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La Palma sigue al capricho del volcán un mes después de entrar en erupción

Emergencia natural

Un balance desolador: 6.500 vecinos desalojados, de ellos 1.300 han perdido su casa

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La Palma sigue al capricho del volcán un mes después de entrar en erupción

El volcán de La Palma cumplirá el martes su primer mes de actividad y lejos de mostrar signos de agotamiento, la erupción continúa con gran vigorosidad y así se prevé que siga unas semanas más. Como última muestra, la noche del viernes abría una nueva boca después de días en los que había aumentado la deformación del terreno –ya revertida– y crece la sismicidad profunda. Ayer mismo se registró un seísmo de 4,6 y e intensidad 5. Por ahora, esa fisura a 300 metros del cono principal es una “desgasificación” del sistema y no emite lava, aunque como ha mostrado este volcán en sus casi 30 días de vida, en cuestión de minutos todo puede cambiar e incluso, empeorar.

El volcán de La Palma cumplirá el martes su primer mes de actividad y lejos de mostrar signos de agotamiento, la erupción continúa con gran vigorosidad y así se prevé que siga unas semanas 

Miguel Calero / EFE

La capacidad destructora de este volcán está hoy fuera de toda duda. Ha arrasado ya 743 hectáreas y el perímetro de las coladas, que tienen un ancho de 3,2 kilómetros, se aproxima a los 60 kilómetros. Permanecen evacuados y fuera de sus viviendas 6.500 vecinos (se desalojó a 400 más, pero eran turistas y fueron trasladados a Tenerife), de los que 1.300 se han quedado sin casa tras quedar sepultada por la lava, según los datos del Cabildo de La Palma. El programa de satélite Copernicus apunta a casi 2.000 edificaciones afectadas, mientras el catastro estima que casi un millar son viviendas. Además se ha comido 202 hectáreas de cultivos, de las que más de 100 son plataneras, que es uno de los principales motores económicos de la isla, ha paralizado la actividad turística y la pesquera, lo que está lastrando su economía con unas pérdidas que superan a fecha de hoy los 450 millones de euros, el 30% del PIB insular.

Los palmeros de la zona del Valle de Aridane tardarán años en recuperar la una vida normal

A los datos económicos hay que sumar el drama y la tristeza en la que ha sumido el volcán a los palmeros, sobre todo a los de la zona del Valle de Aridane, que tardarán años en recuperar la normalidad de sus vidas. Muchos están hundidos y sienten que sus vidas se han roto para siempre. Así se siente Cathaisa Sánchez, a la que todavía se le eriza la piel cuando recuerda cómo tuvo que abandonar su casa hace casi un mes “con lo puesto” después de una terrible explosión y que la lava empezara a bajar “a toda velocidad” ladera abajo.

Ella, su marido Francisco Pérez, y sus tres hijos, Jacqueline de 12; Francisco Lorenzo, de 7; e Ian, de 3, vivían a unos diez kilómetros del volcán en una casa que le había dejado en herencia a Cathaisa, su padre, y que era lo único que tenían. La lava la sepultó la misma noche de la erupción. Cathaisa recuerda ahora, entre lágrimas, que el día que comenzó todo –el 19 de septiembre– estaban viendo la televisión después de comer cuando, tras escuchar un fuerte estruendo, vieron el humo. “Me quedé paralizada. No me lo podía creer”, recuerda Cathaisa que cogió de un brazo a su hija mayor y del otro, las bolsas que tenían preparadas con algo de ropa y los papeles de la casa, entre ellos, el seguro. Mientras, su marido Fran cogió al niño pequeño en brazos y al de siete y se echaron a la calle a ver si alguien los recogía porque no tienen coche.

En ese momento paró una vecina, los recogió y juntos huyeron hasta el campo de fútbol donde se les había citado para el triaje. De allí al albergue de El Fuerte y días después a casa de su suegra en Tazacorte, donde están viviendo “como pueden” durmiendo en colchones en el suelo. “Cuando vi la explosión lo tuve claro. Le dije, ¡vamos, vamos!, que aquí se acaba todo”, señala Fran.

Casi un mes después su vida no es la misma y Cathaisa asegura que tampoco lo va a volver a ser. “Cada vez vamos a peor. El volcán no deja de llevarse casas y además nadie nos está ayudando”, indica esta mujer, que llora desconsoladamente. Su situación económica es muy precaria y sin embargo, no han recibido ni un solo euro de ayuda. Los servicios sociales les han ayudado con ropa y comida, pero nada más. Cuatro semanas después de la erupción viven con los 400 euros que Cathaisa recibe de prestación por una minusvalía que tiene. Fran trabajaba de forma puntual en una de las naves que se quemó esta semana en el polígono industrial del Callejón de la Gata y cuando entró en erupción el volcán no tenía contrato, así que no tiene derecho a paro. Afortunadamente, el Consorcio de Compensación de Seguros ya les ha pagado “algo” por su vivienda, aunque no cubre su valor real, apunta Fran, y con eso van tirando. “En estos días hemos visto a mucha gente hablar de ayudas, pero no hemos recibido nada ni nos ha llamado nadie, ni siquiera para preguntarnos cómo estamos”, se queja Cathaisa.

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Esta familia está buscando un piso para mudarse y lo único que ha encontrado es uno de 400 euros en Tazacorte. “Es mucho dinero pero lo vamos a coger porque con tres niños no podemos seguir durmiendo en colchones tirados en el suelo”, indica Cathaisa, que se pregunta dónde está el dinero y los políticos “que salen todos los días en la televisión”. “No nos está ayudando nadie”, recalca.

Los expertos Juan Carlos Carracedo y Ramón Ortiz, que han lidiado con cientos de volcanes a lo largo de su vida en todo el mundo, coinciden a la hora de señalar que el volcán de La Palma es “sencillito”, no genera grandes problemas para la seguridad de las personas y que está siguiendo al pie de la letra el guión de una erupción fisural estromboliana. El “único problema” de este volcán –coinciden en señalar– es que ha surgido en una zona poblada, “ya que todo lo que se topa se lo lleva”, indica Ortiz. De haber ‘nacido’ dos kilómetros más al sur, donde apenas hay viviendas, esta erupción habría sido una fiesta como sucedió con el Teneguía (La Palma, 1971) y el Tagoro (El Hierro, 2011), pero la naturaleza es caprichosa y toma sus propias decisiones. Ahora falta saber cuándo decidirá cesar.