La desigualdad de género en los estudios tecnológicos sigue siendo abrumadora pese al esfuerzo de las administraciones y las instituciones para combatirla. Políticas de igualdad y promoción y campañas de centros de formación profesional (FP) y de universidad. Miles de científicas y tecnólogas se involucran curso a curso en mentorías y acuden a las escuelas para explicar a las niñas lo que hacen, cuánto les gusta y ampliarles así sus referentes femeninos.
No obstante, las mujeres siguen siendo minoría en los estudios de casi todas las familias tecnológicas, familias que desembocan en los trabajos con mayor potencial de crecimiento en el futuro y mejor remunerados. En la mayoría de los grados STEM (ciencias, tecnologías, ingeniería o matemáticas) la proporción de hombres y mujeres es de prácticamente 9 a 1 si se elimina la rama sanitaria, donde ellas son mayoritarias.
Con motivo de la celebración del día internacional de la Mujer, el 8 de marzo, se han publicado varios estudios que fotografían la situación. Uno de ellos es el estudio de CaixaBank Dualiza y Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad centrado en la FP y que indica que solo un 12,3% de las personas que titulan en ciclos STEM son mujeres.
De las once familias profesionales de FP en estos ámbitos, solo cuatro no están masculinizadas (industrias alimentarias, química, imagen y sonido y edificación y obra civil). Eso no quiere decir que el número de alumnos y alumnas sea equiparable, sino que al menos hay un 30% de chicas en cada aula.
Además de ser minoritarias en los centros de FP relacionados con el ámbito tecnológico (edificación y obra civil, electricidad y electrónica, energía y agua, fabricación mecánica, industrias alimentarias, industrias extractivas, informática y comunicaciones, instalación y mantenimiento, química y transporte y mantenimiento de vehículos), ellas ganan menos y tienen menos contratos indefinidos, según el estudio señalado.
Ejemplo de que las empresas consideran que ellas son susceptibles de recibir un salario menor respecto a sus compañeros varones son las ocupaciones vinculadas a la industria química. El salario medio de los chicos alcanza los 26.300 euros al cuarto año de titular en grado medio. El de ellas es de 21.700 euros. Y en grado superior, el salario para los hombres se sitúa en 30.800 euros por los 26.600 de las mujeres.
En la universidad el tema no es mejor si, como se ha señalado, se eliminan las carreras vinculadas con la salud. Un estudio de Esade Mujeres en STEM: desde la educación básica hasta la carrera laboral analiza todos los datos de los estudios sobre el recorrido de las niñas a lo largo de su trayectoria escolar, su rendimiento en materias STEM y las opciones que toman al acabar la educación obligatoria.
“Los datos en etapas tempranas ya anticipan lo que sucederá en la carrera laboral”, explica Lucía Cobreros, autora del estudio de EsadeEcPol junto a Jorge Galindo y Teresa Raigada.
En todas las familias STEM de grado medio y superior los chicos cobran más que las chicas
Hay que remontarse a la primera infancia. Antes de cumplir los cinco años, las niñas creen que tienen más talento que los niños, y ellos, a su vez, se ven mejores que ellas. Pero, según una investigación publicada en la revista Science en el año 2017, las niñas empiezan a señalarlos a ellos como más brillantes a partir de esa edad.
¿Qué ocurre cinco años después? “Cuando cumplen 10 años, las niñas presentan una probabilidad del 15% menor que los niños de considerar las matemáticas como su materia preferida y entre un 8% menor de considerarse buenas, aprender rápido o disfrutar. Al contrario, responden que las matemáticas son aburridas y difíciles”, explica la investigadora.
Sumemos cinco años más. Ya tienen 15. “Si seguimos analizando los datos de los informes, en este caso el último PISA 2022, vemos que se sienten mucho más nerviosas o desesperanzadas que ellos al resolver un problema, con 20 puntos de diferencia, y estas cifras son peores que las registradas hace una década”, continúa.
Autopercepción baja y ansiedad ante la materia de matemáticas llevan, entre otros factores, a un rendimiento peor y a rechazar como opción posible unos estudios tecnológicos en edades más avanzadas. La presencia en la rama científica-tecnológica en bachillerato es menor, pese a que son más aplicadas y consiguen completar los estudios con más éxito.
En selectividad, las chicas eligen menos materias como física (2,65% menos) o dibujo técnico (2,13%), pese a que las notas son ligeramente superiores a las de sus compañeros.
Entramos en la universidad. Las chicas matriculadas en grados universitarios de conocimientos STEM no llegan al 50% del aula en casi ningún caso. En matemáticas, el grupo de mujeres es el 36%. Aldo parecido ocurre en física (27%), ingeniería de telecomunicaciones (23%) o, el caso más extremo, ingeniería informática (13%).
“Lo más descorazonador es que esto no siempre fue así, habíamos estado mejor, y se ha registrado un retroceso en el número de las estudiantes”, revela la investigadora.
En 1990, había tantos chicos como chicas en las aulas de matemáticas y ahora ellas son el 36%. Estaban matriculadas 6.257 en total, y en el 2020 apenas superaban las 4.800. En física ocurre lo mismo. Eran 5.074 frente a las 3.171 de hace cuatro años. En informática alcanzaron su pico en el año 2000 con 16.900 chicas. Unos 20 años después no llegan a 5.000. No obstante, cabe señalar que la oferta de estudios universitarios se ha diversificado mucho en este tiempo y, por tanto, también la posibilidad de elegir otras carreras vinculadas con la ingeniería.
¿Cuál es su situación una vez graduadas? EsadeEcPol ha elaborado un indicador sobre la presencia real de las mujeres en el mercado laboral en ocupaciones tecnológicas. Así, cifra en un 5,5% las mujeres ocupadas en este ámbito (con un crecimiento de dos puntos respecto al 2011). Respecto a los hombres, un 13% ocupa un puesto tecnológico.
En este indicador hay un brote verde: un 9% de las mujeres menores de 30 años ocupadas lo está en un trabajo de tecnología.
Como sucedía en la FP, el hecho de haber estudiado una carrera de ciencias o tecnología no implica trabajar en ese ámbito, lo que se da con más frecuencia en el caso de las mujeres que en el de los hombres. “Nuestro análisis indica que las mujeres que tienen un título de grado STEM tiene, cinco años después, menos probabilidad de trabajar en una ocupación tecnológica que sus homólogos masculinos”, explica Cobreros. También, como en el caso de la FP, les penaliza su género a la hora de trabajar: ganan menos a igualdad de puesto.
En la universidad, han pasado de ocupar la mitad de la clase de matemáticas en 1990 a ser ahora el 35%
El estudio de Esade propone ideas, algunas de las cuales ya se contemplan, como incorporar la perspectiva de género en materias de ciencias o formar al profesorado. También impartir las materias minimizando sesgos. Ofrecer oportunidades de contacto con las chicas (talleres de verano, extraescolares, campos de trabajo, mentorías, etcétera) y una mayor orientación profesional. Y reforzar el papel de las familias, promoviendo su participación en el proceso de aprendizaje.
Mientras tanto, centros de FP, como la Escola del Treball con su programa EdtWomenDays, pionero en España, tratan de atraer a estudios tecnológicos el talento femenino. Andrea Jorge, la única estudiante del ciclo de grado superior de fabricación mecánica, se ha involucrado de forma entusiasta en los talleres que el centro promueve para escolares de primaria y secundaria. “Es que si lo conocieran... es tan interesante estudiar esto”. Explica a Inés, de 1.º de la ESO, cómo programar una impresora 3D para hacer llaveros y le cuenta que en cuanto acabe el ciclo, igual ayuda a su novio, pastelero, a crear bombones de chocolate y a reproducirlos en la impresora.