Después de tres meses de confusión y tormento, de sentirse maldecidos, de palpar la desconfianza general que provoca solo citar el nombre de su empresa, los dirigentes de Boeing respiraron de alivio. Incluso se sintieron reivindicados.
La nave Starliner volvió sin percances, aunque vacía, sin tripulantes, demostración de la incredulidad de la NASA respecto a la misión del gigante aeronáutico estadounidense en un momento de fragilidad por el contagio de los problemas en su negocio de la aviación comercial
Dejando allí varados a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams, que hicieron el trayecto de ida, la cápsula se desacopló de la Estación Espacial Internacional (EEI) sobre las seis de la tarde del viernes (horario de la costa este de EE.UU.) y navegó apenas seis horas en su regreso a la Tierra.
La Starliner aterrizó con éxito en el puerto espacial de Nuevo Mexico en el primer minuto de este sábado. Las imágenes de la agencia espacial de Estados Unidos mostraron como la nave espacial atravesó la noche antes de que se abrieran dos juegos de paracaídas para frenarla. También se desplegaron seis airbags debajo de la cápsula para amortiguar el aterrizaje.
La cápsula Starliner aterrizó este sábado sin tripulantes en White Sand, Nuevo México
a un drama que empezó en junio con un lanzamiento de su cohete tripulado largamente retrasado. Unos días antes suspendieron la operación cuando ya había empezado la cuentas atrás. Iniciado el viaje, rápidamente se convirtió en una historia de suspense puesto que la misión se vio afectada por fallos en los propulsores y las fugas de helio.
El regreso se preveía en una semana o diez días. Pero una vez en la EEI se inició el debate de cuándo sería esa vuelta y si los dos veteranos astronautas debían ir en su interior o quedarse en el espacio.
Hace dos semanas, en una rueda de prensa a la que no invitaron a los directivos de la compañía, la NASA anunció que la cápsula regresaría de vació y que Wilmore y Williams esperarán en la EEI hasta el próximo febrero. Para más inri, lo harán en la Dragon de Space X, la empresa de Elon Musk.
Para Boeing, este trayecto de vuelta es un trago agridulce. Su directivos contradijeron a los mandos de la agencia espacial y apostaban por el regreso de los dos astronautas con las Starliner. El tranquilo viaje de regreso sugiere que su apuesta no era una temeridad y que los dos astronautas podrían haber hecho el retorno con total seguridad.
Nuevo varapalo para la reputación del gigante aeroespacial estadounidense Boeing, responsable del cohete
Los técnicos de la empresa, tras un largo proceso de análisis, sostuvieron que el viaje se podía hacer sin poner en peligro a los dos tripulantes.
La NASA, teniendo presente los dos transbordadores que estallaron con siete astronautas en cada caso, no quiso que se volviera a repetir una de esas imágenes.
“Es muy importante recordar que ésta era una misión de prueba”, subrayó Joe Moltalbano, administrador asociado de la NASA para operaciones espaciales, en rueda de prensa celebrada de madrugada.
“Está de regreso”, emitió por radio Williams una vez que la Starliner, pintada de blanco y azul, se separó de la EEI, a unos 420 kilómetros sobre China.
Así que con nuevas actualizaciones de software, la cápsula completamente actualizada empezó su navegación con los asientos vacíos.
Williams continuó conectado para observar el aterrizaje. Escuchó los gritos de festejo. “Buen aterrizaje, bastante impresionante”, se difundió entre la euforia desde el centro de control de Boeing. Suspiraron.