El juicio contra Dani Alves quedó ayer visto para sentencia y el futuro inmediato del futbolista está ya en manos de los tres miembros del tribunal. La fiscalía mantiene la petición de nueve años de cárcel al dar por acreditado que el brasileño violó a la denunciante y considerar que actuó con violencia y absoluto desprecio hacia la víctima. La fiscal Elisabeth Jiménez aprovechó su última intervención para destacar la fortaleza de la joven: “Ha sido muy valiente”.
Alves declaró durante apenas diez minutos para intentar convencer al tribunal de que las relaciones que mantuvo con la joven fueron consentidas y en las que no medió la violencia, sino el deseo compartido por ambos. El acusado trató de minimizar riesgos y solo respondió a las preguntas de su abogada, Inés Guardiola, asegurando que no retuvo a la joven, ni la abofeteó, ni humilló, ni obligó. “¿Le dijo que no quería practicar sexo con usted o hizo algún gesto en ese sentido?”, preguntó su letrada. “No, en ningún momento me dijo nada. Estábamos disfrutando los dos ahí y nada más”.
La defensa del jugador pide valentía al tribunal y que base su sentencia “en pruebas y no en actos de fe”
Fue una declaración breve, de apenas de diez minutos, en los que contó una versión de los hechos que se ajusta a la segunda que prestó por petición propia ante la juez de instrucción y que difiere de la primera. Durante su exposición que detuvo varias veces para romper a llorar, se presentó como un hombre emocionalmente hundido, que lo ha perdido todo, carrera deportiva, patrocinadores, contratos. “Me enteré de que me habían denunciado por violación por una noticia del ABC. Se me vino el mundo encima”.
Explicó que la noche del 30 de diciembre de 2022 acabó con su amigo Bruno en el Sutton ras una comida que se alargó hasta la madrugada y en la que bebió más de la cuenta: dos botellas de vino, varias copas de whisky y una ronda de gin-tonics. En el juicio, la defensa introdujo el elemento del alcohol para buscar una atenuante que permita rebajar la pena si es condenado. Aseguró que las relaciones sexuales en el baño fueron consentidas y negó que la joven le manifestara en algún momento que se quería ir, o que él le impidiera marcharse. “Podía salir en cualquier momento”, aclaró al tiempo que rechazó que la abofeteara, la cogiera del pelo y la insultara. “No soy un hombre violento, no soy ese tipo de hombres”, matizó.
Los hechos empezaron, relató, cuando su amigo Bruno invitó a la denunciante y a sus acompañantes a la mesa 6 del reservado. “Estaba cercano a ellas, soy una persona muy cercana, pero siempre con respeto”, explicó en contraposición de la actitud “babosa” que describió las amigas de la denunciantes. Y describió su baile con la denunciante. “Empezó a rozar sus partes con las mías, un baile típico de discoteca, perrear . Y empezamos a intimar más yo y la señora denunciante”. Y en un momento, prosiguió, ella le empezó a tocar sus genitales. “Había tensión sexual” y le propuso seguir en el baño; “Ella me dijo que sí”.
El acusado reprodujo sobre la silla la postura que mantuvo con la denunciante en el baño, asegurando que su actitud fue pasiva y que fue la mujer la que llevó la iniciativa.
La sesión terminó con los informes de conclusiones. Tres intervenciones contundentes y perfectamente bien hilvanadas y argumentadas de las tres profesionales, pese a la disparidad de posiciones de cada una.
La fiscal mantiene la petición de nueve años al considerar que el relato de la denunciante es totalmente creíble. “La víctima dijo que pasó terror en el baño y que hubo un momento en el que se dejó ir para que todo terminara rápido”. La fiscal habló como mujer asegurando que son muchas, ella también, las que han vivido situaciones incómodas y no por ello se van, justificando que las tres jóvenes siguieran en el Sutton pese a todo. “Ninguna mujer que entra en un baño piensa que puede ser violada”, remató, advirtiendo también que la víctima pudo haber entrado libremente, incluso besado pero hubo un momento en el que dijo que “no” y no se le respetó. Incidió en los cambios de versión del jugador que denotan que se sentía “impune”.
La fiscal mantiene la petición de nueve años al considerar que el relato de la denunciante es totalmente creíble
La abogada de la acusación Ester García mantuvo la pena máxima de 12 años al dar por acreditado que hubo una violación. “Me da igual que previamente perreara o que le buscara con las nalgas Si entró en el baño y ella dijo que no, es no. Por eso se ha modificado el consentimiento con la nueva ley. En el baño repitió ‘me quiero ir’”. Y recordó que ya no es necesario acreditar la resistencia de la víctima para confirmar una agresión. “Ya no estamos en ese debate. El procesado sabía que la joven no quería. Fue un acto de humillación”, recriminó.
Durante la instrucción, Alves abonó 150.000 euros como reparación del daño y en caso de ser condenado que el gesto pudiera suponer también un atenuante. Pero la acusación advirtió de que no procede aplicar tal rebaja con la actitud del futbolista. Y recordó el primero video asegurando no conocer a la chica y la posterior entrevista en La Vanguardia asegurando que la perdonaba.
La abogada recordó una de las frases de la denunciante durante su declaración en el juicio. “Lo dijo ella misma: ‘Yo era una mujer muy feliz hasta que por desgracia tuve que denunciar”.
La abogada de Dani Alves cerró la sesión con una larga intervención en la que insistió en la inocencia del acusado, asegurando que su versión de las relaciones consentidas había quedado acreditada con las pruebas vistas durante el juicio. Se entretuvo Inés Guardiola en las huellas localizadas en el baño que, dijo, coinciden con las posturas descritas por Alves.
Buena parte de su intervención se basó en buscar lo que definió como “contradicciones” y “falsedades” de la denunciante sobre lo que ocurrió en el baño y antes de entrar. Guardiola recordó los restos de ADN de Alves en la boca de la denunciante, que confirmarían la versión de la felación, negada por la joven. Y prosiguió recordando instantes de las cámaras de seguridad que, dijo, desmontan la versión de la denunciante y sus acompañantes sobre lo que ocurrió antes de entrar en el baño. “La cámara muestra que la colocación de la mano de la denunciante sobre el pene del señor Alves es voluntaria”. Y a partir de aquí, tras otros ejemplos, dijo que si la víctima no había dicho la verdad sobre lo que ocurrió fuera, no tenía credibilidad su relato de lo que pasó en el interior.
La abogada de la víctima: “Me da igual que antes perreara. Si entró en el baño y ella dijo que no, es no”
Al final, Guardiola advirtió al tribunal que “nunca” ha valorado ni criticado, ni cuestionado la actitud de la víctima, ni su forma de bailar, ni su decisión de entrar o no en el baño. “Me he limitado a describir lo que hizo y lo que hizo fue un consentimiento a unas relaciones sexuales, un consentimiento que nunca fue revocado.” Para terminar asegurando que “cualquier otra persona hubiera interpretado lo mismo que hizo Alves, y es que la denunciante quería mantener relaciones sexuales”. “Les invito a que sean valientes. No se trata de creer o no a la víctima, de tener un acto de fe. Sino de validar ese relato con pruebas”, dijo dirigiéndose al tribunal.
Pese a la contundencia de su informe final, a Guardiola no le salió bien la prueba de la embriaguez que pretendió defender en el juicio para buscar el atenuante en caso de condena. Comparecieron un par de psicólogas que debían acreditar que el acusado iba borracho, pero a las que la abogada de la víctima fulminó con la última pregunta al hacerles responder que el acusado era perfectamente consciente de lo que hacía aquella noche.
Dani Alves renunció al turno de la última palabra y su letrada solicitó su puesta en libertad que el tribunal estudiará antes de dictar sentencia.