas no es uniforme, aunque en todas ellas se supera el 40% de residentes nacidos fuera. La punta de lanza de este proceso se da en Eivissa y Formentera. 

Estas dos islas se han convertido en una especie de laboratorio experimental donde todo lo que sucede allí termina llegando después a las otras islas y de ahí, al resto de comunidades.

Varios padres llevan a sus hijos el primer día de inicio del curso escolar, en la Escuela Aula Balear, a 11 de septiembre de 2024, en Palma de Mallorca, Mallorca, Baleares (España). El curso escolar 2024-2025 comienza hoy en Baleares con un total de 161.088 alumnos y con 818 profesionales más que el curso anterior. En total serán 161.088 los alumnos que empiezan este curso, 1.183 más que el anterior.

Varios padres llevan a sus hijos el primer día de inicio del curso escolar, en la Escuela Aula Balear, el 11 de septiembre de 2024, en Palma de Mallorca

Isaac Buj - Europa Press / Europa Press

En Eivissa, el 62% de la población no ha nacido en la isla

En Eivissa se vieron las primeras caravanas como alternativa a la vivienda, y allí es donde se nota con más intensidad el mayor proceso de transformación social de la historia de Baleares, en palabras del catedrático de Geografía Humana de la Universitat de les Illes Balears, Pere Salvà, ya jubilado. 

En Eivissa, el 62% de la población no ha nacido en la isla, pero Salvà precisa que la cifra es engañosa porque entre los nacidos en la isla figuran los hijos de los inmigrantes llegados hace una generación. “El porcentaje es mucho mayor si se hace un estudio sociológico”, señala.

Miquel Payeras, historiador y periodista, es más contundente que Salvà. Habla directamente de “proceso de sustitución” provocado por una ola de inmigración que no se ha visto en casi ninguna otra parte del mundo. “Baleares vive una bomba demográfica”, señala. 

El dato que apunta es muy revelador. “Desde que se aprobó el Estatut d’Autonomia, en 1983, la población de Baleares ha crecido un 81%; si fuera un Estado, solo le supera la India, con un aumento del 91%”, indica. 

El crecimiento, que ha sido del 48% durante este primer cuarto de siglo, se ha debido a un alud inmigratorio procedente mayoritariamente del extranjero, sobre todo de Latinoamérica.

El cambio demográfico tiene consecuencias directas en la configuración social y política de la mentalidad colectiva de sus habitantes

Payeras es coautor del libro El complejo comportamiento del voto en las Islas Baleares. Asegura que este proceso de sustitución forzado por el aumento demográfico en la comunidad, tiene consecuencias directas en la configuración social y política de la mentalidad colectiva de sus habitantes. Los ciudadanos votan en clave nacional cada vez más y los debates autóctonos que afectan a la comunidad pierden fuerza y tienen menor impacto en el sentido del voto.

 “Vota gente que no tienen ninguna vinculación con los hitos tradicionales e históricos del lugar en el que viven porque sus referentes son otros”, señala. Y, por supuesto, una de las consecuencias es la pérdida del uso social del catalán.

Es imposible coordinar el crecimiento de la población con la dotación de servicios públicos

Miquel PayerasHistoriador y periodista

Payeras insiste en que la “bomba demográfica” es el fenómeno social más importante ocurrido en Baleares en su historia, por encima de las guerras o del proceso de emigración, y lamenta que los representantes políticos de Baleares no lo hayan puesto entre sus prioridades a la hora de abordar sus consecuencias. “Es imposible coordinar el crecimiento de la población con la dotación de servicios públicos y eso implica que los servicios del estado del bienestar no dan más de sí”, señala. “La masificación no solo es turística; es poblacional”, dice.

Salvà avisa de que este proceso continuará y que ese 62% de foráneos que viven en Eivissa llegará después a Mallorca y más tarde a Menorca. “Me gustaría que la perspectiva no se cumpliera, pero la previsión es que haya 300.000 personas más en 2037”, señala. Dado que no hay natalidad, el 90% de esos nuevos ciudadanos de Baleares habrán nacido en el extranjero.

“Tendremos que asumir que vivimos en una sociedad más compleja, con identidades muy diferentes que formarán grupos sociales distintos”, señala. 

No tiene por qué ser negativo si hay buenas políticas educativas y el nivel de vida de los recién llegados crece al mismo ritmo que el de los residentes tradicionales. “Si no se hace así, nos enfrentaremos a los mismos problemas que en Francia”, señala.

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