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La ‘cara de ángel’ a la que un crimen convirtió en ‘zorra asesina’: el truculento caso de Amanda Knox

Sexo, drogas y alcohol

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condena a Italia a pagar a la joven norteamericana una indemnización de 18.000 euros, más de tres años después de su definitiva absolución

Amanda Knox, en 2008, un año después del crimen. La prensa italiana y los tabloides ingleses carbonizaron su imagen.

Ambas estudiaban en Italia. Amanda Knox (Seattle, EEUU, 1987) pasó casi cuatro años en la cárcel acusada de matar a cuchilladas a su compañera de habitación, la británica Meredith Kercher (Londres, 1985-Perugia, 2007) en connivencia con su novio, el estudiante de ingeniería italiano Raffaele Sollecito, (Giovinazzo, Italia, 1984). La sentencia condenatoria, de diciembre de 2009, afirmó que Meredith murió en una orgía de sexo, drogas y alcohol. La imagen de Knox, de 22 años, ya llevaba dos siendo destrozada por la prensa sensacionalista mientras ella se pudría en la cárcel. Le esperaban otros 20 años más.

En octubre de 2011, una revisión de su sentencia devolvió la inocencia a Knox y Sollecito, que salieron de prisión. Amanda voló a EEUU y comenzó su proceso de recuperación psicológica. Sin embargo, en marzo de 2013, el Tribunal Supremo anuló la sentencia absolutoria y ordenó repetir el juicio. Knox se negó a viajar y revivir su peor pesadilla mientras sus abogados, Carlo Dalla Vedova y Luciano Ghirga no daban crédito. El 30 de enero de 2014, Knox y Sollecito fueron declarados de nuevo culpables.

Finalmente y afortunadamente para Amanda y su exnovio italiano, un recurso presentado en marzo de 2015 ante el Supremo determinaría, definitivamente, que quedaban exculpados. La sentencia habla de “fallos clamorosos” en la investigación y de “omisiones culpables” ante un festín de contaminación de pruebas de ADN. Era septiembre de 2015. El tercer acusado y condenado como colaborador del asesinato y autor material de la violación, el marfileño Rudy Guede, sigue cumpliendo pena de prisión, cuya apelación redujo a 16 años.

Knox explicó que al regresar al apartamento encontró la truculenta escena: sangre por todas partes y el cuerpo semidesnudo de su amiga cosido a puñaladas

ALESSIA PIERDOMENICO / REUTERS

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Amanda Knox, nacida en Seattle, era una buena estudiante, educada en los jesuitas, y muy emprendedora: tuvo hasta tres empleos mientras asistía a la Universidad de Washington para ahorrar dinero. Su sueño era viajar a Italia, país del que se enamoró cuando con 15 años visitó Roma. La película Bajo el sol de la Toscana era su preferida.

Cinco años después, en 2007, se instaló en Perugia, matriculada en la Universidad para Extranjeros. Compartió alojamiento con Meredith, ellas dos en el piso de arriba y dos estudiantes italianas en el de abajo. Algo horrible le ocurrió a Meredith la madrugada del 1 al 2 de noviembre de 2007. Knox explicó que al regresar al apartamento encontró la truculenta escena: sangre por todas partes y el cuerpo semidesnudo de su amiga cosido a puñaladas. La Policía interrogó a todo el entorno de Meredith Kercher y Amanda y Raffaelle fueron puestos bajo arresto. Con ellos, cayó Rudy Guede.

Amanda aseguró a la Policía haber estado a solas con Raffaele: vieron Amélie, fumaron marihuana e hicieron el amor. El chico sostuvo la declaración de Amanda aunque después, según consta en el atestado policial, cambió la versión y admitió que su novia marchó de casa a la 1 de la mañana

En marzo de 2015, Amanda Knox resultaba definitivamente exculpada. Aquí la vemos junto a su madre, Edda Mellas, en su casa de Seattle (EEUU).

Ted S. Warren / AP

La joven americana explicó que esa noche la pasó con su novio, ya que su jefe, el músico congoleño Patrick Lumumba, le mandó un SMS librándola del turno de camarera en el pub que regentaba (en paralelo, Knox recibiría una condena de tres años por difamación contra su jefe, al que implicó en el crimen). Amanda aseguró a la Policía haber estado a solas con Raffaele: vieron Amélie, fumaron marihuana e hicieron el amor.

La joven explicó posteriormente que su testimonio estaba viciado, pues el italiano que manejaba no era suficiente y le hicieron creer que era solo un testigo importante, no una sospechosa de primera. Por su parte, el chico sostuvo la declaración de Amanda aunque después, según consta en el atestado policial, cambió la versión y admitió que su novia marchó de casa a la 1 de la mañana.

Entonces la candorosa apariencia de Amanda fue destrozada por la prensa sensacionalista y ‘Cara de ángel’ se convirtió en ‘Foxy Knoxy’, todo porque alguien encontró un perfil de la joven en MySpace con ese nick. Un perfil como el de cientos de miles de jóvenes, con fotos bailando o tomando copas y algún relato de terror mediocre. Así, el ángel fue convertido convenientemente en zorra (fox, en inglés) e incluso la actriz Hayden Panettiere la interpretó en una película estando ella en prisión, Amanda Knox: Murder on Trial in Italy.

Tiempo después se supo que el apodo le viene por su astucia y rapidez con el balón cuando jugaba al fútbol en el instituto. En 2009, era mucho más sabroso dibujar un retrato criminal de Amanda que encajase con la muerte a puñaladas de su compañera de piso. Así, se dio por hecho que Knox, Sollecito y Guede organizaron un juego ritual con Kercher como víctima.

‘Cara de ángel’ se convirtió en ‘Foxy Knoxy’: así, el ángel fue convertido convenientemente en zorra (fox, en inglés). Su caso recibió un seguimiento mediático sin precedentes en Italia y los tabloides ingleses –Meredith Kercher era británica– se sumaron a la pira donde ardía la imagen de Amanda Knox

ASE101. PERUGIA (ITALIA), 24/01/2019.- Foto de archivo de la estadounidense Amanda Knox a su llegada al juicio de apelación por el asesinato de Meredith Kercher, en un tribunal de Perugia, Italia, el 24 de septiembre de 2011.

Pietro Crocchioni / EFE

Su caso recibió un seguimiento mediático sin precedentes en Italia y los tabloides ingleses –Meredith Kercher era británica– se sumaron a la pira donde ardía la imagen de Amanda Knox. En EEUU se estudiaba desde el polo opuesto: se trataba de un atropello contra una buena cristiana a la que alguien había empujado al confuso sistema judicial italiano, que la hizo picadillo. Hasta Hillary Clinton, secretaria de Estado, mostró su preocupación.

“El caso contra Knox, pleno de agujeros, está tan ligado a la carrera de un poderoso fiscal italiano bajo acusación por mala conducta profesional, que cualquier jurado imparcial habría tirado hace meses”, escribía Times Tim Egan, columnista y premio Pulitzer del New York Times. Para él, todo el juicio habría sido orquestado por megalómano fiscal Giuliano Mignini con objeto de colgarse una medalla.

Lo cierto es que, aunque la escena del crimen era una verdadera matanza, no se halló sangre en la habitación de Amanda ni en el domicilio de Raffaele. Tampoco presentaban lesiones causadas por la defensa de una víctima. Sí había ADN de Rudy Guede en la habitación de Meredith: un pequeño traficante que huyó al día siguiente del crimen y tras se capturado, insistió en acusar a la pareja como organizadores del crimen sexual.

Tras su absolución, Amanda volvió a Seattle y mientras en su país le ofrecían sumas millonarias por relatar su calvario, en Italia la prensa se preguntaba si su belleza había influido en el veredicto que la sacó de la cárcel

Tras su absolución, Amanda volvió a Seattle y mientras en su país le ofrecían sumas millonarias por relatar su calvario, en Italia la prensa se preguntaba si su belleza había influido en el veredicto que la sacó de la cárcel. Aceptó hablar para el programa italiano Quarto Grado, de Mediaset: “Me condenaron a causa de una prensa sensacionalista. Obsesionada con el sexo y la violencia, malvada, manipuladora… Se vendió de mí esa imagen sin ninguna evidencia en mi contra. Si hubiese participado en una orgía y el acuchillamiento de una persona, habría alguna traza mía. Y no la hay. El tribunal de casación ha ignorado las pruebas de mi inocencia. No voy a volver a Italia. No tengo los recursos financieros para hacerlo, mi familia sacrificó todo para pagar mi defensa. Pero, sobre todo, porque me veo capaz de soportar un nuevo juicio. He estado en la cárcel cuatro años injustamente y no puedo ni soportar la idea de volver”.

Como recordábamos al principio, Amanda y Raffaele son libres desde septiembre de 2015. Ahora, un recurso presentado por la defensa de la norteamericana ha triunfado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que ha condenado al estado italiano a pagarle una indemnización de 18.000 euros: su defensa fue vulnerada cuando en aquel interrogatorio ante la Policía no había abogado ni traductor que la ayudasen. Han pasado casi cuatro años desde su absolución y en este tiempo se han editado cuatro libros, una película y tres documentales, el último de los cuáles puede verse en Netflix.

Amanda, durante una entrevista en el programa ‘Good Morning America’, en enero de 2014.

Andrew Kelly / Reuters

Han pasado casi cuatro años desde su absolución y en este tiempo se han editado cuatro libros, una película y tres documentales, el último de los cuáles puede verse en Netflix